¿Qué se considera una relación sexual sana hoy en dia?
El enfoque que se le da a las relaciones sexuales actualmente es el principal responsable de que creamos de forma generalizada, que la relación sexual de calidad debe ser muy excitante, intensa en el hacer y despertar muchas sensaciones para llegar al objetivo: un orgasmo increíble al final. La excitación sexual es considerada indispensable para poder tener unas relaciones sexuales satisfactorias. Incluso podemos decir que la excitación sexual es lo que motivará el acto sexual que, a menudo si ésta no se consigue primero, el acto no tiene lugar.
Por eso cuando una pareja es estable y llevan cierto tiempo de relación, suele llegar un momento en el que “la chispa se apaga” y esto se manifiesta en la dificultad para sentirnos excitados de forma fácil como había ocurrido en los primeros tiempos de relación. Y nos preguntamos: ¿cómo puedo disfrutar de mis relaciones sexuales como antes? Para ello se han inventado miles de juegos, juguetes eróticos y la pornografía es un recurso también muy utilizado.
La excitación sexual proviene de nuestra mente
Sin embargo, la excitación sexual proviene siempre de nuestra mente: nos excita una situación fantaseada, unas imágenes, un relato leído en un libro y nuestras propias experiencias pasadas. En realidad, raramente estamos con la persona que realmente tenemos delante y con la que estamos teniendo la experiencia, sin que intervenga la mente proyectando historias pasadas o imaginadas, incluso, muchas veces hasta es la imagen de otra persona con quien nuestra mente hace el amor. Aunque demos rienda suelta a nuestras fantasías, la mente se aburrirá de todos modos en algún momento. La fantasía que estas semanas nos ha servido para excitaros, el mes que viene necesitará un nuevo estímulo para conseguir el mismo placer. Este proceso nunca tiene fin y puede crear confusión y dudas sobre si la pareja que tengo es la que deseo tener, cuando en realidad es nuestra mente la que provoca esa confusión.
Efectos de la excitación sexual
El hecho de utilizar fantasías sexuales para provocar la excitación puede contribuir a incrementar la sensación de inseguridad dentro de la pareja, provocando que aumente el sentimiento de los celos si ya existe o que aparezca si no se ha experimentado antes. No en vano, estamos teniendo una relación sexual con otra persona en la imaginación o con elementos que no pertenecen a la persona que tenemos delante. Esta falta de presencia durante el acto hace que el intercambio no se dé en toda su plenitud y eso puede levantar una herida de abandono, de falta de atención o de falta de afecto durante la infancia. Heridas que todos llevamos aunque en niveles distintos.
La excitación sexual del hombre
La excitación sexual genera en el hombre una tensión innecesaria que puede acabar en eyaculación precoz: La excitación sexual es agradable y produce mucho placer generalmente pero si rebasas cierto límite estás creando una tensión que pedirá ser descargada cuanto antes. En cambio, si te mantienes en un nivel llevadero de excitación, puedes manejar esa energía por mucho más tiempo. Es importante mantener la serenidad durante el acto y renunciar a la intensidad a la que estás acostumbrado, ya que es contraproducente y provoca que todo se desarrolle muy rápido y con poca conciencia de la vivencia misma y pensando sólo en obtener el orgasmo. Es muy probable que si no utilizas técnicas de control eyaculatorio, eyacules con el orgasmo y sientas agotamiento y desgana justo después del acto. Debes saber también que este tipo de actitud genera desensibilización en el pene debido a los movimientos de empuje, a veces muy rápidos, y rozamiento con las paredes de la vagina.
La excitación sexual de la mujer
La excitación sexual genera en la mujer una intensidad en los genitales que provoca la contracción de las paredes vaginales debido al movimiento pélvico que forzadamente añades, en donde la vagina no está relajada y hace del acto sexual algo que nada tiene que ver con la verdadera esencia femenina receptiva para pasar a una actitud más activa y masculina (hecho que al mismo tiempo compite con la esencia natural del hombre creando en él un desencanto del que no es consciente normalmente ). Este impulso generado por la excitación te lleva a provocar un orgasmo de pico, que se supone es el deseado. Sin embargo, en un orgasmo de pico la energía se libera en unos segundos y se libera hacia abajo en forma de descarga, y una vez has alcanzado la meta se ha terminado tu experiencia y, desaparecen las ganas de hacer el amor por el momento. Progresivamente acontecerá una pérdida de la sensibilidad vaginal debido al roce producido por los movimientos del pene en la vagina ejercidos con determinación y más o menos esfuerzo.
¿Cómo podemos disfrutar de una relaciones sexuales saludables con nuestra pareja, sin necesitar “mantener la chispa”?
Lo primero que debemos saber es que la relación sexual debe liberarse de la excitación sexual. Es decir, la excitación sexual debe dejar de ser un requisito para hacer el amor. No estoy diciendo que no pueda generarse excitación, si se genera, está bien, pero no esperaremos a que ocurra para hacer el amor ni mucho menos gastamos energía en provocarla.
Debemos iniciar nuestras relaciones sexuales con nuestra pareja de forma constante, frecuente y acordada y a poder ser sin excitación sexual previa, aunque si la hay, está bien. Comenzamos el encuentra desprovistos del objetivo del orgasmo, aceptamos que no sabemos si ocurrirá o no. No hace falta tener ganas de hacer el amor, simplemente vamos a hacerlo, comenzando por un contacto suave, y centrándonos cada uno en sí mismo/a, cada uno en nuestro cuerpo, en lo que siente y dejando que los dos cuerpos se encuentren y se sientan durante largo tiempo. No hay nada que hacer por el momento. Utilizaremos como medio para estar presentes la respiración. Es decir, nos daremos cuenta de nuestra propia respiración y aseguraremos que estamos llevando suficiente cantidad de aire a nuestro interior. Confiaremos en la capacidad de nuestros cuerpos, insisto. Los pensamientos que acecharán tu mente, los dejas pasar y no los juzgas, simplemente que circulen y vuelve a tu respiración y a sentir tus propias sensaciones.
Va a ser una relación donde habrá una comunicación fluida en la que vamos a decir lo que nos está gustando, lo que no, y en este caso, como nos gustaría que fuese. Esto servirá para conocernos más y sobre todo, para mantener presencia y no imaginar.
También es necesario retirar del campo toda emoción que esté presente antes del acto y para esto, es preciso limpiar los temas pendientes con la pareja antes y los que no estén relacionados con la pareja es bueno comentarlos para evitar malentendidos.
Desaparece del campo toda pretensión, idea e intención de lo que debemos conseguir en el acto. No existe la presión de mantener una erección del pene, puesto que no es necesaria, aunque si ocurre lo vamos a permitir amorosamente. La vagina está como está y así es perfecto, respetamos su ritmo y eliminamos exigencias mentales. Es un encuentro entre los cuerpos y nuestros juicios no tienen lugar aquí. Se trata de sentir, únicamente.
La penetración puede y es óptimo que ocurra con el pene semi erecto en una vagina relajada y receptiva, así como acogedora y amorosa para lo cual, al principio será la mujer la que indique al hombre cuando llega ese momento.
En este estado tenemos la capacidad de permanecer por mucho más tiempo que en el sexo convencional, ya que todo es más lento y no hay picos de excitación que nos hagan acelerar e ir hacia un objetivo. Estar “conectados” de esta forma por una hora, dos o el tiempo que los amantes deseen aporta una conexión profunda y amorosa y, en muchas ocasiones sana heridas antiguas y sana aspectos de la relación presente.