Parece difícil pensar que cuando amamos algo o a alguien, pueda convertirse con la misma intensidad en dolor.
Mi reflexión para esta semana es intentar contestar a la pregunta: ¿Cuándo amor y dolor cobran sentido juntas? Recalco las palabras, cobran sentido juntas, porque tal y como entendemos amor y dolor no solemos relacionarlas.
Estamos acostumbrados a vivir como normal las emociones que mal llamamos “positivas”, entre las que se encuentra el amor. Por otro lado, lo que solemos hacer con las que mal llamamos “negativas”, es negarlas o huir de ellas.
La experiencia nos pone, una vez tras otra, ante la realidad de vivir la pérdida de algo que ha sido muy importante para nosotros, o de alguien al que hemos querido mucho. En ambos casos, lo natural es que sintamos dolor en una intensidad parecida al amor que sentimos por la pérdida. Y al igual que hemos permanecido en el sentimiento de amor mientras duró la relación con lo amado, necesitamos permanecer en ese sentimiento de dolor, para finalmente, llegar a trascenderlo.
Las características de un duelo normal según las consideraciones de Kaplan son:
Aturdimiento y perplejidad ante la pérdida.
Dolor y malestar.
Sensación de debilidad.
Pérdida de apetito, peso, sueño.
Dificultad para concentrarse.
Culpa, rabia.
Momentos de negación.
Ilusiones y alucinaciones relacionadas con la pérdida.
Identificación con la persona que hemos perdido.
Este tipo de sintomatología puede asustar a la persona que lo experimenta, y dar a entender que no estamos teniendo un buen proceso de duelo. Sin embargo, esta creencia podría tener su origen en el miedo a experimentar este tipo de sensaciones que mal llamamos “negativas”, más que en tener pensamientos adaptativos y facilitadores, como es pensar que para poder superar la pérdida es necesario pasar por este camino de dolor. En el momento que aceptamos esto, es cuando empezamos a relacionarnos de manera más amorosa con nuestras respuestas ante la pérdida.
Por lo tanto, es ahí cuando dirigimos la fuerza de una emoción tan potente y sanadora, como es el AMOR hacia nuestro ser doliente. Amor y dolor se unen para facilitarnos la experiencia.
NOTA: Si usted está experimentando una pérdida, y la intensidad de dolor es tan grande que siente que solo no puede afrontarla, le ruego póngase en contacto con un profesional de referencia, ella o él sabrá como acompañarle.