Ya siglos antes de Cristo, en la parte delantera y central del Templo de Delphos, se podía leer la inscripción ‘conócete a ti mismo’.
Sin duda hay tantos caminos a la felicidad como seres humanos en este planeta, pero creo firmemente que cualquier proceso de crecimiento personal y de búsqueda de la felicidad empieza por el autoconocimiento.
Por allí se empieza y por allí se sigue.
Al principio el camino es duro y son muchas las personas que al empezar a conocerse no se gustan y pasan del autoconocimiento a la autocrítica y al autocastigo. Hay otras que usan el autoconocimiento para auto justificarse. Pero hay algunas, más valientes y perseverantes que se tratan con amor, se aceptan con amabilidad y que continúan el camino. Pasan del autoconocimiento al autodescubrimiento.
Para estas personas la recompensa les irá llegando poco a poco, sorbo a sorbo y de repente un día se encuentran a gusto consigo mismas, con las personas que le rodean y con la vida en general.
¿Y qué es esto sino la felicidad?
Dice una fábula:
Que al principio de los tiempos, los dioses se reunieron para crear al hombre y a la mujer. Lo hicieron a su imagen y semejanza, pero uno de ellos dijo:
-“Un momento; si vamos a crearlos a nuestra imagen y semejanza, van a tener un cuerpo igual al nuestro y una fuerza e inteligencia igual a la nuestra. Debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, de lo contrario estaremos creando nuevos dioses”.
Después de mucho pensar, uno de ellos dijo:
– “ ¡Ya sé!, vamos a quitarles la felicidad”.
– “Pero, ¿dónde vamos a esconderla?” – Respondió otro.
– “Vamos a esconderla en la cima de la montaña más alta del mundo”.
– “ No creo que sea una buena idea, con su fuerza acabarán por encontrarla”.
– “Entonces… podemos esconderla en el fondo del océano”.
– “ ¡No!, recuerda que les daremos inteligencia, con la cual, tarde o temprano construirán una máquina que pueda descender a las profundidades del océano”.
– “¿Por qué no la escondemos en otro planeta que no sea la tierra?”
– “Tampoco creo que sea buena idea, porque llegará un día que desarrollarán una tecnología que les permita viajar a otros planetas. Entonces conseguirán la felicidad y serán iguales a nosotros”.
Uno de los dioses, que había permanecido en silencio todo el tiempo y había escuchado con interés las ideas propuestas por los demás dijo:
– “Creo saber el lugar perfecto para esconder la felicidad, donde nunca la encuentren”.
Todos le miraron asombrados y le preguntaron:
– ¿Dónde?
– “La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán”.
Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces las personas se pasa la vida buscando la felicidad sin darse cuenta de que la llevan consigo.
Pere Casas