Desde pequeño la meditación ha formado parte de mi cotidianidad de forma natural, sin más conocimiento que la intuición. Cuando empecé a formarme como terapeuta y instructor de Kundalini yoga y a aproximarme a la meditación a través de diferentes disciplinas, comencé a albergar la esperanza de que había un método, una manera “correcta” de meditar, y esa fue mi búsqueda, como algo subyacente en todas las materias, y al mismo tiempo mi decepción al concluir que la regla es que no hay reglas.
Ahora lo vivo con la alegría y la comprensión de que lo bello sobrepasa a la forma, de la misma manera que la Paz Interior y la toma de conciencia sobrepasa a los métodos para llegar a ella y se encuentra en el arcoiris de la vida, donde no hay dos colores iguales. Tenemos no sólo la libertad sino el compromiso de encontrar nuestros propios caminos, aunque nos apoyemos en los que ya se han recorrido por otras personas para avanzar, como es el proceder natural de la evolución o de la ciencia.
¿Te has preguntado para qué necesitas meditar?
Encontrarás los beneficios de la meditación publicados por doquier, por lo que no los voy a reproducir ahora. Pero más allá de ellos, párate a reflexionar: ¿qué finalidad tiene la meditación? ¿Desaparecer? Bien al contrario, la meditación en sí es un estado de presencia, y desde esta perspectiva no hay una forma “correcta” de llegar a él. Cuando tienes un punto de origen y conoces un destino puedes utilizar cualquier medio para alcanzarlo, y aquí residen el arte, la creatividad, y cómo no… el juego para hacer de la meditación algo tan natural como respirar.
¿Y cuál es el destino, entonces de meditar? Se trata de Presencia, de ocupar tu cuerpo plenamente en consciencia de manera que se expanda hasta donde quiera y como quiera, pero sin perder la referencia de origen, tu centro, el lugar que ocupas en esta vida, en esta tierra, en este tiempo. Cuando desapareces o te vas, como comúnmente se le llama, cualquier realidad es posible en este viaje sin ancla, sin referencia.
En este viaje es fácil evadirse, he caído en esta trampa muchas veces, es mucho más complejo estar presente por más natural que parezca. Nuestro cuerpo como vehículo nos permite movernos como queramos, física y energéticamente, siempre y cuando sea este el propulsor del movimiento, y por tanto su referencia. Meditar no requiere más que atención para ubicarse plenamente en el cuerpo físico, desde el cual todo es alcanzable.
La respiración no sólo nos mantiene vivos/as, también nos ayuda a gestionar las emociones. ¿Cómo es tu respiración?
La respiración, más allá de una realidad fisiológica a la que podamos prestar o no atención, tiene la cualidad de dirigir la mente como un director de orquesta y decirle a nuestro cuerpo qué estado queremos vivir en cada momento. Si queremos utilizar la mente a nuestro favor, vivir en consciencia y no dejarnos arrastrar por sus fantasías o percepción de la realidad, la respiración tendrá Sí o Sí un papel fundamental, ya sea de forma directa o indirecta, como eje de nuestra práctica o como consecuencia de la misma. Una mente calmada, serena, enfocada y en plena atención es una puerta abierta hacia la meditación.
¿Reconoces cómo respiras cuando estás sobresaltado y cuando estás tranquilo o te sientes acogido o mimado? Todo ocurre espontáneamente, no nos damos cuenta, pero podemos utilizar este mismo mecanismo que ya conocemos para respirar de una determinada manera y llegar al estado correspondiente. Respirar conscientemente es una de las herramientas más eficientes de gestionar las emociones de manera natural. En mi opinión debería de ser una clase obligatoria en las escuelas: tal como respiras, así te sientes. Si te sientes de una determinada manera puedes tomar consciencia de tu respiración para relajar ese estado emocional, que no quiere decir evitarlo, sino vivirlo de una manera más consciente, y desde allí poderlo vivir en plenitud y expresarlo.
La meditación como vía de escape de la rutina
Recuerdo una vez que al finalizar una clase de Kundalini yoga uno de los usuarios al salir se encontró con una situación habitual en el trajín de la calle que le puso a mil por hora… me pregunté, ¿para qué le sirvió la clase de yoga, donde la meditación tiene un papel más que relevante? A menudo utilizamos la meditación y las diferentes vías de apertura de consciencia, espiritualidad, etc. para sentirnos mejor y sobrellevar el día a día, sin embargo, en ocasiones nos alejamos tanto de la realidad que todo acaba perdiendo su sentido, incluso podríamos llegar a hablar de «adicción al crecimiento personal» (una opción muy respetable).
Más que de meditación, prefiero hablar de estado meditativo, cuya finalidad es más estable. Si se utiliza la meditación en cualquiera de sus formatos de manera cotidiana, poco a poco la mente se va relajando y empieza a tener menos ruido o más espacios de silencio. Si vamos incorporando estos espacios a nuestro día a día, sin darnos cuenta reaccionamos a nuestro entorno de una manera más calmada y acertada, porque nuestra visión será más natural y menos contaminada por la mente que busca alimentar cualquier situación desde la revuelta, es como un niño pequeño, le gusta jugar, y si se lo permites siempre acaba siendo quien dirige.
Técnica y disciplina, pero… ¿cuál es tu Compromiso?
A lo largo de mi formación como instructor de Kundalini yoga aprendí la técnica y la disciplina que subyace en ella, pero pronto comprendí que sin un compromiso por mi parte no llegaría a ningún sitio. Está muy bien saberse la teoría y ser disciplinado/a, pero si no pones algo más de tu parte… ¿Qué tal la alegría, las ganas de jugar y de explorar, de investigar y de ir un poco más lejos? Todos buscamos algo que está más allá de lo que alcanzamos a comprender, y que nos impulsa a seguir buscando, lo sepamos o no.
Por este motivo prefiero hablar de compromiso, compromiso con uno mismo. Lo externo sólo nos ofrece una vía, lo cual no sólo está muy bien si no que es necesario, al principio… pero es lo interno lo que nos tiende definitivamente la mano.
La técnica, a través de la disciplina, nos invita y nos acompaña en nuestro recorrido hasta que empezamos a encontrar nuestro propio compromiso. Es entonces cuando la técnica se libera de la disciplina y resurge como algo natural, que forma parte de uno. Puede parecer muy complicado, pero cuando se empiezan a dar los primeros pasos todo se vuelve más sencillo, porque son estos mismos los que te invitan a continuar.
¿Existe un método para meditar?
La meditación se ha documentado de múltiples maneras a lo largo de los tiempos. Estudios sencillos o sesudos nos explican paso a paso las experiencias meditativas y cómo llegar a ellas. Los procedimientos, así como las experiencias, son tan dispares y a menudo contradictorios como las aproximaciones que se realizan según su punto de vista o campo de estudio.
Partiendo de un conocimiento previo de psicología, de yoga, de índole energética o de método científico, entre otros, cada autor o vía de disciplina desarrolla un modelo para alcanzar un cierto estado de podríamos llamar éxtasis, conciencia o realización a través de la meditación, o relajación desde algunos enfoques. Obviamente no es la única manera, pero sí la que nos ocupa, y también, a mi entender, la que subyace en cualquier otro método, aunque sea de manera natural, ya integrada.
Así pues, ¿cuál es el método válido para alcanzar este estado? Hay muchos puntos en común, podríamos tratar de abordarlos y ver su convergencia, pero pronto nos daríamos cuenta de cómo aparecen las divergencias entre ellas. Desde una determinada perspectiva, por ejemplo, para meditar es imperativa la abstracción de los sentidos, mientras que para otra es a través de los sentidos como se debe de proceder. Cualquiera de ellas es igualmente válida, y lo que a priori parecen divergencias o discrepancias en el fondo son simplemente simetrías, que nos permiten llegar al mismo punto de diferentes maneras.
¿Qué método elegir entonces? Por afinidad uno se aproxima a aquella forma de proceder con la que se siente más cómodo, es decir, donde juega con ventaja, pero no siempre es la que más ventajas trae consigo. A veces es necesario justamente romper con lo preestablecido para obtener una visión diferente de uno mismo. Esta nueva visión será quizás un poco más cercana a la realidad y no a lo que se ha pretendido ser por las diferentes circunstancias de la vida, y que han ido forjando una determinada personalidad, a menudo a modo de defensa.
Cualquier disciplina que escojamos será buena, sólo que una vez ubicados tendremos que seguir sus propias normas, su manera de proceder.
Sadhana: meditación práctica
Cuando empezamos a adentrarnos por la senda de la meditación parece imposible vaciar la mente y «conectarse con el infinito»…
¡Qué rabia da que todo el mundo te diga lo bien que sienta y tú no poder llegar a ello!
La solución es más fácil de lo que parece, la clave está en la Sadhana: la práctica. Se trata de una práctica personal cotidiana para limpiar la mente y el subconsciente, equilibrar el cuerpo y entrar en la dimensión del alma. En esencia es un proceso de refinamiento común a muchas otras disciplinas… siempre se empieza por el primer paso, ¿te animas?