«Tener una enfermedad es una oportunidad para entrar en el conocimiento de sí mismo. Es un regalo».
(Anne Beeken)
Una de las potencialidades que tienes, que todas tenemos, y es probable que no sepas que tienes, es tu capacidad de autocuración, para activarla es necesario que puedas llegar a considerar el dolor y el malestar como una oportunidad de conocimiento y transformación.
Enfrentar la enfermedad puede ser emocionalmente desafiante. Aprender a lidiar con el estrés y la ansiedad, desarrollar la resiliencia y buscar apoyo emocional pueden ser aspectos positivos de esta experiencia. Con todo cada una de nosotras somos diferentes y también lo es cada situación, por lo que esta perspectiva puede no ser adecuada para todas, te invito a sentir si lo que explicaré encaja contigo.
En mi caso sabía la teoría, había leído, estudiado e incluso acompañado a mujeres con cáncer y otras enfermedades como la fibromialgia, pero después de unas pruebas diagnósticas exprés en medio del confinamiento, pregunté a mi ginecóloga ¿estamos hablando de cáncer? Y ella contestó: sí.
Aquí acabó de golpe toda la teoría, y empezó un bello proceso que intentaré resumir en este y varios artículos que le seguirán.
Las situaciones de dificultad, de dolor pueden ser consideradas una llamada de la vida, del cuerpo, a poner atención, a parar, escuchar y dar respuesta. Yo sabía que en el cuerpo está la clave de la salud y el bienestar, era urgente aprender a escuchar.
Cuando el cuerpo te habla muchas veces lo hace en forma de dolor o con lo que llamamos «enfermedad», durante mucho tiempo he dicho que mi cuerpo no habla, mi cuerpo grita, tal es el dolor que a veces siento y he sentido en mi vida.
No quiero, ni puedo manifestarme en contra de los medicamentos, muchas veces son necesarios, en otras son una huida, que solo retrasa el grito siguiente. ¿Tienes hijos o niños a tu alrededor? ¿Has observado que hacen cuando no se sienten escuchados?, gritan más fuerte, buscan diserten estrategias para captar tu atención, puedes distraerlos un rato con la tablet o la tele, pero si no se sienten escuchados volverán a reclamar tu atención. Eso es lo que hace tu cuerpo. Solo tú puedes saber hasta qué punto necesitas ese analgésico y solo tú puedes saber si has escuchado lo que tu cuerpo grita.
La escucha que yo hice y que te propongo a ti, es imprescindible hacerla desde la honestidad, sin dar nada por supuesto y sin enjuiciarte. También tengo que decirte que no sirve lo que te sirvió en otros momentos y sobre todo, ten por seguro que tú eres única y lo que grita el cuerpo de otra persona no tiene por qué ser lo que grita el tuyo. Lo más habitual es que el cuerpo avisa cuando no te estás «cuidando» correctamente o no lo estás haciendo en absoluto.
Cuando llega la «enfermedad» en este caso hablamos de cáncer, la primera reacción suele ser de incredulidad i/o miedo a lo desconocido, quizás, como yo, no pensabas que esa palabra entraría en tu vida y que era algo que les pasaba a los demás. También he visto como para otras personas es la culminación de un miedo que habían ido amasando con los años, convirtiendo el diagnóstico en una profecía autocumplida.
Sea cual sea tu primera reacción, suele seguirle un periodo de: ¿Por qué a mí? Te digo que sin rechazarlo (tienes todo el derecho de sentirte así) pasa lo antes posible al siguiente estado, el de: ¿Qué hacemos?
Lo más urgente y no por obvio menos importante, es ponerte en mano de tus médicos y establecer una relación de confianza con ellos. Puedes necesitar a una segunda opinión, pero escoge en quien confiar, tu intuición en estos momentos está muy activa, si no dejas que el miedo la empañe. Con el mejor tratamiento ya decidido, lo que mejor me ha funcionado es el lema: «paso a paso»: concentrarme en cada momento, en cada etapa y no perder energía en la que vendrá después.
Una vez todo esto en marcha, te puedes quedar ahí, estás luchando por la curación de tu cuerpo de forma efectiva. Pero yo quise ir más allá, sabía que si tenía cáncer (en mi caso por dos veces, parece que soy dura de oído) era porque había algo que comprender.
Ha sido un viaje alucinante, me he permitido entrar en mis sensaciones y sobre todo en la montaña rusa de emociones que he sentido y sigo sintiendo, sin prejuicios, sin presuposiciones, dejando que las circunstancias se movieran y que mi cuerpo me mostrara eso tan importante que tenía que decirme.
En mi caso (es un clásico) lo primero que aprendí es que estaba priorizando el cuidado y la atención a los demás a cuidarme a mí misma e incluso me di cuenta de porque lo había estado haciéndolo toda mi vida. Ahora necesitaba ser cuidada, apoyada y aprendí el amor que podía recibir de los demás en ese momento. También tengo que confesar que no fue todo mi entorno quien me ofreció su ayuda, hubo quien no quiso o no pudo y también aprendí a aceptarlo.
Vinieron otros aprendizajes, otros saberes, mucho más profundos, que sinceramente han cambiado mi perspectiva de la vida y sobre todo me han dejado ver cuáles eran las motivaciones profundas de mis acciones y mi forma de relacionarme.
Por último, el cáncer me ha invitado a que, con urgencia, pusiera en práctica toda la teoría que había elaborado durante años en la gestión de las emociones intensas y las que llamaremos incómodas, de hecho, para ello no hace falta una enfermedad, solo que en este caso son tan intensas y tan evidentes que la enfermedad se convirtió en oportunidad.
Tuve que aprender a sintetizar, a escoger entre las herramientas que conozco y poner en práctica las más efectivas.
De cómo hago para gestionar las emociones, hablaré en mi próximo artículo, te invito a seguirme si quieres que te informe de su publicación.
Gracias por acompañarme hasta aquí.