El CUERPO PATRIMONIAL
El cuerpo patrimonial se apropia del estado (político). Del estado general de los cuerpos, de sus capitales, provincias y carreteras comarcales, que definen sus escleróticos itinerarios. Se adueña de los recorridos del placer y acota la libre disposición de los sujetos, de su adultez y, deseos genuinos. Obliga e impone su visión normalizadora y auto centrada en la capital penecéntrica, donde los poderes mandan; qué zonas, a quiénes pertenecen, cómo deben pensar y sentir. Su programa consiste en eliminar cualquier atisbo de sensibilidad, en cuanto seamos cuerpos ausentes tecnológicos. Hemos pasado de la explotación del cuerpo, como fuerza de trabajo, al expolio del cuerpo enajenado, que ordeña la mente para seguir siendo explotados. Ellos ya tienen nuestras medicinas.
También es el cuerpo de las costumbres, de los posicionamientos vitales (acostado, sentado, de pie). Amenazado por este sistema neoliberal, constituye algo así como una civilización interina, un generador de emergencia, una antorcha de guardia a la espera de poder reparar la instalación eléctrica vs sistema somatoemocional. La legislación del cuerpo del sistema neoliberal descansa en un capitalismo inmaterial de los cuerpos, nada lesivo en apariencia, y podemos ponerles todos los valores y virtudes santas en las ideas universales, que por mucho que las repitamos de memoria soportan todo el patrimonio de nuestros cuerpos tradicionales. Una historia fundacional de los cuerpos que está siendo retada por los feminismos de vanguardia.
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