DEFENSAS PSICOLÓGICAS
Las defensas son un tipo de respuestas que mostramos ante situaciones que no podemos manejar, cuya función es protegernos psicológicamente. Son automatismos que, por tanto, no somos conscientes de ellas o no las activamos voluntariamente. Suelen ser eficaces a corto plazo, aunque contraproducentes a medio-largo plazo.
Algunas defensas psicológicas frecuentes
Complacer
Un modo de evitar el conflicto, intentando tener a todo el mundo contento, aunque esto sea imposible por definición, ya que el bienestar emocional del resto no depende de nosotros, su felicidad/infelicidad se subordina a lo que hacen con sus vidas.
Tratando de complacer a todo el mundo lo que se suele generar es la acumulación de malestar hacia los demás que, tarde o temprano, saldrá contra ellos.
Idealización
Es una “pantalla” que nos impide ver al resto tal y como son realmente. Una imagen idealizada acabará, más tarde o temprano, por generar decepción.
Por ejemplo: idealizamos a las personas que vamos conociendo en el plano sentimental para que se favorezca la formación del vínculo.
Proyección
A veces somos conscientes de alguna sensación pero la rechazamos como propia y se la atribuimos a otro. Permite que la persona se desprenda de su malestar y lo que lo está provocando lo coloque fuera de sí mismo. Por así decirlo, se trasladan sus pensamientos negativos, descontento, dudas e inseguridades a los demás.
Por ejemplo: estoy enfadado y empiezo a buscar un encontronazo con otro hasta generar conflicto. Cuando analizo lo ocurrido no veo mi responsabilidad y sólo analizo el enfado de la otra persona y el resultado final: lo que la otra persona me ha dicho. Así, en mi mente puede quedar resumido como “se puso como una fiera conmigo”.
Evitación
Si algo me causa malestar, no me enfrento a ello. Cuando decido esto, tengo un alivio inmediato que desaparecerá al poco tiempo cuando vuelva a ver que el problema sigue ahí. La evitación es una trampa psicológica que provoca exactamente lo que más queremos evitar.
Por ejemplo: en consulta nos encontramos pacientes que, en el momento en el que queremos abordar un tema, traen otro prioritario.
Otro ejemplo: discutir con un amigo o pareja y que no queden las cosas resultas. Mantener unos días de silencio y, después, hacer como que nada ha pasado.
Racionalización
La persona se queda solo en lo cognitivo y desconecta del cuerpo y de todas las emociones y sensaciones relacionadas. Puede haber un largo y elaborado análisis de lo que ocurre, pero no hay una verdadera toma de conciencia. En relaciones cotidianas, habla mucho pero no resuelve.
Negación y evasividad
La persona puede negar al terapeuta o a sí mismo la importancia de un tema o suceso, evadir una pregunta o ignorarla. Esta evasión puede ser evidente o expresarse con respuestas vagas e imprecisas, generalizaciones…
Espero que os ayude a reflexionar sobre vuestras propias defensas y qué función cumplen.
Gracias por leernos,
Psicología Fonseca y Figar