Amar lo inamable, no es amar lo que daña fuera, no es permitir todo, no es ser laxa con quien no duda con conocimiento mentir, y ejecutar actos en contra del bien y del amor hacia el otro.
Durante años estuve perdida en esta frase, acompañada de un errado concepto de amor incondicional, siempre fuera, cavando hacia el lado contrario con pico y pala, exhausta, confundida, creyéndome insuficiente, incapaz de encontrar el camino, ciega bajo toneladas de creencias, fidelidades, pensamientos y emociones a la contra, un diálogo interno que me apuntaba con el dedo como “la culpable”, la causa de no lograr amar lo inamable ahí fuera, en otros.
¿Qué es lo inamable? ¿Qué es lo que no se puede amar? ¿Amar significa tolerar todo? ¿Soportar incoherencias? ¿Abusos? ¿Ataques? ¿La inmadurez de otros? ¿La falta de responsabilidad? ¿Los malos tratos?…
La compasión cuando está mal dirigida(ego) es un lugar oscuro, no permite ver con claridad, es como un tejido que solo deja entrar “lo bonito”, la mirada tierna, la bondad, la sensibilidad, la inocencia, la comprensión, la empatía, el acogimiento al otro, pero es desde un estado alterado de conciencia, dirigido por un pensamiento mágico(infantil), sesgado, aniquilando el poder real de la compasión.
El amor y la compasión no son frágiles, no justifican, no toleran lo intolerable, no son blanditos, no son laxos, ni permisivos en exceso, al contrario, reconocen la verdad en todas sus dimensiones, son ecuánimes, justos, capaces de sostener lo que es tal como es, sin máscaras, pueden ver lo bello, lo bueno y lo verdadero, y también sin mover ni una pestaña, lo feo, lo malo y lo falso, sin modificar nada, en mera observación, más con autoridad y respeto.
En nombre del amor se han cometido actos abominables, daños irreparables, y es nuestra responsabilidad liberar, limpiar el nombre del amor, no atribuyéndole lo que nada tiene que ver con él.
Amar lo inamable es dentro, no en los otros, aunque nos sirvan de espejos. Cuando logramos amar aquellos aspectos que despreciamos, rechazamos, juzgamos, reprimimos, negamos en nosotros mismos por considerarlos reprobables, entonces estamos listos para amar a otros.
Permitir manipulaciones, desaires, mentiras, traiciones, ocultamientos, malos tratos infidelidades, deshonestidad, incoherencias, falta de compromiso o responsabilidad, daño con conciencia, no es “amar lo inamable”, por qué esto, nada tiene que ver con el amor propio y, por ende, con el AMOR en mayúsculas. Justificar determinados actos, basándonos en el dolor y las heridas de infancia del otro, mantiene la codependencia.
Una empatía llevada al extremo, no nos conduce a la salida, más bien perpetúa el propio estado de inconsciencia y nos deja con seguridad en el laberinto sin salida de lo incierto, de la mentira a la que estamos alimentando, y por lo tanto somos tan responsables como la otra parte.
Mandar a la mierda, decir basta, hasta aquí, se acabó, también es loable, poner límites sanos no es al otro, que sin duda está dispuesto a saltárselo cuando le venga en gana, son dentro, es un “nunca más” interno, es el RESPETO a quien soy, donde elijo, cómo, cuándo, dónde y con quién, cuando me responsabilizo de mi propio bienestar y donde hay derecho de admisión.
Con amor