Hola mi nombre es Alicia Manzano,
y soy Terapeuta y Coach Emocional, facilitadora de Comunicación No Violenta.
Hoy quiero hablaros de nuestras heridas de la infancia y de como nos afectan en la edad adulta.
Desde nuestra infancia, las experiencias emocionales que vivimos marcan la forma en que nos relacionamos con los demás y con nosotr@s mism@s. Una de las heridas más profundas que puede desarrollarse en esta etapa es la HERIDA DE ABANDONO.
Esta herida surge cuando un/a niñ@ percibe, real o imaginariamente, que ha sido dejad@ de lado, desatendid@ o no ha recibido el afecto y la presencia que necesitaba para sentirse segur@ y amad@. Sus efectos pueden extenderse hasta la vida adulta, influyendo en nuestras decisiones, relaciones y bienestar emocional.
¿Cuáles son las características de la Herida de Abandono?.-
Las personas que han desarrollado una herida de abandono suelen presentar una serie de características emocionales y comportamentales que afectan su vida diaria. Entre ellas destacan:
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Miedo a la soledad: La persona puede sentir un temor constante a quedarse sola, lo que la lleva a aferrarse a relaciones, incluso cuando no son saludables.
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Baja autoestima: La sensación de no haber sido lo suficientemente valios@ para que alguien permaneciera a su lado puede generar inseguridad y falta de confianza en un@ mism@.
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Dependencia emocional: Se establece una necesidad constante de aprobación y afecto externo para sentirse valios@ y segur@.
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Miedo al rechazo: El temor a ser abandonad@ nuevamente puede llevar a evitar situaciones en las que exista el riesgo de rechazo.
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Conductas complacientes: Muchas personas con esta herida buscan constantemente la aprobación de los demás, priorizando las necesidades ajenas sobre las propias.
Para entender mejor cómo se manifiesta esta herida, veamos algunos ejemplos:
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Infancia: Imagina a un niño que cada vez que busca a su mamá para jugar o contarle algo importante, ella está demasiado ocupada con el trabajo o con su teléfono. Aunque no haya un abandono físico, él siente que no es importante y desarrolla el miedo a no ser visto. También puede darse en niños cuyos padres están separados y no reciben la atención esperada de uno de ellos, generando un sentimiento de vacío emocional.
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Adolescencia: Un joven cuyos amigos cancelan planes con frecuencia empieza a creer que no es lo suficientemente interesante o valioso. Esto lo lleva a desarrollar miedo al rechazo y a evitar socializar. También puede manifestarse en adolescentes que sienten que no son escuchados por sus padres y recurren a relaciones tóxicas para sentirse aceptados.
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Adultez: Una persona adulta que, tras una discusión de pareja, entra en pánico y hace todo lo posible por evitar que la relación termine, incluso tolerando malos tratos o renunciando a sus propias necesidades. Otro ejemplo sería alguien que busca constantemente validación en sus relaciones laborales, teniendo miedo de expresar sus opiniones por temor a ser rechazado o excluido.
Consecuencias en la Vida Adulta.-
La herida de abandono no solo afecta la forma en que una persona se percibe a sí misma, sino también su manera de interactuar con el mundo y de tomar decisiones importantes en su vida. Algunas de las principales consecuencias incluyen:
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Relaciones de pareja inestables: Existe la tendencia a depender emocionalmente de la pareja o a desarrollar un apego ansioso, generando miedo excesivo al abandono y reacciones emocionales intensas cuando se percibe distancia o desapego. También puede suceder lo contrario: algunas personas desarrollan una actitud de autosuficiencia extrema para evitar sentirse vulnerables.
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Dificultades en la toma de decisiones: La necesidad de aprobación externa puede dificultar la toma de decisiones autónomas, generando dudas constantes y miedo al error. Puede verse en personas que no pueden tomar decisiones sin consultar a varias personas y buscan validación antes de actuar.
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Autoexigencia y perfeccionismo: Muchas personas buscan la excelencia en todo lo que hacen para evitar ser rechazadas o abandonadas. Esto puede traducirse en trabajadores que nunca están satisfechos con sus logros y constantemente se presionan a sí mismos.
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Ansiedad y depresión: La sensación de vacío emocional y la constante inseguridad pueden derivar en estados de ansiedad y depresión. Quienes sufren esta herida pueden experimentar crisis emocionales ante cualquier cambio en su entorno.
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Patrones de autosabotaje: Puede existir una tendencia a alejar a los demás inconscientemente, provocando el mismo abandono que tanto se teme. Personas con esta herida pueden terminar alejando a sus seres queridos por miedo a ser abandonadas primero.
¿Cómo podemos sanar esta herida?
Si bien la herida de abandono es profunda, es posible sanarla con un proceso de autoconocimiento y trabajo personal.
Algunas estrategias para ello incluyen:
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Reconocer la herida: Aceptar que esta herida existe es el primer paso para poder trabajar en ella. Sin esta conciencia, es difícil romper con los patrones aprendidos en la infancia.
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Desarrollar amor propio: Aprender a validar nuestras propias emociones y a darnos el amor y la seguridad que buscamos en otros. Es fundamental trabajar en la autovaloración y la independencia emocional.
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Aprender a gestionar la soledad: Entender que estar sol@ no es sinónimo de abandono y aprender a disfrutar de nuestra propia compañía. Un buen ejercicio es empezar a realizar actividades en solitario que nos aporten bienestar.
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Terapia psicológica: Un profesional puede ayudar a identificar patrones de comportamiento dañinos y brindar herramientas para sanar. Las terapias basadas en la infancia y en la reestructuración cognitiva pueden ser muy efectivas.
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Establecer relaciones saludables: Rodearse de personas que nos valoren y respeten sin necesidad de mendigar atención. Se trata de construir lazos sanos donde haya reciprocidad y respeto mutuo.
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Trabajo en la independencia emocional: Aprender a establecer límites y no depender exclusivamente de la validación externa. Es crucial reconocer nuestro propio valor y no basar nuestra felicidad en la aprobación ajena.
Sanar la herida de abandono es un camino que requiere paciencia y compromiso, pero es un proceso transformador que permite construir una vida más plena y libre de los miedos del pasado.
Al tomar conciencia de esta herida y trabajar en ella, es posible vivir desde el amor propio y la seguridad emocional, en lugar del temor al rechazo y la soledad.
No importa cuán profunda haya sido la herida, con el tiempo y el esfuerzo adecuados, es posible reconstruirse y aprender a vivir desde la plenitud en lugar del vacío.
El amor más importante que podemos recibir es el que nos damos a nosotros mismos. Trabajar en nuestra sanación es el mejor regalo que podemos hacernos para vivir una vida más feliz y auténtica.
Gracias por leerme.
Alicia Manzano
www.aliciamanzano.com