Amaia Romero y su canción Tocotó: un mensaje sobre la autoexigencia y presión social.
¿Cuántas veces te has sentido corriendo sin parar, como si la vida fuera una carrera constante? Yo también he estado ahí. Hoy quiero hablarte sobre algo que me ha hecho reflexionar últimamente, y quizás a ti también te resuene. Es la canción de Amaia, llamada «Tocotó», que captura esa sensación de estar siempre corriendo, intentando llegar a todo… y nunca sentir que es suficiente.
Un fragmento de la canción dice: «Quiero quedar primera, mira, todos han salido y yo sigo en la bandera». ¿Te ha pasado? Esa sensación de que todos avanzan mientras tú sientes que te quedas atrás.
Vivimos en una sociedad que nos exige mucho: ser productivas, eficientes, llegar primero. Pero, ¿nos detenemos a pensar desde dónde estamos corriendo? A veces parece que nuestra dirección se ve motivada más de la presión externa que de lo que realmente queremos o necesitamos.
Esto definitivamente, es agotador. Como dice Amaia «Todos me alcanzan, no llego a tiempo, estoy cansada». Corremos y corremos, pero ¿hacia dónde?. Y es que a veces no somos conscientes de lo cansadas que estamos hasta que nos detenemos o la situación nos sobrepasa. Nos hemos dejado llevar por la urgencia de no quedarnos atrás, de cumplir con todo lo que se espera de nosotras, sin darnos cuenta del desgaste emocional y físico que eso conlleva. Esa urgencia que al fin y al cabo, no es más que una trampa «Que por mucho que te muevas no estamos más cerca de la meta».
Por último (y la parte que más me gusta) es cuando Amaia nos recuerda que, al final, «no es ninguna carrera». La vida no es una competencia. No estamos compitiendo con nadie, más que con nosotras mismas. Toda esta exigencia recae de manera directa en nuestro propio discurso, en lo que nos decimos que somos y en cómo nos valoramos. Llegando a desconectar de nuestros valores y lo que queremos que se de más en nuestra vida. Nos imponemos metas y nos medimos con estándares que ni si quiera hemos elegido conscientemente.
El verdadero desafío es detenerse y mirar hacia adentro. Preguntarnos: ¿Para qué esta carrera? ¿Hacia donde voy? ¿Es lo que realmente quiero que se de en mayor medida en mi vida? ¿Cuánto de dispuesta estoy a experimentar y transitar el malestar que supone soltar el «control» y aprender a darle dirección a mis pasos? Alinear nuestras acciones con nuestros propios valores nos libera de esa presión constante de «tener que» y nos permite actuar desde un lugar más amable, más conectado con lo que de verdad queremos.
La próxima vez que te sientas presionada por cumplir con todo, por llegar a todas partes, recuerda: está bien detenerse. Respira. Reflexiona sobre lo que realmente te importa. No es una carrera, y no tienes que correr todo el tiempo. Al final, lo más valioso es encontrar tu propio ritmo, ese que te haga sentir bien contigo misma, con tus decisiones, con tu vida.
La vida es el camino, no la meta. Así que, ¿por qué no disfrutar del paisaje mientras avanzas?
Si este artículo te hizo reflexionar, te invito a compartir tu experiencia en los comentarios. Y si sientes que necesitas ayuda para encontrar tu propio ritmo, estoy aquí para escucharte.