Una vida sana no es una moda. Es una forma de vivir correcta y positiva que nos aporta la energía necesaria para desarrollar las capacidades innatas que llevamos de serie y que nos hace únicos.
¿Sabías que la calidad de lo que ingerimos física y mentalmente condiciona nuestro estado orgánico y anímico?
Una alimentación y pensamientos ordenados y equilibrados nos aportarán satisfacción, plenitud, alegría y tranquilidad. Y es que, así como la calidad de los alimentos que ingerimos condicionará la salud de nuestro cuerpo, la calidad de los pensamientos y conocimientos con las que alimentar nuestra mente también nos condicionará internamente y de ella dependerá el sentirnos mentalmente sanos y en equilibrio.
¿Quieres saber cómo alimentar mejor tu cuerpo? Es muy fácil y sólo depende de ti!
¡No es lo mismo comer que alimentarse!
No siempre absorver todo lo que ingerimos. Porque esto suceda, debemos disponer de buena salud digestiva e intestinal. Nuestro sistema digestivo es un laboratorio donde se procesan los alimentos que comemos para obtener los nutrientes necesarios para alimentar nuestras células. Y también es el encargado de eliminar los elementos sobrantes de esta combustión.
Así que antes de fijarnos en la calidad o cantidad de lo que comemos, primero hay que asegurarnos de que la salud de nuestro sistema digestivo es la óptima. ¿Cómo saberlo? ¡Fácil! ¿Sientes pesadez, reflujo, tienes gases o dolor de cabeza después de las comidas? ¿Te cuesta ir de vientre o vas demasiado a menudo? Piensa que la salud es el silencio de los órganos, así que si tienes alguno de estos síntomas después de comer, ¡tu laboratorio digestivo requiere una revisión!
¿Cómo poner a punto nuestro sistema digestivo?
Nos podríamos extender mucho, pero podemos dar algunos apuntes:
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Un día a la semana, permite-descansar dejando de ingerir alimentos durante 16 horas (esto es fácil si acabas de comer un día a las 18h de la tarde y no vuelvas hasta el día siguiente a las 10h de la mañana). De este modo, permites que el hígado repose y el organismo pueda utilizar la energía para eliminar las toxinas acumuladas. ¡Verás cuánta energía tienes al día siguiente!
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No comas más tarde de las 19h o las 20h de la tarde. Según la medicina hindú, nuestro sistema digestivo es como una hoguera que se pone en marcha por la mañana, tiene su momento álgido al mediodía (momento en que ‘quema’ más intensamente y podemos ingerir más cantidad de alimento) y se apaga hacia la tarde-noche, momento a partir del cual es como si sólo quedaran algunas brasas y cualquier alimento pesado quedaría sin ‘quemar = digerir’, generando sólo toxinas, o amma, como la llaman los hindúes.
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Algunos alimentos hacen más lenta la digestión y la hacen más pesada: los fritos, las grasas de origen animal, las salsas, los alimentos procesados que contienen harinas refinadas, azúcares y lácteos (parte de la población es intolerante a la lactosa). La carne roja y los embutidos en general.
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Determinadas mezclas de alimentos no ayudan a una digestión ligera. Puedes comprobarlo haciendo durante una semana una alimentación basada en la dieta disociada, esto es, no mezclando en la misma comida proteínas (carne, pescado, huevos, legumbres) con hidratos de carbono (arroz, pasta, pan, farináceos en general) . Por ejemplo, si comes proteína al mediodía, puedes comer carbohidratos por la noche, o a la inversa. Piensa que las proteínas no tienen el mismo proceso digestivo que los carbohidratos o las grasas, y si lo mezclamos todo, el sistema digestivo tardará más en procesarlo. Lo más fácil es tomar un primer plato de verdura cocida o cruda y una segundo plato de lo que queramos (legumbre, arroz, pescado, huevo…).
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Durante esta semana prueba de no hacer postres. Verás que la digestión mejora muchísimo. La fruta la puedes hacer entre comidas.
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Hay tres frutas que favorecen una digestión ligera: la manzana, la pera y la piña. Una manzana al horno con canela o compota de manzana y pera con canela pueden ser unos grandes aliados de nuestra digestión, y son una buena opción tanto para desayunar como para hacer una cena ligera.
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Durante una semana, ayudamos a nuestro organismo a depurar las toxinas tomando un caldo hecho a base de verduras como el apio, la cebolla, el puerro, el nabo … lo podemos condimentar con jengibre, cúrcuma, pimienta negra .. . y se puede tomar durante una semana para el almuerzo y la cena como entrante. De segundo plato, sería ideal un plato combinado de verduras cereales o legumbres (quinoa, mijo, arroz integral, trigo sarraceno …)
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Algunas infusiones ayudan al hígado y los riñones a desarrollar su función de depuración de deshechos metabólicos: diente de león y cardo mariano para limpiar el hígado, menta para tonificarlo, cola de caballo como drenador y remineralizante, la fumaria y la ulmaria para los riñones …
Escucha tu cuerpo.
No hay una norma para todos. Cada uno de nosotros somos diferentes, tenemos estilos de vida diferentes y por lo tanto necesidades diferentes. Nuestro cuerpo es un laboratorio perfecto, pero sólo funcionará si le damos lo que necesita. La carencia o exceso de algunos nutrientes (vitaminas, minerales, proteínas, carbohidratos, lípidos …) pueden suponer una alteración en el funcionamiento normal del organismo. Puede haber una hipofunción, es decir, que algún órgano o sistema funcione menos de la cuenta, o bien una hiperfunción, es decir, que funcione más de la cuenta. Así que hay que estar atentos a los señales que nos da el cuerpo y averiguar a que pueden responder.
Cada señal nos aportará información sobre el origen de la disfunción. Por ejemplo: tener más sed de la cuenta puede estar relacionado con un problema de exceso de azúcar en la sangre o de una disfunción del sistema renal; un dolor articular de tipo reumático puede responder a un exceso de toxinas que se acumulan en las articulaciones; un cansancio injustificado puede indicar una falta de vitaminas o minerales; unas ganas incontroladas de comida dulce puede hacernos pensar en un episodio de ansiedad… En todo caso, cualquier síntoma será necesario consultar con un terapeuta o profesional de la salud.
Mens sana in corpore sano.
Si quieres mantener una mente ágil, clara, diáfana y sana, alimenta el cuerpo exclusivamente con lo que necesita: poca cantidad y mucha calidad. Una alimentación sana y liviana: el mejor son los alimentos naturales, no conservados ni procesados, vegetales y frutas, sin derivados de animal, y agua mineral natural. Y mantener el cuerpo sano, fuerte y en buenas condiciones físicas.
Pon orden y obtendrás paz interior.
Y así como cuidas el cuerpo físico, hazlo también con el cuerpo mental y emocional. Date el permiso para llevar una vida ordenada y equilibrada, con sentimientos puros (sin dejarse llevar por las emociones, que son una reacción de los sentimientos). Haz un análisis profundo de ti mismo, empleando la mente y el pensamiento como herramientas para conocer y comprender cómo funcionamos.
El orden interno que se derivará de este autoconocimiento nos aportará seguridad y paz interior. Así podremos mantenernos inalterables para conseguir los objetivos propuestos en la vida.
De esta manera podremos mejorar como personas, contribuyendo así a elevar nuestra conciencia y nuestros propósitos a favor de la humanidad y el planeta.