Ser humano significa anhelar amor; todos necesitamos sentirnos conectados, comprendidos y tenidos en cuenta. Lo que llamamos enfermedad mental, psicopatología o síntomas no son enfermedades, son dolencias del alma que surgen cuando nuestro anhelo de ser queridos y aceptados se ve frustrado una y otra vez. Las necesidades frustradas se manifiestan en síntomas, en ataques de rabia, ansiedad, depresión o adicciones. Ignorar lo que necesitamos nos hace estar preocupados por cubrir las necesidades. A medida que las satisfacemos, nos sentimos tranquilos y relajados. ¿Conoces tus necesidades y deseos? ¿Están cubiertos? Si desconoces tus sentimientos, necesidades y motivaciones, no podrás cubrirlos, y menos pretender que tu pareja tenga que adivinarlos y cubrirlos por ti.
Los lazos de amistad y del amor se crean y sostienen con la implicación de dos personas. Es muy importante, para tener un amor maduro, saber quiénes somos y haber realizado un trabajo personal, ya que, como dijo Ortega y Gasset, «así como es la persona, así es su amor». Vivimos como autómatas sin plantearnos las cosas porque quizás las respuestas serían dolorosas, y cambiar requiere esfuerzo, por lo que preferimos no hacernos preguntas del tipo: ¿Qué me aportan las relaciones que tengo? ¿Qué aporto yo a los demás? ¿Qué expectativas tengo sobre la amistad y el amor? ¿Son altas o bajas según para qué cosas o personas?
Las relaciones interpersonales son uno de los factores que más bienestar y felicidad nos proporcionan. Entonces, ¿por qué les damos tan poca importancia y no gastamos tiempo, energía y dedicación en tener relaciones satisfactorias? En caso de fallar los vínculos sociales, debemos tener un yo estructurado al que poder regresar. Si estamos a gusto con quienes somos, seremos nuestro propio refugio ante una ruptura o ante el alejamiento de una amistad, porque la fuente de vitalidad está dentro de cada uno. Si no existe un yo al que regresar, la ruptura se convierte en una lucha a vida o muerte. No debemos confundir el amor con la necesidad, porque entonces daremos amor por estar necesitados y esperando obtener algo a cambio. El amor requiere saber compartir intimidad, ternura, cariño, empatía, armonía y aceptación. Podemos vivir sin el otro, pero con alguien la vida es más rica. La pareja amplía la vitalidad y el amor que tenemos dentro. No podemos utilizar el amor para cubrir nuestras deficiencias y carencias. Estar con alguien por temor al abandono o por no estar solos nos confundirá con el anhelo de ser amados y nos alejará del amor real.
Un amor en el cual debemos aceptar las imperfecciones, saber con cuáles estamos dispuestos a convivir y cuáles no aceptaríamos de ninguna manera. Debes preguntarte si estás dispuesto a aceptar las limitaciones del otro y la disparidad de gustos a cambio de lo que te proporciona la relación y de las cosas buenas que compartís. ¿Acaso sabes qué necesitas para vivir en pareja? ¿Y a qué eres capaz de renunciar sin sentirte enfadado o resentido? Este trabajo también es necesario hacerlo a la inversa y conocer nuestras propias limitaciones. ¿Te has parado a pensar por qué tu pareja necesita estar solo/a o tener su tiempo, o simplemente has pensado que es frío/a y distante? ¿Te has parado a pensar por qué tu pareja demanda cariño y proximidad, o simplemente has pensado que es exigente y dependiente? A veces no somos capaces de ver las necesidades que existen detrás de estos comportamientos, necesidades legítimas de tener nuestro espacio o de recibir cariño.
En el amor inmaduro se quiere cambiar a la persona en vez de intentar comprenderla, porque lo que se busca es llenar el vacío por medio de la pareja. Esta necesidad o deseo de ser completado por otra persona se debe a la privación o negligencia que sufrimos en la infancia. Nos sentimos atraídos por personas cuyas cualidades relacionamos con quienes nos produjeron las heridas de la infancia, esperando salvar o que nos salven. Esto puede llevarnos a la dependencia, el control o la fusión con el otro. Al no ser cubiertas estas necesidades, reaccionaríamos con rabia o distanciamiento. No podemos pedir a otro que cuide de nosotros ni que nuestra pareja compense los afectos y necesidades no cubiertas de nuestra niñez. Debemos curar estas heridas, entender cómo empezó el proceso de desconexión y abandono para comprender las relaciones que tienes en la actualidad. Seguramente de pequeño/a no te amaron por quién eras sino por tus logros, tus cualidades o si obedecías, por lo que aprendiste que para ser amado y aceptado necesitas hacer ciertas cosas o tener ciertas habilidades. Es complicado sentir, dar y recibir un cariño sincero cuando se asocia al deber o la obligación. Hay que aprender a querernos, tranquilizarnos y autorregularnos, porque solo de esta forma podremos tener relaciones sanas. Las uniones que perduran son aquellas en las que existen conflictos pero se buscan soluciones, porque la pareja se ve como un equipo frente a la dificultad en vez de como un enemigo.