Hace ya algún tiempo me di cuenta de la importancia que tenía el gestionar las emociones para poder lidiar con todas las adversidades o regalos que recibimos cada día en la vida.
Ya hace bastante tiempo encontré a través del deporte un canal para poder gestionar todo ese huracán de emociones que el día a día me atraviesa.
UNA DE MIS MÀXIMAS ES QUE YO NO CORRO PARA GANAR SINO PARA MEJORAR como madre, mujer, compañera
- para motivarme
- para ver lo capaz que soy
- para traspasar mis límites
- para salir de la zona de confort
- para superarme
- para mostrarme a mí misma que puedo
- para soltar el control
- para olvidar
- para crear
- para avanzar
- para perdonar y para agradecer
- para sentirme viva y libre
- para retarme a mí misma y demostrarme que cada día puedo mejorar
- y sobre todo porque me sienta bien, me cuido, me sube la autoestima y me regala momentos de soledad donde observarme y conocerme.
Observe que mis mayores victorias deportivas habían ocurrido después de momentos muy duros para mí y entonces me di cuenta de cómo la emoción tenía un papel muy importante tanto en el entrenamiento como en la competición.
Sabemos que un buen entrenamiento o un buen resultado en competición necesitan una buena puesta a punto, es decir un entrenamiento físico, una buena alimentación lo que sería el cuerpo, un buen entrenamiento mental y yo añadiría un entrenamiento emocional.
Sí es cierto que nos han enseñado que “el mindset” es fundamental, pero nos olvidamos de la emoción, del escuchar al cuerpo del estar presente.
Soy mujer y mis entrenamientos están muy condicionados por mis ciclos menstruales, sabrás que no eres capaz de rendir un da en plena menstruación que sin ella, con las emociones pasa un poco lo mismo. Pero lo positivo es que si sabes usarlas a tu favor es una herramienta que te puede dar tanta fuerza que seas capaz de cambiar un resultado.
Recuerdo la primera competición que gané en crossfit fue el día después de acabar una relación con una persona que era muy importante para mí, te diré que lo primero que me paso por la cabeza fue abandonar y no ir a competir, ya que mi estado general era algo deplorable.
Pero cuando llego el momento de competir, fui capaz de gestionar todo aquello que tenía dentro y utilizarlo a mi favor y aquello me dio una victoria que en ningún caso esperaba.
Es decir, si hubiera hecho caso a mi mente aquello estaba perdidisimo pero le di la vuelta con la emoción.
Y me preguntarás ¿Cómo?
Con un entrenamiento corporal y de atención plena en mi cuerpo.
¿CÓMO LO HACEMOS?
- observar cuando la mente se va al recuerdo y cuando eso pasa llega la emoción.
- convierto esa emoción en el momento presente
- la redirecciono para no llorar centrándome en el ejercicio que estoy haciendo.
- la frustración y la rabia se convierte en fuerza y motor para superarme en ese momento.
- y sin darme cuenta mi cuerpo está haciendo el resto del trabajo.
Finalmente terminé y gané.
Desde ese momento fui observando y viendo cómo podía aprovechar esto en mí día a día. Tres años después me he convertido en experta.
No es que un mal día tenga un mayor resultado ni mucho menos, porque con un gran día puedo tener un resultado extraordinario.
Las emociones menos positivas son un motor para moverte pero las positivas lo son para superarte.
Según como haya sido mi día o mi semana, sé perfectamente cómo me saldrá el entrenamiento.
Y a la vez lo utilizó para cambiar mi emoción y enfocar mis objetivos a través de ella.
ESCUCHAR EL CUERPO ES TAN IMPORTANTE COMO DESCANSAR Y ALIMENTARSE BIEN.
Y LAS EMOCIONES A MENUDO, LAS SIENTES ESCUCHANDO EL CUERPO.