El aparato digestivo, trabajando en equipo con nuestro cerebro, son los encargados de mandarnos las señales de hambre o de saciedad. Pero, también, este aparato está muy relacionado con nuestras emociones, reflejándose lo que sentimos a través de él. ¿No has sentido alguna vez un vacío en el estómago o la sensación de que se te remueven las tripas cuando estás nervioso?
Como siempre decimos, las emociones se manifiestan a través del cuerpo y, que sea este conjunto de órganos el que más afectado se ve, hace que, a veces, confundamos algunas señales emocionales con hambre. Por eso, se ha desarrollado el término “hambre emocional”. En este artículo te explicamos lo que es y en qué se diferencia del hambre fisiológica y qué puedes hacer cuando sientes hambre emocional.
¿Qué es el hambre emocional?
El hambre emocional viene, básicamente, cuando queremos regular nuestras emociones a través de la comida. Podemos sentir estrés, ansiedad, tristeza o aburrimiento y que el cuerpo nos pida comer. Confundiremos esa sensación con hambre o con lo que también se llama gula. Sin embargo, se trata de una pretensión de aliviar, calmar o eliminar esas emociones comiendo. Es ese ir y venir a la nevera, asaltarla o picotear entre horas.
En nuestra cultura, si nos damos cuenta, usamos la comida como un puente para tapar emociones. Las ocasiones especiales (bodas, cumpleaños, Navidad), las celebramos comiendo. Incluso, en otro tipo de rituales, como ante la muerte de un ser querido, en los tanatorios, suele haber comida. Si nos fijamos, la comida puede actuar, más veces de las que creemos, como vía para no escuchar a nuestras emociones.
¿Cómo diferenciar el hambre emocional del hambre fisiológica?
En definitiva, el hambre emocional es una respuesta a estados emocionales mientras que el hambre fisiológica responde a la necesidad de comer para nutrirnos. Aquí te damos algunas pistas que te pueden ayudar a distinguirlas.
En el hambre fisiológica:
- Se siente en el estómago a través de sensaciones físicas.
- La puedes posponer o ignorar durante un tiempo determinado fácilmente.
- Cualquier alimento te vale para saciar ese hambre, no tienes un antojo específico.
- Hay saciedad, es decir, a medida que vas comiendo, el hambre va disminuyendo y acabas sintiendo satisfacción.
En el hambre emocional:
- Suele surgir de manera inmediata y repentinamente.
- Tiene un desencadenante emocional.
- No te vale cualquier alimento, tiene que se un alimento específico y, por lo general, no son alimentos sanos, sino procesados o dulces.
- No lo puedes posponer. El cuerpo te pide una comida particular que brinde una recompensa inmediata como snacks altos en grasa y en azúcares.
- No hay saciedad y, si la hay, luego tienes una enorme sensación de culpabilidad. Es bastante probable que hayas comido más de lo que el cuerpo te pedía.
Entonces, ¿qué puedo hacer cuando siento hambre emocional?
No es que comer cuando nos aburrimos o nos sentimos tristes esté mal o sea incorrecto, pero si lo haces es mucho más sano psicológicamente que sea conscientemente. Es mucho mejor que sepas que estás comiendo porque hay alguna emoción (o varios) que no estás pudiendo tolerar. De esta manera, es mucho más probable que evites un atracón o comer compulsivamente y que comas pudiendo parar.
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Comer de manera consciente te permitirá hacerlo sin dejarte atrapar por la impulsividad y con una mirada más amable hacia ti, sin culpa. Al tener un desencadenante emocional, haz el ejercicio de rebobinar. Es decir, rebobina en lo que has ido sintiendo en las últimas horas o días, que te haya podido alterar emocionalmente y que te esté pidiendo que lo resuelvas comiendo.
Pautas más conductuales pueden ser la distracción: empezar con una actividad que te mantenga ocupado, como dar un paseo o una ducha fría. De lo contrario, tu cuerpo se irá directo a la nevera y sin saber muy bien por qué.
¿Buscas ayuda psicológica?
El hambre emocional puede ser un patrón difícil de reconocer. Esta conducta puede afectar a tu bienestar psicológico. A veces, lleva a trastornos de la conducta alimentaria como el atracón. Si piensas que puedes tener una mala relación con la comida o que regulas tus emociones a través de ella es muy recomendable que pidas ayuda psicológica. En Vervana Psicología contamos con especialistas en nuestro equipo. Puedes pedir más información contactándonos aquí.
Referencias bibliográficas
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