Es imposible sobreestimar la importancia de una buena digestión. De su eficiencia depende la elaboración de la materia prima de la nutrición y, por lo tanto, nuestra salud. Jamás existe una buena nutrición sin una buena digestión. La mejor dieta es incapaz de proporcionar algún provecho al organismo si el proceso digestivo no cumple con su cometido.
Una mala digestión no podrá suministrar los elementos necesarios para tener y mantener una sangre rica en nutrientes esenciales. Entonces, los tejidos no serán adecuadamente nutridos, decaerá el estado general de salud, y el organismo irá deteriorándose. Es de suma importancia tener presente que la calidad de la sangre depende, sobre todo, de la elaboración de sus elementos constitutivos, la cual tiene lugar en el conducto digestivo. Por lo tanto, que el organismo digiera bien significa modificaciones favorables de los tejidos en todo el cuerpo. Mejorando la digestión se mejoran todas las funciones vitales y se obtienen muchos e importantes beneficios.
La indigestión es el inicio, aunque no la causa, de las enfermedades más graves que sufre el hombre. Toda alteración funcional se convierte en causa indirecta, y el envenenamiento y la falta de nutrición que genera la indigestión se añaden a las causas principales de los sufrimientos humanos. Evitar la indigestión es preservar la salud, y remediarla es restablecerla.
Una larga lista de molestias o síntomas acompaña el progresivo deterioro de la función digestiva, como gases, eructos ácidos, sensación de malestar, dolor en el vientre, insomnio y noches poco reparadoras, lengua sucia por la mañana, heces hediondas, nerviosismo, etc.
Si pensamos en las enormes cantidades de bicarbonato, magnesio, todo tipo de suplementos y otros productos farmacéuticos similares que se consumen diariamente en todos los países civilizados para aliviar las molestias que causan la fermentación ácida y los gases en el tubo digestivo, todo ello fruto de malas digestiones, llegaremos pronto a la conclusión de que globalmente nuestro mundo padece de indigestión crónica. Los trastornos después de las comidas son cada vez más comunes y nadie sabe hacer otra cosa que proporcionar a los aquejados unas pocas horas de alivio. ¿Y qué hace pues la muy pregonada “ciencia médica”? ¿No puede encontrar nada duradero y eficaz para corregir un trastorno funcional tan sencillo como éste?
Además, el consumo de “ayudas para la digestión” y de productos para “aliviar” molestias, aparta la atención del afectado de la verdadera solución a sus problemas, y no le permite conocer la verdad sobre su estado de salud, ni cómo puede realmente recuperarla. Me quedo perpleja al ver cómo la humanidad sigue confiando, desde hace tanto tiempo, en tales remedios que han fracasado siempre.
Resulta obvio que se requiere un enfoque radicalmente distinto para remediar de una vez para siempre la indigestión. No se gana nada llenando los bolsillos de fabricantes y vendedores de medicamentos. Esta gente amontona fortunas con el negocio de sustancias que sólo aumentan los sufrimientos de las pobres víctimas engañadas por el fetichismo medicamentoso. Por el contrario, la HIGIENE VITAL representa para los enfermos el final de sus sufrimientos, liberándoles a la vez de sus ataduras a las viejas falacias.
Si tienes problemas digestivos (o cualquier tipo de enfermedad) y necesitas asesoramiento no dudes en contactarme en privado a través de esta página. Con la Terapia Higienista te garantizo que vas a obtener grandes resultados en un período corto de tiempo, sin necesidad de tomar fármacos ni suplementos ni alimentos cancerígenos, sino tan simple como darle a tu organismo el alimento que realmente necesita y respetando las combinaciones entre ellos. Gracias!
VEHYS