Algunos hombres prefieren el porno a las relaciones reales
En los últimos tiempos he recibido en mi consulta hombres que me visitan para solucionar temas relacionados con la falta de excitación a la hora de tener relaciones sexuales, y voy a señalar, no sólo hombres que tienen una pareja desde hace años, sino también aquellos que no tienen pareja y tienen amantes de forma esporádica. Muchos, por no decir todos estos hombres, acuden al uso de medicamentos, para crear y mantener una erección, que les ayuden a tener la seguridad y la confianza necesarias en el momento de un encuentro sexual. Algunos de ellos se preguntan cómo podrían recuperar su estado natural de excitación sin depender de fármacos. Muchos se quejan de que el uso de medicamentos les obliga a planear o tener que prever los encuentros sexuales, renunciando así a la espontaneidad del momento.
Todos estos hombres que me han visitado tienen algo en común: son usuarios de la pornografía. Alguno de ellos se ha autodenominado «adicto al porno». Y entre ellos, más de la mitad prefieren tener sexo con la masturbación y la pornografía que con una persona real.
¿Por qué sentimos tanta atracción por el porno?
Por un lado, se nos ha incentivado mucho en la sociedad moderna -recuerdo los años 80-90, aquel despliegue de programas televisivos sobre sexualidad o, incluso, las visitas médicas con sexólogos/as o psicólogos/as donde te invitaban a masturbarte y disfrutar de la
sexualidad contigo mismo/a utilizando fantasías sexuales. El autoplacer está muy bien si eso no excluye y no te aleja de relacionarte con el otro sexo (a partir de ahora me referiré a polaridad sexual para no entrar en conflicto con personas del mismo sexo que hacen el amor). Por otro lado, la sociedad avanza hacia conseguir los objetivos cada vez más rápido y prescindiendo de detalles. Podríamos decir, se dirige a vivir de una forma muy enfocada. Yo me hago la imagen de un/a científico/a aislando el elemento beneficioso dentro de una sustancia natural. Por ejemplo, la vitamina C dentro de una naranja. Cuando tomamos esa vitamina C en forma directa, nunca encontraremos el aroma, la frescura, el color, el sabor ni el olor de la naranja en estado natural. Nos estamos perdiendo un montón de sensaciones beneficiosas que son pequeñas expresiones de la vida misma.
Este ejemplo de la naranja ilustra muy bien aquello que se hace con el porno: se seleccionan aquellas imágenes que ya sabes que te crean el máximo estímulo, y se van pasando una tras la otra aumentando la excitación rápidamente hasta conseguir eyacular. Ahora bien, es cierto que algún tipo de pornografía casera, que tiene mucho éxito, aporta algo que todos anhelamos como seres vivos: se desarrolla de forma espontánea, inesperada, natural, cercana y prescinde de los tabúes. Dar cabida a estos aspectos en nuestras vidas es, quizás, lo que podríamos irnos planteando como sociedad.
¿Qué efectos tiene en el cuerpo la masturbación en solitario?
Todos/as deberíamos saber que la masturbación, aparte de que puede ser una forma de huir de la intimidad y vulnerabilidad, acaba condicionando nuestro cuerpo y nuestro sistema nervioso. Esto significa que nos acostumbramos a conectar con una secuencia que se repite siempre: nos creamos una fantasía mental, nos estimulamos genitalmente, acumulamos tensión sexual y descargamos seguidamente. Esto lo explica muy bien David Deida en su obra “El camino del hombre superior”.
De modo que, cuando vamos a hacer el amor con nuestra pareja sexual llevamos instaurada esta secuencia. La tenemos tan interiorizada que tratamos de repetirla sin darnos cuenta de que podríamos experimentar otros caminos que nos estimulan de formas diversas y que mueven nuestra energía sexual de manera más completa y desfocalizada de los genitales. Consiguiendo así, unos encuentros más largos, relajados, permisivos y abiertos a capas más profundas, a espacios nuevos de nuestro ser y en los que ni siquiera es necesaria una excitación previa.
Cambiar la masturbación en solitario por encuentros sexuales en los que puedas mantener una actitud de apertura y confianza, te ayudará a entrar en contacto con la intimidad.
¿Qué es la intimidad y qué aporta en una relación?
La intimidad es el estado desde el que parte todo encuentro amoroso profundo. No es posible profundizar en una relación sexual sin antes haber alcanzado el estado de intimidad, y siempre, primero contigo mismo/a. Cuando hablo de profundizar, me estoy refiriendo a estar preparados y abiertos para tener una experiencia mucho más allá del placer genital con el objetivo de tener un orgasmo, y también, más allá de la obligación de tener que estar excitados para compartirnos.
¿Cómo conseguimos la intimidad?
Es muy sencillo de explicar y nada fácil de conseguir al principio, excepto si has asistido a algunas sesiones individuales de Tantra dónde te han enseñado como hacerlo o si practicas la meditación. Si no es tu caso, estoy aquí para acompañarte a que descubras este espacio dentro de ti.
Practícalo ahora: Siéntate de forma cómoda en un espacio seguro en el que te puedas dejar caer y estar pendiente sólo de ti mismo/a. Permanece en esa postura cómoda mientras vas dándote cuenta de las rectificaciones que podrías hacer para estar aún más cómodo/a y te
das el permiso de hacerlas. Hazlo muy lento.
- Date cuenta de tu respiración, sólo date cuenta. Permanece unos minutitos ahí.
- Nota lo que estás percibiendo, sólo nótalo.
- Quizás un sonido, quizás un olor…
- Tal vez un micro movimiento de tu cuerpo,
- Quizás surge una emoción… está bien tal y como es.
- Suelta cualquier control y percibe lo que hay tal y como está siendo ahora para ti.
- Permanece.
- Date cuenta cómo la vida te atraviesa de todos modos, hagas lo que hagas.
- Puedes rendirte a ti mismo/a ahora, puedes darte cuenta de que simplemente, eres.
- Eres, aunque no hagas nada.
- Permanece unos minutos en este estado.
Cuando hayas terminado de seguir estos pasos, es posible que sientas que no necesitas manipular, ni controlar, ni juzgarte ni juzgar nada, es posible que sientas una apertura nueva, un estado que podría parecerse a la generosidad y a la aceptación de todo cuando acontece en ti y fuera de ti. Ahora estás en contacto contigo. Estás en intimidad contigo. En este momento estás en amor y podrías mantener un encuentro amoroso con alguien que esté en este mismo estado.
¿Qué nos hace evitar la intimidad?
Imagínate que hoy vas a tener un encuentro con alguien. Para buscar un estado de intimidad y así una conexión más profunda con esa persona, comienzas a hacer esta meditación. Al conectar con tus sensaciones te das cuenta de que sientes miedo. El miedo es una emoción que tiene que ver con vivencias anteriores, con evitar experiencias dolorosas, por ejemplo. Y, en principio está allí para protegernos. Aquí puedes hacer dos cosas: o permaneces en intimidad contigo y dejas que ese miedo esté, y lo observas igual que puedes observar el latido de tu corazón, sin juzgarlo. O bien, te dices: “¡No, el miedo me va a fastidiar el encuentro, yo no tengo miedo! voy a comportarme como si no lo tuviera, porque lo que quiero es acostarme con ella o él». Dejando así de mirarte tal y como eres ahora y negando eso que has encontrado en ti.
Tomar esta segunda alternativa es la más habitual en la mayoría de nosotros, y eso se llama «huir de la intimidad». Huimos porque nuevamente la sociedad nos empuja a ir hacia el objetivo, manteniendo el foco para conseguirlo cuanto antes y eso se considera el triunfo. El precio que tenemos que pagar es el de negarnos a nosotros/as mismos/as como seres verdaderos, auténticos e individuales. Y asumir el mensaje subliminal de “yo, con mi miedo (o lo que sea que acontezca) no soy perfecto”. Así que la mayoría decidimos mostrar nuestro personaje (el supuestamente adecuado para lo que toca) a la hora de relacionarnos.
¿Qué es la vulnerabilidad y cómo afecta a tus relaciones sexuales?
Y, llegamos al estado de vulnerabilidad que es el espacio interior en el que entramos cuando, estando en intimidad con nosotros mismos, nos vamos a abrir a la otra persona, vamos a incorporarla para compartir un encuentro. Es este el momento en el que podrías decir tu verdad: siguiendo con el ejemplo anterior, “tengo miedo, y de todos modos he decidido venir”.
La vulnerabilidad es poder mostrarte tal cual eres ahora, con lo que hay en ti sucediendo y a la vez, abrirte a lo que es la otra persona con su verdad ahora ocurriendo. Desde ahí puede darse un encuentro íntimo profundo y verdadero. En ese espacio desaparecen las exigencias y expectativas y hay un estado de relajación y de verdad óptimo para que los cuerpos se puedan encontrar libres y fluyendo en el amor.
La vulnerabilidad en los demás aspectos de tu vida
Este estado de apertura hacia nuestro/a amante, se puede llevar y reflejar también en todos los aspectos de nuestra vida enriqueciéndola a través de esta forma de estar. Sin embargo, siempre hay que comenzar con abrirse hacia uno/a mismo/a, después hacia la pareja,
después hacia los/as amigos/as, e ir así ampliando el círculo y, al final aflorará nuestro ser verdadero, en cualquier parte, sintiéndose perfecto tal y como es.
Si sientes que la adicción al porno te dificulta tener encuentros sexuales placenteros y de conexión verdadera, o si aún no logras alcanzar ese estado de intimidad para encontrarte con tu vulnerabilidad y con la de tu pareja, te invito a conocerme en una sesión de valoración gratuita de 20 minutos, para ayudarte a aumentar tu vitalidad corporal, a comunicarte con tu placer y a abrirte al amor verdadero.