Actualmente estamos atravesando importantes cambios en el clima que son cada vez más pronunciados: lluvias torrenciales, nevadas históricas, temperaturas muy elevadas, largos períodos de sequías, etc. Esta amenazas climáticas pueden provocar un impacto en nuestra mente, es lo que se conoce con el nombre de ecoansiedad. La APA (American Psychology Association) la define como “miedo o inquietud a sufrir un desastre medioambiental que se produce al observar el deterioro aparentemente irremedible del ambiente por el cambio climático». Este terror no solo afecta a las personas en su momento presente, si no que se generaliza a las futuras generaciones.
¿Y qué hice al respecto la psicología ambiental?
José Antonio Corraliza, sociólogo y Doctor en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid, define la Psicología Ambiental como el estudio de cómo el lugar donde vivimos afecta a todo nuestro ser, en nuestro estado mental, físico y emocional. Este autor afirma que muchos de los problemas psicológicos que imperan en nuestras sociedades solo tienen solución si cambiamos el lugar en el que la persona interactúa. En esa línea propone dos reflexiones sobre el tema; la primera, cómo nos influye el medio y la segunda, cómo influimos nosotros en el medio. Uno de sus estudios más interesantes es la relación entre la cantidad de naturaleza de los entornos diarios de los niños y la forma en que éstos afrontan eventos estresantes, aportando evidencia empírica del efecto amortiguador de la naturaleza en el estrés. En este caso en concreto, la investigación confirmó que los más pequeños cuanto más acceso tienen a espacios verdes, mejor saben sobrellevar situaciones difíciles.
La importancia del entorno en nuestro estado mental va más allá del estrés, se ha observado también en otras problemáticas como la soledad. La soledad afecta a todas las edades, jóvenes, adultos y mayores. La soledad es siempre no deseada, si es deseada entonces hablamos de otros conceptos como fobia social, duelo anticipado, falta de interacción social (en otros) y aquí se ha observado que el medio tiene mucho que aportar. Taylor y Kuo (2006) comprobaron los múltiples efectos negativos en la salud física y mental de las personas con el crecimiento de las ciudades y el distanciamiento de los entornos naturales, incluso se ha acuñado un término al respecto conocido como el «síndrome de déficit de la naturaleza» (Louv, 2008) que advierte de las consecuencias físicas negativas como la obesidad o la miopía y psicológicas como el estrés o el humor que tiene la falta de contacto con el mundo natural (ya sea un bosque, un jardín cercano o cualquier zona con vegetación).
Entonces, ¿qué podemos hacer?, ¿qué propuestas existen al respecto?
- Salir a la naturaleza: acercarse a entornos ajardinados próximos o incluso programar salidas más alejadas a un bosque, siempre y cuando sea posible. Incluso algunos autores proponen descalzarse y pasar unos momentos en conexión directa.
- Participar en actividades al aire libre: ya sean caminatas, deportes, grupos de senderismo, scouts…
- Cuidar nuestro ambiente. Luz, ruidos e incluso incluir elementos naturales en nuestros hogares como plantas, flores, etc. Se ha comprobado que zonas blancas, ordenadas y limpias ayudan al bienestar psicológico.
- Cuidado con la “ecofatiga”. Si estamos pendientes todo el rato y nos bombardean constantemente con los problemas ambientales, nos acabamos desconectando del mismo.
- Continuar fomentando la conciencia ambiental. En una investigación reciente, el 65% de los españoles encuestados están comprometidos con el problema, pero es probable que falten acciones al respecto (leyes, normativas, etc).
- Impulsar la sostenibilidad y preservar el medio ambiente: no solo se trata de ahorrar luz o agua, si no promover conductas de protección como plantación de árboles, limpiar playas, comprar de forma consciente…
- Combatir la incertidumbre con acciones en el presente que puedan paliar los efectos tanto a nivel individual como a nivel grupal.
Estas son solo algunas de las medidas que podemos llevar a cabo, entendiendo que la problemática es más grande que nuestras pequeñas acciones y que no podemos, hoy por hoy, quizás llevarlas todas a cabo. Se trata de tener en cuenta el factor medioambiental en nuestras vidas y poder dar algún paso hacia el cambio.