DANA, de la incredulidad a la rabia y la impotencia.
Después del temporal que ha azotado Valencia junto con otras zonas del Estado español, muchos de nosotros hemos pasado de un estado de inicial de incredulidad a otro de impotencia y rabia, al ver cómo en pocos minutos muchas personas perdían sus vidas, y otros cientos de miles todo lo que habían construido a lo largo de sus vidas, sus hogares, sus bienes personales y sus lugares de trabajo…
Cuando no podemos protegernos porque la magnitud del peligro es tan grande que sobrepasa cualquier posibilidad de supervivencia, nuestro sistema nervioso colapsa y entra en un estado de inmovilidad e impotencia.
Si a todo esto le sumamos la ineficiencia… por no decir negligencia de nuestros representantes políticos e instituciones, que no escatiman tiempo ni recursos para armarse en guerras partidistas en lugar de ofrecer el apoyo y los recursos necesarios para la población, la sensación de indignación y rabia se hace cada vez más latente.
¿Por qué yo… por qué nosotros…?
¿Dónde están los que supuestamente tenían las herramientas para aminorar las consecuencias de esta catástrofe?
La fisiología de la rabia y la impotencia
No todas las personas tenemos la misma capacidad para poder sostener este tipo de experiencias y si te estás sintiendo especialmente irritado e irascible con una sensación de ahogo muy desagradable, es posible que estés conectando con una rabia que quiere movilizarte y una impotencia que te paraliza al mismo tiempo…
«Es como apretar el freno y el acelerador de tu coche al mismo tiempo…»
¿Puedes imaginar el desgaste que eso produce en tu cuerpo…?
¿Qué podemos hacer cuando sentimos que la rabia y la impotencia se apoderan de nosotros?
Estas son mis recomendaciones para las personas que estén donde estén sienten el dolor y la pesadumbre de esta tragedia como algo propio, pero que al mismo tiempo necesitan un lugar donde poder reposar y distanciarse.
- Intenta poner las cosas en su lugar y en su justa medida. Nuestras instituciones no son responsables del temporal DANA, pero sí de las consecuencias derivadas de la pésima e inexistente gestión que han llevado a cabo hasta el día de hoy.
- A veces tenemos la necesidad de distanciarnos un poco de todo y después nos sentimos culpables. Esto es señal de que tu sistema nervioso no puede lidiar con tanta intensidad y te protege de esta manera. Retirarnos para protegernos a veces es la mejor opción.
- Identificar nuestras propias limitaciones no nos desgasta inútilmente. No importa la cantidad de nuestra ayuda sino su cualidad por pequeña que esta sea, aunque nuestra ayuda sea tan solo una oración lanzada al viento.
- Haz cosas que te ayuden a tomar distancia de tanta presión mediática. No por ello dejarás de ser una persona comprometida y luego podrás volver con más fuerza para poder ofrecer tu ayuda.
- Procura estar con los tuyos disfrutando del roce social en lo cotidiano… Alimentando así la sensación de pertenencia que nos hace más fuertes y compasivos.
- Cuando aparezca la tristeza permítete estar con ella… Y si por acaso puedes compartirla con alguien cuando eso ocurra, recíbelo como un regalo, y si aún y así necesitas más ayuda, pídela, hay muchas personas que están organizándose para ofrecértela.
- Cuando aparezca la rabia procúrate espacios lúdicos para hacer cosas que movilicen tu cuerpo… Bailar, correr, nadar… deja que tu cuerpo descargue toda esa energía acumulada de una manera creativa y no re traumatizante.
“Todo lo que hacemos para cuidarnos de manera individual repercute en lo colectivo, y es de esta manera que nos hacemos más fuertes y resilientes como sociedad”