Si te pasa que estás conociendo a alguien y al poco ya vives con desesperación que no te conteste a los mensajes, si empiezas relaciones que nunca llegan a nada o que no acabas de profundizar o algo te pide poner distancia, pero luego sientes que no eres suficiente para los demás, este artículo te interesa.
La manera que tenemos de relacionarnos con los demás influye en cómo vivimos nuestros vínculos. Podemos vivir nuestras relaciones personales y de pareja desde la dependencia, la evitación, la ansiedad o la seguridad. Hay muchas formas, pero la manera que nos relacionamos en la vida adulta va a depender del tipo de apego que hayas desarrollado en la infancia. En este artículo quiero hablar del apego, qué es y qué tipos hay.
¿Qué es el apego?
En primer lugar, quiero explicarte qué es el apego. Los seres humanos necesitamos de la interacción con los demás para sobrevivir. Para ello, la naturaleza nos ha programado para poder establecer relaciones llenas de significado y depender de ellas. Esta es una necesidad que empieza desde que se nos gesta en el vientre de nuestra madre y termina el día de nuestra muerte. Quienes crean fuertes lazos de apego, tienen más probabilidades de sobrevivir. Biológicamente, nuestro sistema de apego está diseñado para crear dichos lazos. Esto explica la ansiedad que siente un bebé cuando su madre se aleja.
Bolwby (uno de los autores que más ha estudiado el apego) definió el apego como cualquier conducta que esté dirigida a obtener la proximidad de otro individuo que se percibe como más sabio o más fuerte. Es la confianza que depositamos en nuestras figuras de apego (normalmente, lo padres) para regularnos emocionalmente. Si, en la infancia, estábamos jugando y nos hicimos daño al caernos, cómo reaccionan nuestras figuras de apego va a tener un impacto en el tipo de apego que desarrollemos en la vida adolescente y adulta. Es importante recordar que, con el apego, no solo buscamos la proximidad física sino también la conexión emocional. De esta manera, el niño o la niña tendrá la seguridad suficiente para explorar el mundo con autonomía, pero sabiendo también que si tropieza podrá acudir a alguien que le ayude.
Si nuestras figuras de apego estaban disponibles cuando necesitábamos de esa regulación emocional (consuelo, cuidados, protección, comprensión, etc.) crearemos una imagen de nuestra persona como alguien válido y merecedora de ese afecto y, por consiguiente, un apego seguro. Si no lo estaban (por la razón que sea), la imagen de nuestro yo será defectuosa y no válida, por lo tanto, habrá una alta probabilidad de desarrollar un apego inseguro. De ellos te hablo a continuación. Pero antes, es importante tener claro que la manera en la que buscamos esa proximidad y conexión con los demás (desde la vulnerabilidad y el cariño, de manera agobiante, haciendo respetar de manera obsesiva nuestro espacio, o una mezcla de ambas) va a influir en nuestras relaciones.
¿Cuáles y cómo son los diferentes tipos de apego?
Según Bolwby y otros autores que se dedicaron a estudiar el apego, como Ainsworth, en este caso, autora, existen cuatro tipos de apego. Uno de ellos es el apego seguro y, los otros tres se engloban dentro del apego inseguro, que serían: el apego ansioso, el apego evitativo y el apego desorganizado. Otras maneras de llamarlos son el preocupado o apego evasivo, respectivamente. Se pueden organizar en función del grado de ansiedad y de evasión en las formas de relacionarse (conductas, emociones, pensamientos, etc.), como vemos en el siguiente gráfico:
Te cuento las características principales de cada uno:
- Apego seguro (baja evasión-baja ansiedad).
Las personas con apego seguro han tenido unos cuidadores que han estado disponibles cuando lo necesitaban y que, a la vez, les daban la suficiente autonomía para explorar el mundo por sí mismas. De esta manera, la persona con apego seguro sabe que se puede valer por sí misma, pero que alguien va a estar ahí si necesita soporte.
Por ello, a las personas con apego seguro les resulta fácil relacionarse con los demás, al mismo tiempo que no tienen problema en sentirse vulnerables en sus vínculos, pedir ayuda o saber que dependen de alguien para regularse emocionalmente. Además, si no tienen a nadie para hacer esto a solas, confían en su capacidad para autorregularse. Disfrutan de la intimidad y no temen ser abandonadas. Expresan y escuchan las necesidades de la otra persona, así como sus sentimientos y deseos.
- Apego ansioso (baja evasión-alta ansiedad).
Las personas con apego ansioso se caracterizan, principalmente, por un miedo constante al abandono. Temen ser rechazadas o que la otra persona les deje si no actúan como creen que la otra parte espera que actúe, permaneciendo siempre en un estado de alerta. Sienten ansiedad si la otra persona se aleja tanto física como emocionalmente, basan su bienestar en si su relación va bien o no, tienen pensamientos rumiativos e intrusivos sobre el vínculo que mantienen, tienen muchas inseguridades y generan mucha dependencia emocional en sus vínculos (lo cual muchas veces hace que estos se alejen). Se regulan emocionalmente solo a través de los demás, es decir, no saben regular sus emociones de manera autónoma.
El apego ansioso se forma a raíz de unas figuras de apego o cuidadores que sobreprotegieron y que no dejaron que el niño o la niña explorara el entorno de manera autónoma. Si te hacías daño, te veían con miedo o lloraban reaccionaban con mucha preocupación y te advertían de que si tú estabas mal ellos estaban mal, preocupándose mucho. Así, no aprendiste a autoregularte y te dejaron el mensaje de que hay que tener cuidado y estar en constante alerta para que no te hagan daño.
- Apego evitativo (alta evasión-baja ansiedad).
Las personas con apego evitativo tuvieron unos cuidadores poco accesibles emocionalmente, que no compartían sus sentimientos y que no estuvieron ahí cuando les necesitabas. De esta manera, aprendiste que si tienes una preocupación o te sientes mal debes callar y no contar con nadie, pues no servirá de nada que pidas ayuda.
Si tienes apego evitativo tenderás a creer que uno se apaña mejor solo, que no necesitas a nadie. Sin embargo, lo que te ocurre es que te asusta la intimidad, temes que te hagan daño si confías en alguien y, también, te da miedo que invadan tu espacio. Quieres hacerte creer que eres una persona independiente, pero, en el fondo, te asustan los vínculos profundos. Te cuesta confiar y dejarte llevar en las relaciones, queriendo llevar tú todo el rato el control y agobiándote con facilidad si la otra persona te pide más intimidad, tiempo o conexión. En definitiva, te da miedo el compromiso.
- Apego desorganizado (alta evasión-alta ansiedad).
Alternan la cercanía y el alejamiento constantemente. Temen ser abandonadas, pero al mismo tiempo les asusta la intimidad. Les cuesta mucho confiar en los demás y se suelen comportar de manera incoherente entre lo que hacen y lo que sienten. Aunque, te ves como una persona desconfiada a la hora de relacionarte, no sabes cómo hacer para hacerte cargo de tu bienestar si no es con alguien al lado.
Las personas con apego desorganizado han tenido una infancia en la que sus cuidadores actuaban de manera impredecible e incoherente. A veces, estaban disponibles y, otras, no solo no lo estaban, sino que actuaban con amenazas y violencia.
Conclusiones.
Las relaciones con nuestras figuras de apego marcar unos esquemas de cómo vamos a ver el mundo, cómo es mejor relacionarse y cómo vivimos los conflictos. El cerebro entiende que para sobrevivir necesitamos de los demás, por lo tanto, para ello, va a incitarnos a hacer cualquier cosa con tal de no romper los vínculos: si tenemos que ser sumisos lo seremos y si creemos que es mejor alejarse lo haremos también.
Cómo has aprendido a relacionarte y si es desde un lugar que no te gusta para nada no es culpa tuya. Ojo, las personas con apego seguro no son seres de luz que nunca se equivocan en sus relaciones y que cuentan con una fórmula perfecta para hacerlo. También son personas a las que han podido hacer daño alguna vez, tienen sus creencias limitantes y sus inseguridades. La diferencia radica en que están a gusto con la proximidad emocional a la vez que respetan el espacio de los demás y el suyo propio.
¿Buscas psicoterapia para mejorar tus relaciones?
El tipo de apego es algo que se tiene para toda la vida, no se puede cambiar. PERO (en mayúsculas) no significa que no puedas cambiar cómo te relacionas. En terapia psicológica, puedes aprender a ser consciente desde dónde te relacionas y para qué llevas a cabo las conductas que llevas a cabo a la hora de establecer vínculos, nuevos y antiguos. La respuesta siempre va a ser para protegerte a ti y a los lazos con los demás. Esa manera que aprendiste en tu infancia sobre cómo funcionan las relaciones no te tiene porqué servir en el presente y, aunque son esquemas muy arraigados e interiorizados puedes dejarlos a un lado y actuar aprendiendo a regularte tú de manera mucho más sana para ti. Si quieres empezar un proceso terapéutico para ello puedes pedir más información aquí.
Referencias bibliográficas.
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Zapiain, J. G. (2021). Apego y sexualidad: aportaciones para la práctica profesional en el ámbito de la sexualidad. In Libro de abstracts del II congreso internacional de sexualidad: expresando la diversidad (p. 18). SALUSEX.
Apego y psicopatología: La ansiedad y su origen. Conceptualización y tratamiento de las patologías relacionadas con la ansiedad desde una perspectiva integradora (6a edición). (2020). Desclée de Brouwer.
Levine, A., & Heller, R. (2011). Maneras de amar. La nueva ciencia del apego adulto y cómo puede ayudarte a encontrar el amor… y conservarlo. Barcelona: Urano.