¿Qué es la crianza positiva?
Es un modelo educativo que se basa en el respeto, la colaboración o implicación del menor en su propio desarrollo, es decir, antes se creía que el niño/a sería el mismo según iba creciendo y que eran los mayores quienes tenían que convertir o modelar a esa persona en adulto. Además, se creía que si se hacía aplicando un estilo autoritario (con castigos, sin pactos como el clásico «porque yo lo digo»…) se conseguirían mejores resultados.
Por tanto, este conjunto de pautas educativas vienen a defender lo contrario como sucede en el modelo Montessori. En otras palabras, es el niño quien con la ayuda del adulto aprende a tomar sus propias decisiones, a ser más autónomo, a tener más empatía y por ende a poseer una mejor autoestima y un mayor bienestar psicológico o mental. Este modelo se basa en entender que los hijos no son propiedades de los padres y que hay que respetar todos sus derechos, sin olvidarnos de los límites necesarios. No se trata de optar por la permisividad total, más bien se trata de establecer límites claros como enseñanza de vida, acompañarles y dejar que se equivoquen, etc.
Algunos factores necesarios para aplicar este modelo en casa son:
- AMBIENTE EN CASA. Este debe ser tranquilo, afectivo, un lugar donde se reconocen los logros, donde se razona, que es justo, confiable, donde se les enseña a respetar las normas y a los demás pero también a asumir responsabilidades…
- CONSECUENCIAS. Se ha observado que cuando se establece este modelo en las familias se obtienen buenos resultados en nuestros niños como por ejemplo mejores relaciones con sus amigos, se enfocan menos en sí mismos, desarrollan habilidades mentales, expresan mejor sus emociones, alcanzan mejor sus metas sin depender de la aprobación de los demás, etc.
- PRESTAR ATENCIÓN A LO QUE YA HACEN. Es bueno enfocarse en lo que ya hacen bien para que se vaya reforzando casi automáticamente y en cambio vamos a pararnos en lo que hacen mal, pero explicándoles cómo queremos que lo hagan, ayudándoles ante nuevos retos y no resolvérselos, llegar a acuerdos con ellos como por ejemplo cuánto tiempo se utilizan las pantallas…
- SER MODELOS PARA ELLOS/AS. Esto es una ley básica, si queremos que el otro cambie algo, tenemos que ser los primeros en hacerlo como por ejemplo hacer ejercicio, comer saludablemente o no estar constantemente pendiente del móvil entre otros. Hay que predicar con el ejemplo. En este punto también puede resultar importante o interesante revisar nuestras propias mochilas personales, desde la amabilidad y la comprensión de nuestros problemas para establecer vínculos más sanos con nuestros hijos/as.
- ENTENDER CÓMO FUNCIONA EL CEREBRO Y EL MOMENTO EVOLUTIVO. El cerebro es como una casa y en el caso de los más pequeños/as todavía está en construcción. Si quieres saber más sobre esto, te invito a leer otras entradas de este blog.
- ATENCIÓN A LAS EXPRESIONES. Resulta interesante revisar nuestros discurso, cuidar el tono de la voz, las postura o la expresión corporal. Si nosotros estamos alterados, nerviosos, no nos ponemos literalmente a su altura para hablar o no les miramos a los ojos, no conseguiremos conectar o transmitir adecuadamente el mensaje.
En definitiva, creemos que estas orientaciones pueden ser una magnífica base desde donde construir relaciones más saludables entre padres e hijos/as, facilitando vuestro día a día e invirtiendo en un futuro mejor para todos.
Si tienes dudas al respecto, o crees que necesitas un asesoramiento más extenso o personalizado, por favor no dudes en contactarnos.