Cuando un niño se enfada, recurrir al castigo no es una buena solución. Se sentirá frustrado, impotente, no escuchado y su ira aumentará. Además; no debemos negar una emoción. Todos tenemos derecho a sentir enfado, lo que no podemos permitir es ciertas conductas indeseables e incluso peligrosas.
Hay muchas técnicas que ayudan a los niños/as y a sus familias a calmarse (respirar, soplar, contar cuentos…) Muchos padres, madres, abuelos y abuelas lo practican y logran buenos resultados.
Pero lo que no nos paramos a pensar muchas veces, es en el por qué. Seria acertado indagar sobre la causa del enfado. Identificar cuando, donde, con quién manifiesta su ira más a menudo.
Las causas de que un niño se muestre enfadado son muchas:
- problemas de aprendizaje no diagnosticados (el niño/a se frustra porque no consigue los resultados y le tachan de vago/a)
- el temperamento. Hay niños con un temperamento más fuerte, niños que son más enérgicos, más intensos, sensibles, emocionales… sienten con más frecuencia e intensidad sus emociones.
- A veces, el enfado puede esconder tristeza o miedo (algunos niños/as muestran su ira desbordante cuando se sienten tristes cuando su papá o mamá se va a trabajar o sienten miedo a perder a un ser querido. Ese miedo puede ser real o imaginado).
- Separaciones y divorcios.
- Estado físico. (cuando tienen hambre, sueño, están cansados o se encuentran enfermos son más irritables y se frustran más fácilmente.
Los niños/as no saben explicar con sus palabras, tenemos que meternos en su imaginación. Jugar y dibujar con ellos para conseguir tan preciada información. La mente es poderosa.
Ah! También es normal que lleguen a casa y se desahoguen contigo. (“vienes tú y se porta fatal…”).
Recuerda que eres su base segura. Han estado toda la jornada escolar aguantando, conteniéndose… cuando te ven se relajan “al fin pueden ser ellos mismos y manifestar sus necesidades”
Espero que, leyendo estas líneas, comprendas mejor a tus hijos/as y te entren muchas ganas de abrazarles y calmarles entre tus brazos.
Acuérdate que los abrazos reducen el cortisol (hormona del estrés) y aumenta la oxitocina.
Si no sabes cómo gestionar las emociones (a veces muy intensas) de tus hijos, en mi despacho de psicología de Tudela, te puedo ayudar.
Llámame; podéis ser más felices.