A día de hoy la Salud Mental todavía arrastra etiquetas muy negativas. Ir al psicólogo/a en ocasiones se encuentra rodeado de multitud de obstáculos y prejuicios. Hay un montón de justificaciones que pueden hacer que una persona se plantee que acudir a un especialista de la psicología no es la mejor opción o no llegar ni siquiera a plantearlo.
Pensamientos del tipo: «No necesito a nadie que venga a solucionar mis problemas», «¿Cómo le voy a contar lo que me pasa a un/a desconocido/a?», «Las personas más adecuadas para ayudarme son mis familiares, no alguien a quien no conozco», «Me da vergüenza», «Y… ¿Qué tengo que contar?», «El psicólogo/a, ¿me va a juzgar?, «¿Y si se lo cuenta a alguien?» ….
Pues bien, los psicólogos/as somo personas que hemos hecho de la psicología nuestra profesión. Que contamos con la cualificación y experiencia necesaria para acompañar en los momentos más difíciles.
No es necesario que nos hagamos «amigos», ni venimos a suplantar la confianza que tengas con tu pareja o con tus familiares. La relación entre psicólogo – paciente debe mantenerse siempre en el contexto «profesional», a pesar de que seamos cercanos, afables, empáticos e incluso, algunos, divertidos.
Una vez que decides que esta puede ser una opción, ¡tranquilo/a!, sabemos que no es fácil, que puedes tener nervios y sobre todo sabemos que no estás pasando por tu mejor momento. El psicólogo/a va a manejar con habilidad tu primera llamada de teléfono para que cuando cuelgues sientas que este puede ser un camino para mejorar.
El día de la primera sesión el psicólogo/a también prevé de antemano que puedes llegar con miedo, dudas, vergüenza, inseguridades,… «¡No tienes que hacer nada, el profesional es el responsable de manejar estos primeros momentos!»
Muchas personas llegan desbordadas de información, no saben por donde empezar, qué contar…es lógico y normal. El psicólogo/a te ayuda, te orienta y te escucha, el o ella se van a adaptar a ti, a tu forma de expresarte, a tu ritmo y a tus características individuales.
El/ la psicólogo/a poco a poco va «dibujando» un mapa de la persona que tiene sentado enfrente. Sus fortalezas, debilidades, experiencias previas, apoyos, valores, … sin juicios, sin comparaciones. Lo importante es conocer y comprender a esa persona que necesita ayuda y la necesita en su realidad, desde su forma de interpretar, de vivir y de sentir. Aquí no tienen cabida los juicios. El psicólogo/a no se forma para juzgar sino para acompañar, motivar, identificar, aliviar,.. Despacito va a ir llegando la apertura, la confianza, los objetivos de trabajo y los logros. Logros guiados y acompañados desde el respeto pero conseguidos gracias al trabajo de la persona que un día tomó esta opción.
Las heridas duelen, por eso en la terapia buscamos juntos la mejor manera para que cicatricen. Incluso aprendemos a vivir con esas cicatrices que forman parte de la historia de cada uno de nosotros. Se van a reavivar recuerdos, emociones, dolor, tristeza,… el psicólogo/a te ayudará a gestionar el pasado para avanzar en el presente sin miedo al futuro. Recuerda, el terapeuta no es ajeno a tu dolor.
El rol que otorga la profesión al especialista no le tienen ni nuestros amigos ni nuestros familiares que siempre en base al amor que nos tienen quieren lo mejor para nosotros. Además cuando acudimos a ellos buscamos el desahogo, el consejo. La terapia es un espacio clínico donde el profesional también busca lo mejor para sus pacientes pero desde la objetividad y nos da la posibilidad de separar la vida personal del «trabajo terapéutico» huyendo de momentos en los que ambos se puedan entremezclar y nos pueden confundir.
«Y ahora que empiezo a mostrar quién soy y cómo siento…. ¿se lo contará a alguien?, ¿y si llama mi pareja, mis padres, hermanos,… preguntando?» Tranquilo/a, en la primera sesión el psicólogo/a te explicará la importancia de la confidencialidad, es una obligación tanto ética como legal además es la base que sustenta la relación terapéutica. Desvelar información sin el consentimiento del paciente solo puede hacerse si es un asunto de fuerza mayor. Pero muy mayor, como que corra peligro la vida o la de una tercera persona. Y poco más. Todo lo que escape de esto necesita el consentimiento explícito del paciente.
Espero haberte acercado un poquito más a la figura del psicólogo. Este es mi trabajo y la forma de ayudar a los demás desde la profesión.
Cuando aparezca una situación que no sabes gestionar, que te ocasiona malestar, que no sabes como solucionar, que te desborda, que se escapa de tu control ¡Haz esa primera llamada! Puede ser «TU CAMINO PARA MEJORAR».