¿Cuántas veces asistimos a un seminario, visitamos un terapeuta o hacemos un curso creyendo que será el fin de nuestra búsqueda, el fin de nuestro sufrimiento?Algunos
¿Cuántas veces asistimos a un seminario, visitamos un terapeuta o hacemos un curso creyendo que será el fin de nuestra búsqueda, el fin de nuestro sufrimiento?
Algunos de ustedes, como yo misma en su día, hemos creído que es en nuestro exterior donde encontraremos, por fin, alguien o algo que nos salve, alguien o algo que nos rescate de nuestra dificultad de vivir, que se puede traducir en una enfermedad física o psíquica.
¿De qué deseamos ser salvados? En mi experiencia como terapeuta contemplo a personas que me consultan buscando que alguien se haga cargo de ellas. Como yo misma en su día, estas personas entregan su poder, de forma inconsciente, a otra persona o a un método. Cómo decirle a la persona que tengo delante de mí, que no soy yo quien la curará, que no es el método el que la curará, sino ella misma.
Según el diccionario de la Real Academia Española cuidarse es, en una de las acepciones, «mirar por la propia salud, darse buena vida», mientras que curarse es, entre otras cosas, «sanar las dolencias o pasiones del alma».
Cuidarse es, casi siempre, la antesala donde nos mantenemos hasta llegar al proceso de curación. Tiene que ver con mitigar los síntomas, aligerar los malestares, erradicar el dolor; con encontrar un cierto confort en nuestra vida cotidiana.
Cuidarse nos lleva, a menudo, a delegar en otras personas nuestro propio proceso vital; inconscientemente queremos que el otro sea quien nos aligere de nuestro dolor, ya sea éste físico o psíquico.
Curarse entra en el orden de la responsabilidad para con uno mismo. Es encontrarse con la causa real del síntoma o de la enfermedad, que engloba el ser humano en su totalidad, reunificando su cuerpo físico, su corazón y su alma.
De terapia en terapia
En mi propio proceso de curación escogí el MLC© (Método de Liberación de Corazas) una aproximación psico-corporal y energética creado por Marie Lise Labonte con el que se sanó de una enfermedad “etiquetada” como incurable, la artritis reumatoide, y que actuó como desencadenante para poder pasar de cuidarme a curarme. ¿Qué hizo esto posible?
Como usuaria de muchas terapias me di cuenta que buscaba un método que englobara tres ramas importantes, a saber: que el cuerpo fuera el vehículo principal donde experimentarlo, que englobara una compresión psíquica y que me permitiera ser autónoma, es decir, no depender a medio o largo plazo del terapeuta. Así pude entrar en mi proceso y camino de curación, yendo más allá del acto de cuidarme.
Implica una aproximación global al cuerpo y a la psique por los movimientos de despertar corporal. Lleva al individuo a entrar en un dialogo con su cuerpo, a escucharle, a restablecer ese vínculo profundo que un día pudo haberse roto.