Te gusta ayudar, la gente te considera una persona con la que se puede contar, te sientes bien teniendo en cuenta a los demás, te gusta que la gente esté contenta, pero, llega un momento en el que te hartas y no sabes por qué. Ser una persona cuidadora y pendiente es algo que se valora muy positivamente en nuestra sociedad. Lo solemos asociar al sacrificio y a lo contrario de egoísta, pero ¿qué se esconde detrás del rol de cuidadora?
En este artículo hablaré mayoritariamente en femenino porque es un rol que suelen adoptar con más frecuencia las mujeres. Se trata de algo cultural, aunque no quiere decir que no haya hombres que adopten este rol, solo que es más común en mujeres.
La principal característica de una persona con rol de cuidadora es que antepone las necesidades de los demás a las suyas propias. Esto puede sonar muy bonito, a que hablamos de una persona entregada, amorosa, generosa y altruista. Sin embargo, lo hace por una serie de creencias adquiridas en la infancia. Aunque su entorno perciba a la persona cuidadora como una buena persona, este rol tiene unas consecuencias muy poco deseables para la autoestima y el autoconcepto.
Hablemos de autocuidado: qué es realmente y cómo llevarlo a cabo.
¿Cómo se manifiesta y qué consecuencias tiene el rol de cuidadora?
¿Cómo son las personas con rol de cuidadora? ¿Cómo identificar que tienes este rol?
- Culpa.
Cuando la persona con rol de cuidadora tiene un gesto de mirar por sí misma se siente una persona egoísta y, por ende, empieza a sentir mucha culpa. Esta emoción, la culpa, no la puede sostener y vuelve a mirar por los demás, volviendo a dejar sus necesidades de lado. Estás tan acostumbrada a no priorizarte que, cuando lo haces, sientes un sentimiento extraño de culpabilidad infinita.
- Evitación del conflicto.
Son personas que le tienen mucho miedo al conflicto, ya que confrontar a alguien significaría dejar de cuidarle. Confrontar supone mirar por ellas mismas y, como es algo a lo que no están acostumbradas, cuando lo hacen, se sienten, de nuevo, que están actuando de manera egoísta.
- Invalidación y victimismo.
Por un lado, las personas que te rodean no te están pidiendo esa ayuda. Tú ofreces la ayuda desde esa parte cuidadora de la que no te puedes despegar, pero así puede que estés invalidando a la otra persona, haciéndole pensar que no puede por sí misma. Por el otro lado, es fácil también caer en el rol de víctima. Te pasas la vida cuidando de los demás, pero ¿quién cuida de ti? Sientes el abandono y que eres injustamente tratada, ya que no recibes los cuidados de vuelta.
- Falta de límites.
También es común ver en el rol de cuidadora que les cuesta mucho poner límites y que las personas de su alrededor, en cierto modo, se aprovechan de ello. Entras en emociones contradictorias de querer ayudar y, al mismo tiempo, sentir rabia y enfado porque sientes que siempre tienes que estar ahí para los demás.
- Cansancio.
Como es comprensible, una persona que está siempre por y para los demás y que, encima, no para de autoexigirse suele estar a menudo cansada. No se trata solo de cansancio físico (que, en el algún caso, también, dado que están todo el día de aquí para allá), sino por la carga mental que tienen. Al final, gastan mucha energía para estar pendientes de cómo no decepcionar o cuáles son o serán las expectativas que el resto tiene sobre ellas.
¿Por qué tengo un rol de cuidadora?
Adoptar el rol de cuidadora es un proceso que radica en nuestra infancia. En concreto, radica en los mensajes que hemos recibido de niñas sobre cómo funciona el mundo y, en específico, cómo funcionan las relaciones. Tengamos en cuenta que un bebé necesita de otra persona adulta para sobrevivir y, para conseguirlo, necesita el apego del otro. El apego, por tanto, se convierte en una necesidad y, para ello, haremos lo que sea con tal de lograrlo para sobrevivir. Podríamos decir que se trata de un instinto y, si un niño aprende, por lo que le ha tocado vivir, que lo que tiene que hacer para que le quieran es cuidar de los demás, dejando de lado sus propias necesidades, lo hará.
El rol de cuidadora es una parte de nuestra personalidad que está liderando. Esa parte te dice que para que no pasen cosas malas debes anteponer siempre las necesidades de los demás a las tuyas. Es una parte muy rígida que controla la forma en la que interactúas con tus familiares, tus amistades, la gente de tu trabajo, etc. Sin embargo, no perdamos de vista que esa parte te está intentando proteger de algo. Puede ser que ese algo sea del abandono, de la vergüenza o del rechazo. Además, estar emocional y físicamente para los demás te hace recibir validación social. Esta validación refuerza que sigas cuidando, por lo que puedes generar cierta dependencia a ese rol de cuidadora y no te estás dando cuenta.
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Referencias bibliográficas
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