EL APEGO PRIMARIO: ¿CÓMO ME RELACIONO CON OTRAS PERSONAS?
Cuando llegamos al mundo, lloramos para anunciar nuestra presencia. Al instante, alguien interactúa con nosotros, nos arropa y comienza una danza de sintonización con nuestro entorno. Somos criaturas profundamente sociales y nuestra vida consiste en encontrar nuestro sitio en la comunidad de seres humanos.
El apego primario es un vínculo afectivo que se establece desde los primeros momentos de vida entre la madre y el recién nacido o la persona encargada de su cuidado. Bowlby considera el apego como la base segura desde la que un niño sale al mundo.
La naturaleza de este apego (si es seguro o inseguro) marca una gran diferencia a lo largo de la vida del niño, ya que aprendemos a cuidarnos a través del modo en que nos cuidaron y el dominio de la capacidad de autorregulación depende en gran medida de lo armónicas que fueron nuestras primeras interacciones con nuestros cuidadores.
De este modo, el niño va logrando la formación de un modelo interno de trabajo que integra: creencias acerca de mí mismo y de los demás, y una serie de juicios, expectativas sobre el mundo que influyen en la formación y mantenimiento de las relaciones durante toda la vida del individuo.
De hecho, Main descubrió una marcada relación (75%) entre el modo en que la madre describe sus relaciones con sus padres durante la infancia y la pauta de apego que su hijo tiene con ella. Podemos encontrar diferentes tipos de apego:
- La sensibilidad de la madre a las comunicaciones del niño en el hogar predice el APEGO SEGURO. Las interacciones son tranquilas, íntimas y caracterizadas por afecto positivo. Hay una resonancia emocional congruente, sincronía con la figura de apego y reconocimiento emocional. El bebé tiene la sensación de que le conocen y comprenden. Está interiorizando de forma implícita que es importante y merece cuidado.
- El ligero rechazo materno al contacto íntimo en el hogar predice APEGO EVITATIVO. El cuidador responde a los escasos intentos del menor de búsqueda de contacto distrayéndole o redirigiendo su atención hacia el exterior. El menor se caracteriza por independencia física y emocional; no suele buscar proximidad, ni siquiera ante el estrés.
- La inconsistencia materna en respuesta a las señales del infante predice APEGO AMBIVALENTE. La característica principal de estos niños es el afecto negativo. Manifiestan resistencia activa y/o pasiva hacia los cuidadores principales y ambivalencia respecto a la proximidad y contacto físico.
- Niños con APEGO DESORGANIZADO/DESORIENTADO (Main y Solomon) presentan conductas extrañas en presencia de su madre como tics, tirarse al suelo, quedarse inmóviles, balanceos…Pueden presentar en un mismo episodio de forma simultánea conductas contradictorias de aproximación/evitación, por ejemplo. Los cuidadores se han convertido tanto en fuente de consuelo como de terror. Puede ocurrir en situaciones de maltrato explícito o violencia intrafamiliar.
Los patrones de apego tempranos crean los mapas internos que aplicamos en nuestras relaciones a lo largo de la vida, no solo en cuanto a lo que esperamos de los demás, sino también en cuanto al consuelo y placer que podemos experimentar en presencia suya.
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Gracias por leernos,
Psicología Fonseca y Figar