“Debemos crear en nuestra persona la estabilidad que no podemos encontrar en el mundo. Si no, estamos en desventaja”
La falta de autoestima puede tener efectos devastadores en nuestra vida, limitando de manera significativa nuestro bienestar. Su carencia nos conduce a perder oportunidades, a no apostar por aquello que de verdad deseamos, a no asumir retos o cambios por miedo de no estar a la altura, a depender emocionalmente de personas que no encajan en nuestra vida aislándonos de los demás, incluso experimentando problemas para lo novedoso. Un sinfín de pequeñas conductas que no nos permiten tratarnos bien y enmascaran una baja autoestima.
Para ello, es muy importante cimentar unas bases sólidas sobre los pilares que la sustentan.
1. Vivir consciente. Cuando vivimos de espaldas a la realidad la traicionamos. Esto nos supondrá tener que distinguir los hechos de las interpretaciones y emociones, no renunciando o evitando realidades dolorosas o amenazantes. Por lo que es fundamental que nuestras acciones vayan en sintonía con nuestros valores y nuestro propósito en la vida. Estar dispuestos a corregir y aceptar nuestros errores.
2. Aceptación de uno mismo. Con nuestros errores y nuestros aciertos, siempre con el compromiso de mejorar. Es la disposición a aceptar en vez de desautorizar la realidad. Aceptar en más que reconocer o admitir, es experimentar e integrar en la consciencia.
3. Asumir la responsabilidad de sí mismo. Responsabilidad de elecciones, de acciones, de nivel de conciencia que aporto a las cosas, de mi conducta, de la manera en que utilizo mi tiempo, de la calidad de mis comunicaciones, de aceptar o elegir mis valores, de elevar mi autoestima. Si no asumo las responsabilidades, ellas se convierten en ensoñaciones.
4. Autoafirmación. Respetar mis deseos, necesidades y valores para buscar su forma de expresión adecuada en la realidad. Saber que nuestros deseos e ideas son importantes y que tenemos derecho a ellos.
5. Vivir con propósito. Significa emplear nuestras facultades para conseguir las metas que nos hemos propuesto. Plasmar nuestras metas en la realidad, fijar metas, actuar para conseguirlo. Mediante nuestros logros corroboramos nuestra eficacia y a su vez nuestra competencia en la vida.
6. Integración personal. De nuestros ideales, de nuestras convicciones, creencias o normas. Cuando la conducta es congruente con nuestros valores declarados, nuestros ideales y la práctica, tenemos integridad. No garantiza la mejor elección, pero ayuda a vivir en coherencia y a su vez mejora nuestro autoconcepto.
En definitiva, creer en ti y en tus infinitas posibilidades.