Si estás leyendo este artículo, seguramente es porque has sentido celos en alguna ocasión. Los celos son un sentimiento más común de lo que nos gusta aceptar y muchos de nosotros nos hemos preguntado de dónde nace este incómodo estado y cómo se puede superar.
Como dice el Dr. Salomon Sellam en su libro “La homo sex dualidad” (2014), los celos pueden ser un dolor envidioso al ver que otros poseen algo que yo no poseo, o bien, una preocupación dolorosa acerca de la fidelidad de alguien. Ésta segunda está directamente relacionada con la sexualidad y se la asocia con la exclusividad sexual. Ambas tienen que ver con una problemática de territorio.
Ahora bien, ¿cómo identificamos a una persona “territorial”?
Imaginemos un caso muy común: el padre territorial. El padre territorial típico es muy masculino, considera que todo le pertenece: ocupa los mejores lugares de la casa para colocar sus cosas, invade la privacidad de los hijos y/o de la esposa en la casa (por ejemplo, entra en la habitación sin llamar o pregunta «quién te ha llamado por teléfono”), cree que puede tomar todas las decisiones familiares, él dicta las normas a seguir por todos los ocupantes de la casa, considera que todas las mujeres de la casa deben estar a su servicio y se le debe pedir permiso para actuar. También se siente el gran protector y cree que sólo él puede dar a sus hijos lo que necesitan. No telera competidores en su territorio, no deja venir a tus parejas a casa, o si lo hace a regañadientes, ninguna le gusta y las critica a todas.
Esto significa para su cerebro arcaico que en ese territorio, él tiene el derecho en exclusiva a la reproducción. Es un sentimiento inconsciente y biológicamente natural en el reino animal. Es evidente que su inteligencia y adaptación a la sociedad de hoy en día no le permiten actuar como si todas las mujeres de la casa fuesen su pareja de reproducción, por eso si le planteas este razonamiento, negará que es así. Sin embargo, tú aprecias que su comportamiento está regido por este patrón arcaico. Es muy común que este padre desencadene un infarto de miocardio u otra insuficiencia o problema cardíaco; ya que este tipo de síntomas se relacionan psicosomáticamente con un conflicto en el territorio de reproducción.
¿Qué significa incorporar la territorialidad?
El Dr. Salomon Sellam describe la incorporación como:
“…un proceso según el cual el individuo deja penetrar y conserva un objeto del exterior dentro de su cuerpo”. El objeto psicoanalítico puede asumir varias formas, tales como una persona, una idea o un signo particular, una emoción o un comportamiento.
En su libro “La incorporación emocional. Amar hasta caer enfermo” explica cómo la palabra “incorporación“ utilizada por Freud en el 1913, que analiza las creencias tribales del canibalismo, llega a desarrollarse hasta lo que él llama la incorporación simbólica: incorporar una persona (simbólicamente). Ésta suele ser una persona que ha fallecido y que deseamos que esté con nosotros. Por otro lado, en la incorporación emocional: absorbemos el entorno de una persona o familia, sus emociones o comportamientos.
También se puede incorporar una idea, como por ejemplo, ser de un partido político; se puede incorporar una enfermedad, como la diabetes; o se puede incorporar un sentimiento/comportamiento, como la territorialidad.
Por eso el Dr. Sellam también la llama: “enfermedad por amor”. Porque, dice, “tras analizar muchos casos en consulta, he podido obviar como a menudo los hijos tratan de aliviar de forma inconsciente el dolor de sus padres desarrollando enfermedades o estados anímicos que hablen de ellos. También ocurre al revés, padres que asumen la problemática de un hijo manifestando una enfermedad.
Los celos y la incorporación emocional de la territorialidad:
Siguiendo con el ejemplo del inicio, estaríamos hablando de un niño o niña que, conviviendo con un padre territorial como el descrito anteriormente, decide inconscientemente asumir su mismo rol para pertenecer al clan y de esta manera, ser aceptado. Incluso, podrá manifestar esta territorialidad directamente en forma de celos y/o absorber el dolor y el sufrimiento de ese padre que ya ha manifestado con un problema cardíaco. Mostrando así su amor por él.
Aquí es interesante profundizar un poco más y ver si se asume el rol de “territorial” en forma masculina (con violencia) o en forma femenina (con sumisión dolorosa y a veces, silenciosa). Estas dos formas de expresar los celos no están directamente relacionadas con el sexo de la persona, sino con su lateralidad biológica (diestros-zurdas o zurdos-diestras).
¿Cuál sería entonces la terapéutica a aplicar?
(Aunque estos aspectos están descritos en femenino, sirven igual para los hombres):
- Identificar tu niña interior, quien asume el dolor de su padre o ser querido.
- Reconocer la adulta que eres hoy y descubrir qué es lo auténtico en ti.
- Desfusionarlas: separar ambas para que puedan convivir juntas y apoyarse pero no asumir roles o necesidades de la otra.
Según mi experiencia, para estas personas que han asumido la territorialidad de algún modo, es importante tener su territorio bien delimitado, el territorio real. Para ellas es bueno vivir en su espacio y tener autoridad sobre él, así como responsabilizarse de ese espacio. Si son personas sin emancipar, significa entonces tener un lugar en la casa de los padres dónde ellos mandan y deciden.
Para concluir, quiero destacar que los sentimientos de territorialidad manifestados a través de los celos nos generan la sensación de ser inferiores a nuestra pareja y a otras parejas (que aparentemente lo llevan muy bien), nos hace sentir impotencia y soledad frente a lo que parece un monstruo que, en realidad, no existe. Te invito a que te tomes el tiempo necesario para analizar la raíz de tus celos. Mereces poder vivir la vida de adulto que te corresponde como ser único e irrepetible.
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