LA ANSIEDAD Y DEPRESIÓN COMO SÍNTOMA Y NO ENFERMEDAD: ENTENDIENDO NUESTRO SISTEMA NERVIOSO Y NUESTRO PODER SANADOR INTERIOR.
Muy a menudo se dice que la depresión es una mente anclada en el pasado con un tinte de nostalgia y de añorar lo que fue. La ansiedad, por otro lado, se dice que es una mente obsesionada con predecir de manera catastrófica lo que sucederá en el futuro. Y en ocasiones estos pensamientos y estos factores tienen mucho que ver con estos estados, que no son más que un desorden o desequilibrio producto de un sistema nervioso desregulado.
Para comprender mejor lo que quiero compartir hoy me gustaría explicar esto primero:
El Sistema Nervioso Autónomo (SNA) interviene en la regulación de los determinados procesos autónomos del organismo como la digestión, la presión arterial, la respiración, además también interviene en la regulación de las emociones y por ende la interacción social. Se dice que esta constituido por una rama simpática (Sistema Nervioso Simpático) relacionada con las respuestas defensivas, de alarma, de lucha o huida (existe una hiperactivación del SN) y, por otro lado, esta la rama parasimpática (Sistema Nervioso Parasimpático) a través del nervio vago que se divide en dos: dorso vagal, responsable de respuestas de congelación, de colapso, de inmovilización (hipoactivación) y la ventral vagal, cuya rama esta encargada de respuestas de conexión con los demás, de calma y seguridad.
Una vez explicado esto, podemos de alguna manera conectar y comprender que ocurre en nuestro sistema nervioso cuando nos sentimos ansiosos o deprimidos, y lo más importante, porqué se activa una rama u otra y ante que estímulos.
Vamos a empezar desde el inicio: Ante una amenaza real nuestro cerebro más primitivo se prepara para la lucha, la defensa o la huida para protegerse de ese peligro. En ocasiones, la respuesta ante un peligro extremo es la congelación y/o disociación o cualquier otro estado que desconecte mente-cuerpo para no sufrir.
Por supuesto, estas alarmas son muy necesarias cuando existe un peligro real, el problema y el malestar surge cuando en nuestra historia vital (desde nuestra infancia) nuestro entorno más íntimo, nos ha mostrado una y otra vez que no es seguro, que no es predecible, que no es consistente y que incluso es una amenaza real (un ejemplo claro extremo sería el maltrato infantil). Es ahí cuando se activan estos circuitos. Cuando hemos percibido en nuestro hogar que nuestras necesidades pueden o no ser satisfechas (inconsistencia), que pueden o no hacernos caso (impredecibilidad), que no sabemos el porque de un castigo desproporcionado y otras vivencias más sensibles y traumáticas (rechazo, ausencia de respuesta o cuidado, negligencia), el niño/a crece con corazas defensivas.
¿Qué son las corazas defensivas? son las estrategias que desarrolla, las cuales le permiten sobrevivir en un entorno poco predecible o inseguro, pudiendo por ejemplo desarrollar una complacencia extrema para sentirse visto o recibir amor y aprobación o, por el contrario puede desarrollar una autosuficiencia compulsiva y perfeccionismo, para no necesitar de nadie, puesto que no estaban disponibles y así evitar el rechazo. Hay muchas otras corazas defensivas, y pueden manifestarse de muchas formas, pero lo que si tienen en común son estas 4 cosas:
- Que fueron útiles en su momento cuando eran seres indefensos.
- Que no permitieron al niñx aprender a autoregularse de una manera sana, bien había explosiones de emociones intensas o una represión de las mismas. La ausencia de unas figuras de apego que acompañasen en ese proceso de coregulación y aprendizaje no estaban.
- Que durante años esas ramas eran las que se activaban una y otra vez, reforzando cada vez más esos circuitos. Llegando a activarse de manera similar y muy rápida en la edad adulta ante otros disparadores o estímulos similares (para nuestro SN). Dando lugar a síntomas como la ansiedad o depresión.
- Que si hemos vivido la mayoría del tiempo en modo defensa y alerta, no dejamos en absoluto espacio para explorar y generar conexiones genuinas, íntimas y auténticas. La conexión solo es posible cuando nuestro cerebro percibe un entorno seguro.
Esto se traduce a que en la edad adulta, podemos tener dificultades a la hora de conectar con los demás, de mostrarnos auténticos, de confiar e intimar, o por el contrario no somos capaces de poner limites y de protegernos, buscando siempre agradar.
También se traduce en la posibilidad de percibir un mayor número de situaciones como más amenazantes, fuera de nuestro control y muy abrumadoras, activando de nuevo estos circuitos de lucha/huida o congelación/inacción/aislamiento, incluso si el peligro no es real o no es tan amenazante.
La lucha/huida tiene más que ver con “el hacer”, con una excesiva activación que en estados prolongados puede llegar a ser muy perjudicial y dañina, y tiene mayor relación con los característicos estados de ansiedad.
“Sientes que el mundo es una amenaza y estas en alerta”
La congelación/inacción/aislamiento tiene más que ver con “el no sentir” es ese estado de recogimiento absoluto, de sensación de indefensión y desprotección absoluta. Es más parecido a la sensación de profunda tristeza, tan profunda que nuestro cuerpo recurre a la desconexión (disociación) para dejar de sentir.
“Sientes que no hay salida, que da igual lo que hagas, te sientes desprotegido”
Para mí, a través de esta teoría neurocientífica, la Teoría Polivagal de S. Porges, los estados de ansiedad o depresión, tienen mucho que ver con descubrir esos disparadores de nuestro Sistema Nervioso, con acompañar y crear esa conexión segura que faltó y ayudar a coregular esas emociones que se sienten dolorosas y abruman. Dotar a la persona de estrategias que ayuden a estimular esa rama ventral vagal para lograr ampliar esos circuitos de calma (ampliar nuestra ventana de tolerancia), transitar con mayor facilidad de un estado de supervivencia a un estado de mayor seguridad y lograr construir relaciones/vínculos basados en el respeto, la reciprocidad, la compasión y la autenticidad. Donde la persona pueda sentir que puede SER, sin vestir una máscara, sin miedo a ser herido, sin corazas defensivas.
Por último, quisiera remarcar algo para mi fundamental. Esta teoría y muchos otros estudios indican que ningún ser humano puede sobrevivir solo sanamente. Somos seres interconectados, emocionales y sociales y nos necesitamos los unos a los otros. No se trata de cuantos más vínculos y amigos tengamos mejor, sino lo contrario, no se trata de cantidad sino calidad. Pero si es necesario construirlos y cuidarlos.
Y a lo largo de nuestra historia vital y por las diferentes circunstancias de la vida, nos veremos en la necesidad de construir y crear relaciones/amistades/vínculos nuevos que nos permitan ampliar nuestro circulo seguro y de apoyo, donde la coregulación, la validación y la ternura sean la esencia.
Las conexiones genuinas, sinceras y auténticas son y serán la piedra angular que sostiene nuestra salud mental.
Es urgente incorporar esto a nuestras vidas y formas de relacionarnos.
Nota: He escrito esta reflexión con base teórica y experiencial, con mucho cariño y cuidado, pero no es la verdad absoluta, puede que algo te encaje o te sirva en este momento vital que estas transitando o puede que no y es completamente válido. De todas formas, me gustaría mucho saber que te ha parecido y si resuena contigo.
Si sientes que necesitas más apoyo, no dudes en contactarme o en buscar el profesional que más se ajuste a tu necesidad.
No estas solx.
Un abrazo, Coral