EL LADO ESPIRITUAL
A menudo la gente cercana a mí me pregunta el porqué ha cambiado tanto mi mirada a la hora de tratar a alguien. Haré una breve reflexión sobre ello puesto a que ahora empiezan a brotar las palabras y antes no sabía ubicarlas.
Desde niño he estado siempre atraído por la Naturaleza y su inmensa belleza. El dibujo y la biología eran conocimientos que se me daban bien (los demás no tanto) y a los 19 años ya trabajaba en el laboratorio de un Hospital, concretamente en el departamento de Urgencias. Allí podía tocar todos los departamentos (Hematología, Bioquímica, Microbiología, …) a la vez que ponía a prueba mi capacidad resolutiva constantemente. Me encantaba correr pasillo arriba y pasillo abajo e ir entregando los resultados a los médicos correspondientes. No tardé en darme cuenta en que me faltaba el trato humano con el paciente y además no podía abstraerme mirando por el microscopio mientras hacía recuentos leucocitarios, todo eran prisas en ese departamento como su nombre bien indica.
Mi afán de conocimiento y mis ganas por empezar a tener trato directo con las personas a las que analizaba su biología hicieron que cursara la Diplomatura en Fisioterapia y al acabar entrara a un mayor grado cursando Osteopatía, sacándome el D.O. tan deseado por mí.
Nada más lejos que la realidad…
Aquello por lo que había luchado duramente resultó que a la práctica no era tal y como yo pensaba. Fui logrando los demás objetivos como el montar una Clínica de Osteopatía en el centro de la ciudad donde vivía y llenarla de pacientes. Al principio, muy bien ¡Lo logré!, pensaba.
Sentía que faltaba algo para sentirme más satisfecho en mi trabajo, algo dentro de mí sabía que podía dar más a esas personas que confiaban tanto en mí. Recuerdo que al inicio de abrir mi centro, Osteopatía Mataró, un paciente muy sabio me dijo:”lo tienes todo, juventud, conocimiento científico, emocional, compasión por las personas… pero te falta una cosa. El lado espiritual”. En aquel momento no percibía las señales como a día de hoy veo la vida, pero ya sentí un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo. Ese señor estaba en lo cierto y mi reacción un tanto irascible lo corroboraba. No tuve una buena experiencia en la escuela en la que crecí en mi adolescencia, muy dogmática a nivel cristiano. Mucha rectitud, seriedad y con muchos límites. Eso causó en mí una herida y no quería saber nada de todo lo que tuviera que ver con Dios. Esa separación de todo lo religioso, pero también espiritual hizo que me concentrara sólo en lo empírico, la ciencia.
Por suerte, la vida tenía más planes para mí.
Muchísima de la base científica que adquirí en la universidad la fui cuestionando cada vez más y no encontraba ninguna respuesta en lo académico. A partir de entonces empezó mi largo peregrinaje en el mundo espiritual y energético.
Con el trato diario de muchas personas en consulta y con los nuevos conocimientos que iba adquiriendo de una Osteopatía más tradicional (Osteopatía Biodinámica) todos los cimientos más científicos iban cayendo por sí solos en cuanto a lo que a sanación se refiere. Si te mantienes a la escucha trabajando con Osteopatía, te unes a la Vida, a las leyes Naturales y Universales. Al Gran Espíritu o Gran Maestro que diría Still en referencia a la divinidad. Así que escuchar es de lo más espiritual que hay.
La ciencia y la espiritualidad es lo mismo en realidad, están en el mismo plano, pero son perspectivas diferentes. Igual que masculino y femenino, o el bien y el mal. Según se mire. Hay que integrar bien las dos polaridades para poder así elevarlas. La consciencia de lo Neutro es el camino que se abre.
Y aquí sigo aún, es un camino que no tiene fin. Para mí lo más importante es caminar ese sendero, no ubicarme fuera ni permanecer inmóvil en él.
La moraleja en esta historia es que lo único constante en esta vida es el cambio. Y una vez logras cualquier cosa que te propones, hay que celebrarlo primero sí, pero después seguir caminando.
¿Y hacia dónde? Sólo tu corazón lo sabe, hay que saber parar y escucharlo. Practicar la escucha.
El Universo, la Vida o el Gran Espíritu nos otorga nuestro don si le hacemos caso a nuestro corazón. Si no pasamos a la acción hacia donde nuestras corazonadas (intuición) nos dictan, Dios se lo dará a otr@. Así que no hay que dudar y sí seguir caminando en la dirección que sintamos, encontrándonos preciosos regalos por el camino.
Gracias a ese paciente por recordarme lo que más tarde comprendí y gracias a vosotr@s por acompañarme.
Xavier ψ
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