El psicólogo Jorge Barraca define el «Síndrome de Fortunata» como una forma de dependencia afectiva, de determinadas mujeres hacía hombres inaccesibles o casados. «En el síndrome son identificables una fidelidad hacía ese hombre, ambivalencia de sentimientos hacía su pareja oficial y la fantasía de que las cosas cambiarán o serán controlables en el futuro».
Desde el psicoanálisis la otra mujer, la querida, la amante, la eterna y fiel seguidora del hombre inaccesible o casado, suele tener rasgos de ansiedad, inseguridad personal, baja autoestima, ambivalencia de sentimientos y otros síntomas, en la mayoría de los casos provenientes del modelo relacional vivido en la infancia.
En muchas de estas mujeres se han vivido infidelidades por parte del padre o de la madre, hacía otras mujeres u otros hombres, se han normalizado situaciones de triangulación, dónde una de las mujeres ha sido la del autosacrificio y la espera, y la amante la beneficiaria de aquello que la mujer comprometida no ha sabido, podido o querido dar.
En otras ocasiones, no se trata tanto de infidelidades, sino de ausencias y conflictos, un padre que no ha estado correspondiendo a los sentimientos afectivos de su pareja o de sus hijas puede generar en la mujer en el futuro, la sensación de que ningún hombre va a estar lo suficientemente interesado por ella como para iniciar y mantener una relación estable y comprometida y que por ello se conforme con lo primero que llega, excusando o justificando el mantenimiento de una relación con un hombre inadecuado o no comprometido afectivamente con ella.
Algunas de estas mujeres justifican el mantener la relación basándose en la ilusión de que van a poder poner un final feliz a una relación traumática con el padre, encontrando un hombre con el que puedan resolver el abandono sufrido, otras dirán que les va mejor que esté casado para no tener que comprometerse, que no saben ni pueden vivir sin él, que él las necesita, que es sólo sexo, que en realidad prefieren que no abandonen a sus mujeres de toda la vida, que no quieren romper una familia.
Estas excusas y justificaciones y negaciones de la realidad pueden comprometer el futuro de la mujer, cerrándoles las puertas a una posible relación satisfactoria dónde den y reciban afecto en la misma medida con un hombre disponible y atento, en el fondo no se creen ser merecedoras de ello, por lo que suelen implicarse en relaciones condenadas al fracaso o dónde invierten grandes cantidades de esfuerzo e ilusión que las mantiene vivas en su expectativa de conseguir lo imposible, ser queridas por alguien que no está a su alcance.
Por estos motivos es importante el trabajo con la autonomía afectiva de la mujer, para poder validarla en su feminidad, en su capacidad para poder iniciar y mantener relaciones con hombres que las respeten y quieran comprometerse con ellas, para poder ahuyentar justificaciones y negaciones de una realidad que no se quiere ver por resultar demasiado dolorosa.
El trabajo con la mujer en esta situación incluirá reforzar su autoestima, su asertividad, su libertad personal y la comprensión del modelo relacional experimentado a lo largo de su vida con las figuras afectivas cercanas.
Bibliografía:
Una forma de dependencia emocional: El síndrome de Fortunata. Jorge Barraca Mairal.