Estamos en Enero, momento de cambios, aunque de esto podríamos hablar largo y tendido…
Para cambiar, iniciar un cambio, deberíamos empezar por el principio. Por lo obvio: Crear un plan de acción.
La mayoría de las veces fracasamos porque lo único que tenemos es un deseo de cómo queremos llegar a sentirnos. Un sueño de que al cruzar la meta, nuestra vida va a cambiar. Aunque si sucede, siempre nos sorprenderemos con los resultados. Nos proyectamos en la meta, pero no nos colocamos que somos nosotros los que vamos a transitar. No preparamos. Ni observamos, no estamos pendientes por si hay que realizar cambios o repostajes en el trayecto.
Como si el proceso se hiciera solo y lo único que tenemos que hacer es recoger los frutos.
Te invito a dar ese primer paso, el plan de acción.
- Lo primero. Papel y boli. Para plasmar nuestras ideas y el proceso. Y además, de forma literal, una de las cosas que se han descubierto son los beneficios de escribir de forma manual. Se fijan mejor las ideas y se desarrollan mejor.
Dos. ¿Dónde quiero ir? ¿Dónde quiero llegar?
¿Esto, qué beneficios tiene para mí y para los míos? Para los que me rodean. Cuántos más seamos los beneficiados, más fuerza habrá.
Ejemplo, quieres aprender o mejorar un idioma Esto no solo te repercutirá a ti, ya que a las personas de tu entorno Les repercute, cómo te encuentras, O se benefician de tus logros, por ejemplo, tu familia de un aumento de sueldo.
Tres. Ver qué es lo que quiero soltar, qué me obstaculiza que me impide
¿Qué ajustes hay que hacer?
El día tiene un número de horas. ¿De dónde vas a quitar el tiempo para el nuevo proyecto?
Y no te engañes, con que lo vas a hacer en un tiempo muerto que tienes por ahí. Porque ese tiempo a TI te sirve para algo.
Y para terminar.: Valorarlo. ¿Te merece la pena dejar lo que tienes hoy para invertir? A fin de recoger el resultado.
Si es así: adelante.
Si no. Repasa porque tal vez ese no sea el camino.