Empieza el mes de mayo y con él las celebraciones del día de las madres en diferentes fechas a lo largo y ancho del planeta. Es una fecha que me remonta a mi niñez y la ilusión con que en el colegio cuando era pequeña preparábamos el regalo de las madres.
Los regalos eran hechos con nuestras propias manos. Solían ser regalos hechos de papel, de palitos de madera y de materiales de reciclaje. Valía más la ilusión de tener un regalo para las mamás que lo que realmente representaba en dinero.
Los años han pasado desde entonces y hoy mis reflexiones no han cambiado.
Por un lado, intentó ponerme en el lugar de todas aquellas madres que esperan con ilusión este día, para que sus hijos vengan a verlas y con su presencia recibir el mejor de los regalos.
¿Por otro lado, me entristece pensar que solamente un día al año la figura materna brilla de esta manera y pienso en qué ocurre al resto de los días del año con estos hijos y estas madres? ¿Cómo se comunican? ¿Qué relación mantienen? etc.
Es verdad que los regalos demuestran afecto, preocupación, interés, apoyo o empatía. Algunos son intencionados y otros desinteresados. Sin embargo, hay regalos que no se ven pero que son más valiosos que cualquier detalle material y estos regalos intangibles como los abrazos, las llamadas, las videoconferencias o simples gestos de afecto recibidos a lo largo del año hacen que este día pierda significado.