Hace unos días, conversando con la comisión técnica de un club deportivo, debatíamos sobre la situación conflictiva que vivía uno de sus equipos y qué soluciones veíamos. Como siempre, el liderazgo apareció en los comentarios: “en dinámicas negativas se necesita un entrenador con carácter”, “sí, es un grandísimo entrenador, pero para dinámicas positivas…”, “no todo el mundo sirve para todos los equipos…”. Ante estos comentarios mi reflexión fue la siguiente: ¿realmente creemos que existen diferentes líderes para diferentes situaciones? ¿O la clave de un liderazgo efectivo es adaptarlo a la situación siendo capaz de comportase como el equipo necesita en cada momento? En mis últimas experiencias, tanto empresariales como deportivas, ya no ha servido el “yo soy así y este es mi método…”. Sin lugar a dudas, las claves para liderar dinámicas de grupo han sido: la capacidad de análisis de la situación, la toma de decisión consensuada y adecuada (no siempre la misma) y la adaptación de la comunicación y los comportamientos en función de ello. Pero lógicamente este no es el camino más fácil: hay que entrenarlo.
Actualmente el estilo de dirección de equipos que predomina es el denominado liderazgo situacional. Aquel que es capaz de moverse entre todos los estilos de liderazgo ante un conflicto. En función de los miembros del equipo, la situación y la cultura de la organización, este liderazgo se moldea de una manera estratégica, flexible y coherente, para conseguir los objetivos que se propone. Ayudar y formar a entrenadores, directivos y managers en este liderazgo, es clave para que estos se conviertan en los líderes de sus equipos. Formarlos no sólo en conocimientos, sino también a nivel competencial es fundamental para el desarrollo del mánager y sus resultados.
Invertir en la formación de este tipo de liderazgo en los managers es crítico para lograr a medio largo plazo unos buenos resultados en la cuenta de explotación.
Por supuesto, este liderazgo no significa poca claridad o ambigüedad. El buen líder situacional deja claro (incluso antes de empezar a gestionar un equipo) cuándo utilizará un estilo u otro, estableciendo las siguientes premisas:
- Qué situaciones y comportamientos se consideran inaceptables y no se toleran. Si se producen, todo el equipo tiene claro sus consecuencias. El estilo de poder del manager en estas circunstancias previstas se entiende, se comparte y se acepta por parte de todos.
- Qué se puede comentar y consensuar. Este rol negociador es necesario para el compromiso de todos los miembros de un equipo.
- Cuándo el manager está abierto a ayudar. Dónde él actúa como líder coach para el mejor desarrollo individual y colectivo.
- Cuándo el mánager no intervendrá. Este rol pasivo del líder es importante para fomentar la autonomía, y no estar interviniendo constantemente en todos “los líos” descuidando lo importante.
Convertir situaciones inciertas en controlables debe convertirse en parte del trabajo de un líder eficiente.
Acostumbramos a dar las cosas por supuestas (“el jugador ya lo debería saber…”, “mi técnico tiene experiencia y me conoce…”). Cuando un equipo me solicita ayuda o asesoramiento, siempre acostumbro a analizar las diferentes situaciones en que se puede encontrar y las preparamos, para entrenarlas individual y colectivamente. Contra más se acota, menos imprevistos gestiona el líder, y esto le ayuda a ser más eficiente.
Poner en práctica este de liderazgo y entrenarlo, no nos soluciona todo pero nos garantizará:
- Un modelo positivo de reacción ante dificultades o conflictos.
- Generosidad entre los miembros del equipo y con el líder.
- Un estilo de comunicación asertivo e influyente.
- Una alineación entre los objetivos individuales y los colectivos.
El modelo de liderazgo que nace de la estrategia y de los valores, debe determinar los comportamientos más adecuados para las diferentes situaciones que tenemos que vivir en este entorno extremadamente cambiante. A partir de ellos, entrenar nuestras habilidades para alcanzar el máximo nivel competencial, provocará afrontar situaciones diversas con garantías. ¡No demos nada por supuesto!