Por Oscar Garcia Navarro
Camino a la iluminación…
A finales del primer cuatrimestre de 2015 decidí unirme a un grupo de compañeros de Máster, Emma, Jesús, Alex, Juan, y Thomas, que iban a ir a la India durante tres-seis semanas –según el viajero.
Hacía menos de un año había estado en Egipto y pensar en la India como el siguiente destino me pareció una muy buena opción, a pesar de no ser de los posibles próximos viajes de mi lista de favoritos a realizar.
La semilla de la curiosidad la coloco Esteve Humet, profesor del Máster de Desarrollo Personal y Liderazgo de la UB, especialista en meditación y silencio. Una gran inspiración como maestro y una de las personas más interesantes que he conocido, de una clara autenticidad, generosidad, naturalidad, transparencia, coherencia y humildad.
Nos habló de sus vivencias en la India, donde visita asiduamente -una vez al año, desde su visión humana y espiritual.
Falto poco tiempo para que nos organizáramos, yo fui el último en incorporarme a la comunidad completando el número seis de los que nos comprometimos a ir.
El objetivo del viaje no estaba claro, queríamos visitar la India a nivel turista y los últimos días reunirnos con Esteve en Tiruvannamalai -en el Sureste, pero la pregunta era: ¿Qué ver?
Breves antecedentes de la India extraídos de Wikipedia:
“La India ―oficialmente República de la India (en hindi, भारत गणराज्य, Bhārat Gaṇarājya; en inglés, Republic of India) es un país ubicado en el sur de Asia.
Con sus más de 1240 millones de habitantes, es el segundo país del mundo por población ―después de la República Popular China (con 1370 millones).
Su superficie es de 3,3 millones de km², lo cual lo ubica en el séptimo lugar entre los países más extensos del planeta. Limita con el océano Índico al sur, con el mar Arábigo al oeste y con el golfo de Bengala al este, a lo largo de una línea costera de más de 7517 kilómetros.”
¿Por dónde empezar? Por ver… queríamos verlo todo, aunque quizás fuera muy ambicioso.
La solución fue saliendo a medida que se acercaba la fecha de partida. Después de consultas a amigos y conocidos que ya habían estado antes, y de investigar en webs, blogs, guías, y un sinfín de referencias.
Volvimos a recurrir a Humet, el cual nos dio las indicaciones adecuadas para evitar ser tan ambiciosos y exigentes –como buenos occidentales- hambrientos del consumo turístico.
Nuestra decisión fue visitar la parte del Sur, y obviar visitar lugares/monumentos emblemáticos como el Taj Mahal y la zona Norte por extensión y falta de tiempo.
Decidimos reservar las dos primeras noches en un hotel de Andheri East de Mumbai, con la idea de viajar tipo mochileros y por el camino ir reservando sitio con el móvil a medida que avanzáramos.
Nuestro viaje empezó el 15 de diciembre, llegando a Mumbai el 16 por la mañana, después de más de doce horas de trayecto, nos dirigimos al hotel con el ansiado deseo de poder reposar la mochila, cambiarnos de ropa, ducharnos, y descansar antes de proseguir nuestra aventura.
Al llegar al hotel nos dijeron en un inicio que no habían habitaciones disponibles, al rato nos ofrecían habitaciones a un precio más elevado del de la reserva.
Un huésped indio del hotel se ofreció a ayudarnos.
Sólo teníamos la referencia del padre Federico Sopeña, jesuita español de 90 años, con ciudadanía India después de haber vivido 68 años allí.
Nuestra idea inicial era visitarlo esa misma tarde o la mañana del día siguiente para poderlo conocer.
Las circunstancias nos obligaron acudir a él anticipadamente.
El amable huésped del hotel nos pidió un taxi y nos acompañó hasta la dirección del padre Sopeña. Una vez allí nos pagó el taxi y se despidió muy cortésmente.
Preguntamos por el padre, nos dijeron que no estaba, había sido ingresado en el hospital el día antes -nada grave afortunadamente, estaría de vuelta al día siguiente de nuestra llegada.
En el centro de los jesuitas explicamos lo que nos había sucedido en el hotel y nos ofrecieron su hospitalidad. Nos dieron cama y comida durante tres días y dos noches.
Los últimos días pudimos conocer al padre Sopeña, el cual ha realizado una fantástica labor en los años que ha estado en la India. Fue un enorme placer poderlo conocer.
Durante esos primeros días intentamos conseguir una tarjeta de teléfono del país, para poder navegar y así concretar y reservar alojamiento en los siguientes pasos que hiciéramos -camino al suroeste dirección a Kerala. No lo conseguimos, a pesar del esfuerzo de algunos miembros del grupo.
Estuvimos en Mumbai, y fuimos a ver a nuestros amigos de Sonrisas de Bombai.
Encontramos una parada de autobuses nocturnos de tipo cama. Decidimos destino a Goa y en la tercera noche empezó nuestra ruta.
Al llegar a la mañana (cuarto día) a su capital Panaji (Goa) buscamos alojamiento para pasar la noche. Al día siguiente continuamos el viaje con autobuses locales -seguimos bajando al sur de Goa.
En sucesivos días pasamos de Goa a Hampi, y de Hampi a Bangalore.
Nos reencontramos con Carolina de Colombia -compañera de Máster- que estaba participando durante esos días en un proyecto para la empresa que trabaja.
En esta ciudad vivimos los contrastes característicos del país, teniendo en cuenta que Bangalore es conocida como el «Valle del Silicio de la India» por su posición como líder nacional en empleos de tecnología de la información. Es un centro económico y la segunda metrópolis india con un crecimiento más rápido en 2008.
Fue aquí donde fotografié la que para mí podría representar o resumir el viaje que estábamos experimentando en este país.
Está tomada en una de las calles laterales de un mercado, y lo que destacaría de la foto es la expresión de estos dos niños con toda su naturalidad y bondad muy característico y entrañable del territorio.
El viaje continuó, llegamos a Kerala, concretamente a Kochi, Alleppey, vimos parte de sus parques naturales, y todo iba sucediendo con una sencilla fluidez sorprendente. Sin reservas, decidiendo sobre la marcha el siguiente destino y con la mochila a cuestas.
Finalmente nos dirigimos a Tiruvannamalai -una de las cinco ciudades sagradas para el Shivaísmo en el sur de la India.
Shivaísmo es la rama del Hinduismo que adora básicamente a Shiva, la deidad que, de la Trinidad principal (Brahma – Vishnu – Shiva) representa la destrucción en el ciclo del universo.
En este fantástico lugar nos reencontramos con Humet, quién nos enseñó y explico las peculiaridades del lugar. Además se nos unió un séptimo integrante al grupo, Israel.
La presencia de la montaña Arunachala, uno de los lugares más sagrados de la India. Lugar de peregrinaje espiritual de todo el mundo. De 800 metros de altura, con forma casi piramidal.
Los hindúes la consideran una manifestación de Lord Shiva, el destructor del ego, la fuente de vida para llegar al estado de Sabiduría.
Hay dos pequeñas cuevas de su ladera donde vivió Sri Ramana Maharishi, uno de los más importantes Maestros espirituales que surgieron en la India durante la primera mitad del siglo XX, y que a día de hoy continúa teniendo devotos y seguidores de todo el mundo.
Visitamos cada día el Ashram de Sri Ramana donde coincidíamos con Esteve.
Una madrugada caminamos junto a Antonio –amigo de Esteve, enamorado de la India, apasionado del advaita, y de gran corazón- en silencio por un sendero llamado pradakshina que bordea Arunachala, y andando por la carretera que también rodea Arunachala e incluye muchos lugares sagrados.
Es un lugar especial, y de fuerte energía.
Después de todo lo vivido y ya casi finalizando la estancia para los que veníamos para estar tres semanas, Esteve, nos presentó a Rosario, abogado de profesión, de origen de la India y perteneciente a los Dalit.
Antecedentes del término Dalit de Wikipedia:
“En el sistema de castas de la India, un paria, intocable, dalit o panchamas (en malayalam: തൊട്ടുകൂടായ്മ) es una persona que, de acuerdo con las creencias hindúes tradicionales, se considera fuera de las cuatro varnas o castas.
Varna se refiere a la creencia de que muchos humanos fueron creados a partir de diferentes partes del cuerpo de la divinidad Púrusha, y la parte de la que cada varna fue creada define el estatus social de una persona en relación con aspectos como con quién puede casarse y qué profesiones puede desempeñar.
Al estar fuera de las varnas, a los parias, históricamente, solo se les ha permitido realizar trabajos más marginales. Se incluyen los trabajadores del cuero (llamados chamar), los granjeros pobres y los jornaleros sin tierra, los artesanos callejeros, los artistas populares, los lavanderos de ropa y otros.
Tradicionalmente eran aislados en sus propias comunidades, hasta el punto de que las clases superiores evitaban el contacto de sus sombras. La discriminación contra los dalits existe aún en zonas rurales y en la esfera privada. No obstante, ha desaparecido en zonas urbanas y en la esfera de lo público, en lo relativo a libertad de movimiento y el acceso a la educación.”
Rosario, aparte de defender jurídicamente a los de su casta, está comprometido con la situación de desigualdad existente y fruto de ese compromiso a fundado y creado servicios de salud y educación, como colegios, hospitales, residencias, etc. Indispensables para remediar o acortar las diferencias que les separan a nivel cultural con sus congéneres.
Una causa digna de admiración.
Modestamente he intentado trasladar la experiencia de este gran viaje que he tenido la oportunidad de vivir y compartir con todos los mencionados en el relato.
De todos he aprendido y sólo puedo agradecer el haber podido compartir momentos, experiencias y situaciones que serán difíciles de olvidar.
Gracias.
…a la iluminación del camino.
Oscar Garcia Navarro
18/03/2016
3 comentarios
Gracias Óscar!!
Hola Oscar! Gran artículo. Gracias por compartir este viaje. Y grande HUMEEEEEETTTTT!!!!
Wow Oscar, toda una experciencia! Gracias por compartirla 🙂