Me encuentro frecuentemente en consulta con mujeres que les cuesta alcanzar el orgasmo. Aunque no es un problema frecuente en hombres, también he atendido a gente con este motivo de consulta y las causas no difieren mucho entre ambos géneros.
Por lo general, la anorgasmia, como se suele llamar en el caso de las mujeres, o la eyaculación retardada, para el caso de los hombres, tiene mucho que ver con la dificultad para dejarse llevar o para dejarse sentir. A mí me gusta referirme a ello como la dificultad para llegar al orgasmo o, incluso, si nunca se ha experimentado el orgasmo, a las sexólogas nos gusta llamarlo pre-orgasmia. Es una forma de dar a entender que no es que haya una dificultad o una imposibilidad para sentir, sino que aún no se ha llegado al clímax.
En este artículo quiero explicaros qué es la anorgasmia y qué tipos hay, así como hablar de las causas que pueden producir esta dificultad sexual.
¿Qué es la anorgasmia?
Como ya os habéis imaginado, la anorgasmia es la dificultad para alcanzar el orgasmo. Llamamos anorgasmia primaria o pre-orgasmia cuando no se ha experimentado nunca; anorgasmia secundaria, cuando se ha experimentado a lo largo de la vida pero en algún punto de esta se ha dejado de alcanzar; y por último, tenemos la anorgasmia situacional, en la cual se alcanza el clímax en algunas circunstancias sí y en otra no. Por ejemplo, cuando se alcanza durante la masturbación, pero no si se está con una pareja sexual. En mi experiencia, este tipo de anorgasmia es la más común.
Causas de la anorgasmia: ¿por qué me cuesta tanto llegar al orgasmo?
Antes de nada, quería aclarar que el orgasmo no lo es todo en las relaciones eróticas. Tener un encuentro sexual sin orgasmo no lo hace menos placentero. Aun así, lo primordial es entender de dónde viene el problema, así que aquí te explico algunas de las causas que pueden estar influyendo en tu dificultad para llegar al orgasmo:
- Cascada de pensamientos.
Te distraes. Tienes estrés y no puedes parar de pensar en otros temas como lo que te queda pendiente o si te has dejado la luz encendida. Te tienes que concentrar para conectar con tu cuerpo y el sexo requiere un esfuerzo mental para ti.
- Estimulación inadecuada.
Ojo, a veces creemos que el problema es propio y, sin embargo, también puede estar influyendo que la persona con la que estás no te está estimulando como a ti te gusta. Cada persona toca de una manera diferente y lo hace desde lo que le ha funcionado en el pasado, lo cual no quiere decir que eso le sirva a todo el mundo. Aquí no eres tú, es tu pareja sexual… y vuestra falta de comunicación (una invitada más en vuestro encuentro). Por eso, es tan importante la asertividad sexual y de la cual te hablo en mi libro.
- Presión por llegar al orgasmo.
Notas que para tu pareja sexual es muy importante que llegues al orgasmo y que disfrutes, sin embargo, tú solo piensas en complacer. De esta manera, tu placer queda relegado a un segundo plano, no lo estás priorizando y tu objetivo es que la otra persona quede satisfecha. De nuevo, el sexo es un esfuerzo.
- Visualización excesiva de pornografía.
El problema con la pornografía radica en que genera habituación. Esto quiere decir que, dado que los estímulos visuales del porno son tan intensos, tu cerebro se acostumbra a ellos, de tal manera que, después, lo que ves en la realidad ya no te estimula. El porno es problemático porque, incluso, puede llegar a generar adicción.
- Erotofobia.
La erotofobia es el conjunto de actitudes, creencias o sentimientos negativos hacia la sexualidad tales como ver el sexo como algo sucio, que debe traer consigo culpabilidad o vergüenza. Ha quedado más que demostrado que la erotofobia está correlacionada con una menor satisfacción sexual. Su opuesto es la erotofilia; las personas que se ubican más en esta posición tienden a involucrarse más en su crecimiento erótico, respetan las sexualidades diversas, y son sexualmente más asertivas, entre otras ventajas.
- Poco autoconocimiento.
Al igual que una estimulación inadecuada por parte de tu pareja sexual influye en la dificultad para llegar al orgasmo, que no sepas cómo estimularte tú influye todavía más. ¿Cómo vas a comunicar lo que te gusta y cómo te gusta si ni siquiera lo sabes tú? ¿Por qué se da por hecho que la otra persona tiene que saber lo que necesitas? Conocer tu cuerpo y tus genitales y cómo funcionan es vital para disfrutar con ellos.
- Miedo al descontrol.
¿Te consideras una persona controladora? Esta es una pregunta que hago siempre en consulta cuando la persona que tengo delante tiende a no disfrutar en las relaciones sexuales y más si, en concreto, la dificultad está en llegar al clímax. Porque, ¿qué es el clímax si no un momento de descontrol absoluto? Te abandonas a una de las sensaciones más placenteras que el cuerpo humano puede proporcionar y,… es muy bestia.
- No te dejas llevar.
Como dice la canción, “dejarse llevar, suena demasiado bien”, es decir, no va mucho contigo. Pero te gustaría. Improvisar, manejar la incertidumbre en los planes, ver cómo algo se sale de lo que tenías previsto, son cosas que te cuestan, más bien. Tienes la costumbre de intentar controlar todo y en la sexualidad, ¡sorpresa!, también.
Conclusiones.
Son las mujeres quienes más expresan esta dificultad. En los hombres, como decía, técnicamente se diagnostica como eyaculación retardada, pero a mí no me gusta hacer esa distinción porque hay hombres que no experimentan el orgasmo tampoco. Por un lado, con esta distinción en los hombres se está recalcando que es más importante el acto de eyacular que el placer en sí. Por el otro, parece que en los manuales diagnósticos ni siquiera se contempla la posibilidad de que el hombre no llegue al orgasmo, como si dijeran: “tardarán más o menos, pero al final llega”.
Por supuesto, el no haber tenido nunca un orgasmo es bastante más frecuente en mujeres que en hombres. Yo al menos aún no he conocido el caso de un hombre que nunca haya tenido un orgasmo, dado que la eyaculación es un reflejo del cuerpo (asociado sistemáticamente con el placer). Sin embargo, los factores culturales y moralistas sobre la sexualidad femenina hacen que las mujeres tengan más dificultad para sentir placer y dejarse llevar por sus fantasías y deseos sexuales.
¿Buscas terapia sexual?
Si te cuesta llegar al orgasmo o no lo has experimentado nunca, en la terapia sexual te ayudará a trabajar esta dificultad. Esta terapia consiste en indagar de dónde puede venir el problema y, a partir de ahí, enfocar el tratamiento en función de tu historia y tus circunstancias. Si te interesa, puedes pedir cita aquí.
Referencias bibliográficas
Jiménez Cabrera, F. R., & Salazar Vieira, D. J. (2020). Relación de las actitudes sexuales con el constructo erotofobia/erotofilia, en personas de edad adulta (Bachelor’s thesis, Universidad del Azuay).