Es curioso como la gente suele hacer referencia a la autoestima como una exigencia: “tienes que valorarte más”.
La exigencia y la autoestima son un buen equipo, si trabajan en equipo. Pero lo más habitual que nos encontramos, es una exigencia alta que coloca las metas tan arriba que es imposible que la autoestima se pueda poner la medalla de “conseguido”.
En la actualidad, vivimos rodeados de mensajes positivos que nos instan a querernos. Sin embargo, no nos apreciamos mucho más que antes. Somos más conscientes de la importancia de la salud mental, y tratamos de cuidarla. Leemos libros de autoayuda, seguimos a psicólogos, coach o personas que hablan de crecimiento personal en redes sociales, escuchamos podcasts sobre cómo mejorar nuestra autoestima.
Pero…, ¿entendemos de verdad qué significa quererse?.
Si no interiorizamos que una autoestima alta no sólo parte de poner en valor mis capacidades, que eso es únicamente, la mitad del trabajo, es imposible salir del bucle en el que nos mete la exigencia.
Se quiere, con “amor del bueno”, aquella persona que se perdona los errores y que acepta sus defectos tanto como sus virtudes.
Vivimos en nuestra cabeza desde el primer minuto de nuestra vida hasta el último. Las palabras que más oyes son las tuyas. Cuidar como nos hablamos, prestar atención a los juicios duros que nos hacemos, abrazarnos en los errores, tenernos paciencia, es decir, ser nuestros mejores amigos, suele ser la clave para tener la famosa autoestima alta.
Y hacer todo esto, es un entrenamiento constante, en el que no se trata tanto de no hacerlo más, si no de volver a tierra cuando puedas y con cariño. Y esto, ¿en qué consiste?.
Tu cerebro está lleno de pensamientos, repuestas emocionales y conductuales muy arraigadas, es decir, muy automatizadas. Y eso está bien, es correcto. El cerebro necesita una guía para poder ubicarse en el mundo, y esta guía no puede cambiar constantemente. Nuestros cambios son lentos precisamente por ello.
Sólo por leer este post no vas a quererte más y mejor. Pero es más probable que lo recuerdes después de haberte criticado tras un fallo. Este es el primer paso: darse cuenta. El segundo paso será recordar que hacer más de lo mismo no es terrible, sólo esperable. Son respuestas muy automatizadas. El tercer paso consiste en pensar de qué otra manera podemos enfocar la situación que resulte más constructiva, es decir, más considerada hacía ti mismo.
Recuerda, cuando puedas… vuelve!!