La psicología feminista, como enfoque crítico y transformador, tiene la responsabilidad de incluir la diversidad corporal en su análisis. Reconocer la pluralidad de cuerpos – por tamaño, forma, género, funciones– es crucial para desafiar los estándares hegemónicos que históricamente nos han oprimido a las mujeres y a otras personas marginadas.
El enfoque feminista nos permite quitarnos de la cabeza la idea de que existe un «cuerpo ideal» y visibilizar que la mayoría de nosotras no cumple con alguno de los cánones. ¿O no es verdad que toooodas las mujeres tenemos algún complejo con nuestro cuerpo?
Es importante abordar la diversidad corporal en la psicología feminista porque los ideales corporales han sido utilizados como herramientas de control social. Las personas que no se ajustan a las normas corporales sufren discriminación, lo que impacta su autoestima, salud mental y calidad de vida. Al no integrar esta perspectiva, se corre el riesgo de perpetuar las mismas estructuras opresivas que se busca criticar. Por eso, jamás recomendaría ir a una nutricionista o psicóloga que no tenga esta perspectiva bien trabajada.
Ampliar el enfoque hacia la diversidad corporal implica validar todas las experiencias corporales y desestigmatizar las diferencias físicas. También requiere incorporar una mirada interseccional que considere cómo el género, la raza, la clase y la discapacidad interactúan con la corporalidad.