Atención Al Cuerpo Emocional
El niño vive la experiencia de la vida con una intensidad apasionada, a veces, no consigue discernir entre él y el otro/o lo otro. Todo lo que pasa a su alrededor es algo vivo y profundo de manera que se quedan grabadas experiencias y traumas de situaciones, a veces fuertes e intensas y otras sutiles, y también de experiencias que el niño creó para sentirse amado. El niño necesita sentirse amado, para ello, hará lo que crea que tiene que hacer para que el otro (sea adulto o niño), le acepte, le integre, sentirse amado e integrado en este universo infinito.
Tengo un recuerdo de cuando era niña, tendría unos 7 u 8 años. Era una noche en el pueblo de la casa de mis abuelos maternos. No sé porqué situación éramos muchos aquella noche, y teníamos que dormir 2 en una misma cama. Me tocó con mi prima que era mayor que yo, unos 18 años, en una cama de unos 70cm. Cuando íbamos a acostarnos ella sonriendo me dijo; “bueno, como eres pequeña ocuparás poco espacio y me dejaras sitio en la cama”. Un comentario tan inocente por parte de mi prima y las palabras, OCUPARÁS POCO ESPACIO, quedaron grabadas dentro de mí mente como un mantra. No recuerdo haber dormido algo aquella noche, estuve en el borde de la cama, de lado, sin moverme, para OCUPAR POCO ESPACIO. Este ejemplo es solo para que veamos como el niño, vive las palabras de forma intensa.
Evidentemente, el ejemplo expuesto, es sencillo, realmente no paso nada aparentemente, solo que para que mi prima me quisiera, la niña sintió que tenía que ocupar menos espacio en la cama, ser buena. Las experiencias del niño cada día son muchas. A veces, no son tan sencillas, vivencias que se graban intensamente, experiencias con los padres, hermanos, amigos, vecinos…, hacen que mi mundo interno actúe dentro de mí, cada vez que estoy, al mismo tiempo, interactuando con el otro. No ocurre únicamente lo que en esos momentos está aconteciendo, también lo que se gravo en mi inconsciente pero que no puedo en esos momentos rescatar, porque no lo recuerdo y que representa mi parte emocional.
Al establecer un diálogo entre el niño y el adulto que soy ahora, me permito acoger esa parte emocional de mi infancia y de aquello que viví. Ahora de adulta, entiendo que mi prima solo realizo un comentario inocente, pero la niña no comprende desde la mente, la niña vive lo que ocurre con intensidad porque está más conectada con su parte emocional. Un niño es pura emoción. Es necesario acoger aquello que sentía sin dejar que la mente quiera explicarlo. Darle a mi niña este espacio que no tuvo, para que la comprendan y entiendan su emoción, sentir la emoción de la niña que aun esta dentro de mí en la adulta, a día de hoy me acompaña y hace que en ciertas ocasiones reaccione, en la adultez, ante una situación, sin que aparentemente me hayan hecho nada. La niña que soy también, sigue sintiendo como una grabación, todo aquello que la impresionó e impacto, todo lo que hizo para que la amaran.
Por ello, es necesario establecer este diálogo entre la niña que fue y la adulta que es ahora. Expresándole que ya es escuchada y tiene su espacio, que lo que siente también es importante para mí. Aprender de la experiencia vivida nos libera.