¡Bienvenido/a de nuevo a la cruda realidad! Sabemos que volver a tu rutina después de unas vacaciones frente al mar, en la montaña, en un destino lejano o directamente en tu pueblo puede resultar angustiante o abrumador para algunas personas.
Si volver a tu día a día te genera ansiedad o estrés, te anticipo que no suele ser buena señal. Las razones más comunes detrás de esto se esconden en temas laborales (sobrecarga de trabajo, desmotivación, falta de reconocimiento…) y/o personales como por ejemplo nuevos cambios que necesitarán adaptación y tiempo, altas expectativas sobre tu rendimiento o tus obligaciones, falta de autocuidados, desequilibrio entre vida personal y profesional, miedo al fracaso, falta de apoyos sociales…
Si alguno de estos motivos te resulta familiar o si simplemente quieres reconectar con tu rutina de forma equilibrada, aquí te presentamos consejos prácticos para manejar esas emociones de manera efectiva y asegurarte de que tu transición sea lo más suave y menos dramática posible.
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Establece metas realistas: ni puedes con todo ni todo tiene que estar hecho en un día.
A veces, la ansiedad proviene de la sensación de que debes hacerlo todo de inmediato. Establece metas realistas y divide las tareas en pasos más pequeños. No te olvides de celebrar tus logros, aunque te resulten modestos o pequeños. Aprende a disfrutar el proceso y no solo el resultado.
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Prioriza tu bienestar: a más responsabilidades, más autocuidado.
Si no lo has hecho ya, incorporar los autocuidados en tu rutina diaria te cambiará enormemente la forma en la que vives y percibes el mundo. Es decir, se trata de dedicar tiempo a las actividades que verdaderamente te gustan, pero también actividades que te relajen y te conecten contigo mismo/a. Por supuesto hacer deporte, dormir lo suficiente y una dieta equilibrada es innegociable. Cuanto mejor cuides de ti mismo/a, más capaz serás de enfrentar las demandas de la rutina.
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Establece límites: aprende a decir «no».
Si aumentan las responsabilidades, tienen que aumentar los autocuidados como ya he dicho pero también hay que saber poner límites cuando es necesario. Priorizar entre lo que es realmente importante y más urgente de lo que no es ni urgente ni prioritario es crucial, así como saber delegar tareas cuando corresponde.
- Reflexiona genuinamente sobre tu trabajo: pregúntate si ha llegado la hora de cambiar de posición laboral, si hay que poner límites a un jefe, ajustar tus responsabilidades o si toca reconectarte con tu trabajo con nuevas acciones o propósitos más motivantes.
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Practica la gratitud con atención plena.
Esto significa que cada día, aunque sea al finalizar el día, atiendas los aspectos positivos de tu vida, grandes y pequeños. Observa y aprecia lo que tienes, así te acompañarás con un actitud más abierta tanto antes como durante tu rutina diaria.
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Busca apoyo profesional: hazlo en compañía.
Si percibes que el estrés y la ansiedad son abrumadores, valora la posibilidad de buscar apoyo profesional. Un especialista no solo te ayudará enseñándote estrategias de manejo emocional (como el mindfulness o la respiración profunda, entre otros) sino también a buscar la fuente de esos malestares tan angustiantes.
En conclusión, creemos que estas orientaciones os pueden ayudar con la vuelta a la rutina. En el siguiente post, os dejaremos un ejercicio aún más practico que complementara lo expuesto aquí.
Igualmente recuerda que el estrés y la ansiedad son emociones totalmente normales y que están ahí para advertirnos de algo, pero sobre todo se pueden manejar de forma efectiva.
¡Ánimo con el regreso!