«El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo». Este enigmático proverbio chino resume la teoría que se desprende del fragmento de la película de David Fincher que sugerimos en este post. Las afirmaciones de apertura y cierre del monólogo de Benjamin resumen una controvertida interpretación la sucesión de acontecimientos que muestra: «A veces nos disponemos a estrellarnos y no lo sabemos. Ya sea casual o deliberadamente, no hay nada que podamos hacer al respecto» y «Siendo la vida como es, una serie de vidas cruzadas e incidentes, que escapan a nuestro control.»
Sin ánimo ni capacidad para profundizar ni un instante en ninguna de las ramas científicas que subyacen en la denominada ‘teoría del caos’ o en el concepto implícito del ‘efecto mariposa’, si me parece interesante la reflexión que esta escena introduce en términos de desarrollo personal, entre otros motivos porque desde que escuché hablar de él por primera vez está misteriosamente presente en mi vida. ¿Reconoces esa percepción de no haber visto nunca algo y que, tras escuchar hablar de ello por primera vez, empiezas a verlo por todas partes? Pues a algo así me refiero.
Carl Gustav Jung definió como sincronicidad (sin-, del griego συν-, unión, y χρόνος, tiempo) «la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera acausal». Aplicando el filtro de mi inteligencia cognitiva y emocional, o lo que es lo mismo, interpretando el concepto desde mi mapa, la sincronicidad es el acontecimiento de esos maravillosos momentos que suceden sin saber porqué pero por algún motivo, tan alejados de la casualidad como inexplicables desde el principio de causa y efecto. Aunque el desenlace del fragmento no parece alinearse con mi interpretación, el espacio de profunda reflexión que vislumbra ofrece, a mi modo de ver, múltiples oportunidades de ver la vida con optimismo, con foco en el aquí y el ahora, y en las incontables oportunidades de aprendizaje que las circunstancias nos otorgan.