Esta es la consulta que más recibo cuando ofrezco terapia online, ¿es realmente eficaz? En los últimos años la terapia online ha aumentado de manera considerable y, además, va al alza. Son muchos los motivos por los que las personas prefieren hacer terapia desde su casa por videollamada: la comodidad, el ahorro de tiempo, la reducción de gastos (parking, transporte) o que te pueda atender alguien cuyo perfil como terapeuta te encaja, pero no pasa consulta en tu misma localidad.
Con todo, me sigo encontrando a gente que, en la primera consulta por teléfono, cuando les pregunto si habían pensado hacer las sesiones en presencial o en online, me preguntan que cuál es más eficaz. Es normal que entren estas dudas. En el cara a cara estamos más en contacto con la otra persona y parece que el vínculo se hace de manera más cercana.
En este artículo quiero hablaros desde mi experiencia con la terapia online, cómo trabajo aprovechando los recursos que ofrece y cómo gestiono las limitaciones que tiene y qué resultados he tenido a lo largo de mi carrera como terapeuta.
¿Cómo empecé con la terapia online?
Me remonto a mis inicios como terapeuta online y sonrío y me llevo las manos a la cabeza. No solo porque veo mi recorrido y observo lo que he evolucionado, sino porque me vienen a la memoria todas aquellas veces que las sesiones no iban bien por las limitaciones de la red (de aquel entonces) y, sobre todo, por los husos horarios.
Por aquel entonces, las personas que demandaban terapia online eran sobre todo personas sudamericanas que en sus países no se podían permitir una terapia psicológica privada o de nacionalidad española que vivían en el extranjero y no encontraban terapeuta que hablara su idioma.
El perfil de la persona que prefiere llevar a cabo su terapia en formato online ha cambiado bastante. Hoy día, la mayoría de las personas que atiendo son gente que viven lejos de donde yo tengo mi consulta presencial (cerca de Avenida de América, en Madrid) o que en tiempos de pandemia empezaron la terapia online y han continuado así. La comodidad y el miedo al contagio por Covid eran los principales motivos.
Limitaciones de la terapia online.
En mi experiencia hay dos grandes limitaciones en la terapia online pero que, hoy por hoy, son muy fáciles de solucionar. No es tanto que se pierda la conexión emocional entre terapeuta y paciente. En realidad, lo que más se pierde es la conexión a internet.
- Una mala conexión a internet. A veces, ocurre. ¿A quién no se le ha caído internet alguna vez? Para ello, tanto terapeuta como paciente han de asegurarse que cuentan con una buena conexión. Al principio, esto me estresaba muchísimo. Mi paciente se quedaba con la imagen congelada en la pantalla y justo le había pillado en una expresión bastante cómica. Me pregunto de las veces que ha sido mi imagen la que se ha quedado congelada, cuántas me habré quedado yo con una expresión ridícula que incluso les haya podido provocar risa. Not a big deal, pero interrumpe y, por eso, es importante llevar a cabo la sesión en un lugar donde tengas privacidad y buena conexión a internet.
- Los husos horarios. Más de una vez he quedado con mi paciente a una hora y por confusiones en los horarios no se ha presentado o se ha quedado esperándome a mí porque no había quedado clara la hora. Soy muy pesada y siempre digo que mi uso horario es el de referencia. Aun así, insisto y dejo claro (a veces, incluso por escrito) al terminar la sesión algo así como: “nos vemos el próximo día a las 17:00 que son tus 11:00”. Si hay distintos usos horarios es más que recomendable asegurarse de la hora.
Ventajas de la terapia online.
Como veis las limitaciones de la terapia online no son más que logísticas y por limitación de recursos. Las que se suelen tener en mente y que son discutibles son las del tipo “me parece muy frío” o “creo que no te implicas igual”. En mi caso, cuando esto ha ocurrido, lo que la experiencia me ha dicho es que no tiene tanto que ver con el formato sino con la relación que tiene la persona con su proceso terapéutico o que haya rupturas en la relación terapéutica (entre terapeuta y paciente) que poco tienen que ver con el formato; en presencial, son cosas que también ocurren.
He tenido y tengo pacientes que comenzaron en presencial y que, por circunstancias (un contagio covid, haber estado en contacto con alguien positivo o un viaje), hemos cambiado la sesión a terapia online y dicha sesión ha seguido siendo igual de enriquecedora que siempre. Aun así, suelo preguntar al final de la sesión si se ha sentido cómoda. La respuesta suele ser que el inicio ha sido raro, pero que te acabas acostumbrando.
Otras ventajas que puede tener la terapia online son:
- Posibilidad de hacerlo desde cualquier parte. Si se respetan siempre algunos requisitos como que tengas privacidad y buena conexión, no hay problema en que hagas la sesión si viajas, no puedes desplazarte o prefieres hacer la terapia online desde tu casa. Procura también que sea un espacio donde estés cómodo o cómoda. Hay personas que lo hacen desde su coche porque en casa no tienen privacidad. Personalmente, no me parece la mejor opción, pero, por supuesto, hay que adaptarse a las circunstancias de cada cual.
- Ahorro de tiempo y transporte. Para la mayoría de gente este es el principal motivo de hacer la terapia online. Tienen muy llena su agenda e invertir más tiempo en algo que, a su vez, consideran necesario para su salud, les resulta un tanto aparatoso.
- Posibilidad de utilizar más recursos en la sesión. Yo siempre que la intervención lo requiere, comparto pantalla para enseñar láminas, imágenes, tablas o esquemas que he diseñado para compartirlo y los utilizo para ser más clara y que lo que estoy explicando quede más visual. No es que en presencial no lo pueda hacer, pero en terapia online queda más a mano.
- Misma eficacia que la terapia presencial. Cuando empecé a tope con la terapia online (os podéis imaginar que fue a raíz de la pandemia) mis mayores miedos eran los que luego me han consultado las personas que se planteaban hacer terapia online: no conectar y no tener los mismos resultados. La experiencia me ha ido mostrando que, como os decía, el éxito o el fracaso de la terapia no tiene que ver con el formato. Mientras escribo esto me acuerdo de algunas de las personas que he acompañado en su proceso terapéutico y que, en realidad, jamás he visto en persona (y seguramente, nunca las llegaré a conocer cara a cara) y lo que se implicaron en su terapia y lo bien que les va ahora. Vuelvo a sonreír.
En conclusión…
Me parece inteligente aprovechar la cara positiva de la tecnología. Obviamente, casi todo el mundo prefiere interactuar con los demás en persona. Yo también tengo esta preferencia. Pero estamos hablando de eficacia y resultados y me atrevería a decir que la terapia online no los condiciona o los restringe. Incluso, se pueden llevar a cabo técnicas de relajación, mindfulness o EMDR, en la modalidad online. Habrá quien sienta más o menos incomodidad, pero no es imposible.
Me gustaría hablar la eficacia de la terapia online con datos estadísticos y científicos, pero me temo que aún quedan algunos años para que los estudios que se realicen sean significativos. Sin embargo, puedo hablar desde mi experiencia y la terapia online no ha supuesto un impedimento para que la persona mejore.
¿Quieres empezar terapia online?
Si quieres empezar terapia online por alguno de los motivos que he mencionado en este artículo puedes ponerte en contacto conmigo y te explico cómo te puedo ayudar y aclarar las dudas que te hayan podido surgir.