¿Qué pasa con la edad?
- Con 18 años, somos unos niñatos inmaduros, salimos de fiesta y nos emborrachamos.
- Con 30 años, tenemos que tener un buen trabajo, el piso comprado y la pareja.
- Con 40 años, se nota que ya no tenemos 20, se nos está pasando el arroz.
- Con 50 años, ya no valemos a nivel profesional, es imposible cambiar de trabajo.
- Con 60 años, estamos desfasados.
- Con 70 años, empezamos a perder la memoria.
- Con 80 años, ya no servimos para nada y nos duele todo.
A cada edad le corresponde una larga lista de prejuicios y creencias limitantes. Se define un estereotipo que, supuestamente, cumplimos todos: nos encasillan y nosotros mismo/as nos encasillamos.
Tiene que ver con las experiencias vividas, el físico, el trabajo, la forma de vestir, los intereses, las relaciones, las competencias y la salud. ¡No hay área de la vida que se salve!
El efecto espejo puede ser demoledor
Cuando te preguntan por tu edad, se despiertan en ti pensamientos acerca de todas las cosas que se supone que tendrías que tener y que aún no has conseguido. La pregunta te devuelve a la cara todos tus posibles fracasos con respecto a las creencias colectivas de la sociedad. Es un recordatorio doloroso cuando no estás del todo bien contigo mismo y con tu vida. ¿Qué hacer pues para salir de esta situación incómoda?
Paso nº1: Date cuenta
Cuando algo te genera malestar, es una oportunidad para darte cuenta de lo que te pasa. Ignorar ese estado y lo que lo genera es una huida inútil. Entonces párate y toma consciencia de lo que sientes. Observa tus sensaciones corporales y tus pensamientos. Es humano tener miedo a envejecer y es muy sano reconocerlo.
Paso nº2: Pon tu atención en lo positivo
La queja es un patrón muy anclado en el subconsciente colectivo, hace que muchas veces sólo veas el aspecto negativo de tu situación. Por eso es alentador recordar todo lo que sí tienes, tus logros personales y todo lo que has conseguido en tu vida. Ojo, no se trata aquí de huir u omitir el malestar. Este paso simplemente te ayudará a relativizar y a conectar con la confianza y la seguridad.
Paso nº3: Busca ejemplos que te motiven
Siguiendo el patrón de víctima, tendemos a compararnos con otras personas que sí lo han conseguido todo y que aparentemente cumplen todas las expectativas de la sociedad. Pues no, ¡Focalízate en casos que te hagan sentir bien! ¿Has visto los vídeos de Tao, Paddy o Johanna? Te subirán los ánimos y a la fuerza te sentirás joven. Si ellas pueden ¿por qué tú no podrías?
Paso nº4: Deja de preguntar por la edad de los demás
La tentación es muy grande: si te hacen pregunta, es lógico devolverla y entrar tú también en la dinámica de etiquetar al otro en función de su edad y posicionarte con respecto a él. Esta situación es una oportunidad para practicar el autocontrol y la consciencia: deja de preguntar y descubre a la otra persona sin prejuicios, desde la curiosidad, fuera del tiempo porque al fin y al cabo la edad no importa.
Paso nº5: Pon por escrito tus éxitos y tus creencias limitantes
La escritura es una excelente terapia. Al tener que escribir, te ves obligado a concretar tus emociones y tu situación de vida. Se van deshaciendo nudos y te permite entender mejor que es lo que pasa en tu interior. También te permitirá determinar cuáles son los aspectos de tu vida que quieres mejorar para tomar acciones al respecto.
Paso nº6: ¡Ponte en marcha!
Los pasos anteriores que puedes practicar por tu cuenta te llevarán a pasar a la acción: se acabó la resignación y el estado víctima. Más allá de los patrones socialmente aceptados, descubrirás lo que realmente te apetece tener o hacer y pondrás energía en conseguirlo.
Paso nº7: Utiliza ayudas externas como PSYCH-K®
Para darle un buen empujón al asunto, tienes la posibilidad de recorrer a un apoyo externo. Durante una sesión individual de PSYCH-K® por ejemplo, podrás superar tus creencias limitantes y posibles traumas para avanzar más rápido hacia tus metas. Estoy a tu disposición si tienes dudas o preguntas al respecto. Visita mi página web La Llave de la Mente para más información o para contactar conmigo.
Una nueva realidad ahora
Una vez transformadas tus creencias limitantes, ya podrás contestar con seguridad cuando te pregunten qué edad tienes, sin miedo a ser demasiado joven o demasiado mayor. Serás tú mismo/a simplemente. A la mejor empiezas a jugar con el tema y encuentras maneras creativas de contestar a la famosa pregunta. Por mi parte estoy en esta última fase y me gusta ver la cara de desconcierto cuando le digo a mi interlocutor: “tengo 12 años en mi segunda vida”.
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