La llegada al hogar de un segundo hijo genera la misma alegría y emoción de la primera vez; sin embargo, nuevas circunstancias surgen para poner en cuestionamiento el saber y la práctica de los padres y exigen de ellos nuevas acciones para remediar los problemas que nunca antes habían enfrentado. Uno de estos nuevos problemas que surgen con la llegada de un segundo hijo es el de los celos entre hermanos. Es común que un hijo único, que antes recibía toda la atención y el cariño con carácter de exclusividad por parte de sus padres, sienta incomodidad y envidia porque deba ahora compartir su espacio, cariño y atención con un hermano recién nacido.
¿Cómo actúa un niño celoso?
No necesitamos ser un psicólogo infantil para darnos cuenta de que la envidia está presente en nuestros hijos. Los celos son un sentimiento generado por la sensación de no recibir objetos o atenciones en la misma cantidad y calidad de la que se recibía antes. Es una impresión de amenaza ante la presencia de otro individuo y al cual le endilgamos la culpa de quedarse con lo que debería correspondernos. En el caso de los niños, la manifestación de este sentimiento se expresa en comportamientos anómalos que buscan recuperar la atención perdida. Puede ocurrir que el niño celoso de su hermano manifieste comportamientos que se creían ya superados como los berrinches, la desobediencia, el mojar la cama, la violencia, la tristeza, el aislamiento y puede llegar hasta el extremo de agresión física hacia los miembros de la familia.
Cambios en la vida familiar
Además de los cambios psicológicos y en el comportamiento, el niño celoso puede somatizar la tensión emocional producida por la envidia y generar incluso malestares físicos como dolor abdominal, diarrea, vómitos y mareos. En todo caso, esta situación afecta considerablemente no solo a los niños sino a todo el entorno familiar pues cambia la rutina cotidiana y el permanente conflicto obliga a buscar solución de expertos. Ante ello, los padres deben reflexionar acerca de su trato ante los hijos y nunca emplear la violencia o los gritos como recurso de corrección. De ocurrir esto, el niño estará aprendiendo que la violencia es siempre un recurso para solucionar los conflictos y de seguro repetirá esta conducta cuando sea un adulto.
¿Cuándo acudir a un psicólogo infantil?
Cuando los padres han agotado todos los recursos para tratar de equilibrar la atención y el cariño entre sus hijos, cuando han preparado con antelación la llegada del nuevo hermano, involucrando al hijo mayor en las decisiones de decoración de la habitación y cuidados para el bebé, cuando se ha intentado enseñar la concordia y la camaradería que debe existir entre los hermanos y demostrarles que no existe mejor regalo en el mundo que contar el uno con el otro, y aún así el problema de celos persiste, entonces es hora de acudir a los servicios de un psicólogo infantil. Este profesional podrá enseñarnos a gestionar eficazmente este sentimiento negativo entre hermanos y ello será una enseñanza que ayudará a nuestros hijos a convivir por siempre en sociedad.