La separación de una pareja cuando hay hijos en común puede causar problemas emocionales y psicológicos en los menores. Si bien es cierto, que España es uno de los países con mayor tasa de divorcios en Europa, las familias no siempre están preparadas para asimilar estas rupturas.
En muchos casos, los menores tienen que ponerse en manos de un psicólogo para poder adaptarse a los nuevos cambios. La ayuda de un profesional en esta materia será muy valiosa para que el pequeño pueda aceptar la decisión de los padres y entender que un divorcio es un proceso natural que afecta a muchas familias.
¿Cómo contarles a los hijos la separación de sus padres?
Hay niños que piensan que la pareja se va a separar por culpa de ellos y esto es muy doloroso para el menor. Es necesario, que los padres aclaren que la separación solo les afecta a ellos, para que el niño entienda que sus padres siempre estarán cuando los necesite.
La percepción errónea de la ruptura puede generar ciertos trastornos que necesitan de un psicólogo para poder corregirlos. Además, es necesario que el niño se sienta querido y se le haga entender que va a seguir siendo cuidado por sus progenitores.
¿Qué síntomas presenta un niño cuando los padres se separan?
Cuando la pareja decide separarse, lo más normal, es que el niño se sienta solo e impotente. Esto puede generar un gran número de emociones encontradas, como la tristeza, el enojo o la rabia. Por este motivo, el pequeño debe aprender a gestionar correctamente los temores para evitar posibles problemas de conducta.
Esta decisión también puede afectar a la autoestima del menor, ya que no podrá entender o asimilar la nueva situación, por lo que podría influir en su rendimiento escolar. Por este motivo, tampoco es conveniente cambiar a los hijos de centro escolar durante este proceso de divorcio, porque uno de sus pilares son los profesores y compañeros de colegio.
Asimismo, también se pueden generar problemas que afectan a las relaciones sociales con otros niños. La falta de autoestima deriva en complejos y la posibilidad del aislamiento para evitar hablar de este tema.
¿Cómo ayudar a un niño a afrontar la nueva etapa?
Los niños con familias en las que falta la figura materna o paterna pueden adoptar actitudes poco racionales. En muchos casos, se dejan llevar por impulsos y tienen comportamientos agresivos. Lo mejor para evitar que se genere un cuadro de angustia es contarles, según su edad, cómo va a ser la separación o el divorcio.
Los padres deben tener la habilidad de comunicarse con sus hijos con coherencia, tranquilidad, calma y evitar diferentes posturas, porque la salud emocional del pequeño está en juego. Es necesario que las exparejas colaboren en la educación de los niños para que se desarrollen como individuos de forma responsable y saludable.
Acudir a un profesional para ayudar en el proceso de divorcio
Tal como hemos indicado al principio, acudir a un psicólogo puede garantizar una terapia adecuada para el menor. De hecho, esto es lo más conveniente si los padres no pueden manejar la situación por sí mismos. No todos los niños se comportan de la misma manera, por lo que las reacciones pueden ser diferentes según su edad.
La psicología infantil aborda de forma efectiva este problema tan habitual. Cualquier profesional contará con las herramientas necesarias para evitar que la nueva situación familiar afecte a la salud emocional del menor. El objetivo es encontrar la mejor manera para lograr que el niño sea feliz.
En algunos casos, los hijos buscan la vía para que los padres vuelvan a estar juntos, por lo tanto, podrán intentar manipularlos de muchas maneras. Incluso, pueden adoptar conductas para llamar la atención, como hacerse daño o enfermar. Si durante este estado de negación, los síntomas del niño se alargan en el tiempo, lo mejor es acudir a un profesional para tratarlo correctamente.
En conclusión, está claro que esta terapia ayuda a que el niño pueda aceptar los cambios. Las sesiones serán necesarias para identificar los elementos que influyen en la conducta del pequeño y cómo lograr su bienestar y evitar una actitud hostil. En definitiva, el objetivo es que el psicólogo pueda hacerle comprender la nueva situación para que su vida se normalice.