La noción de «autonomía» en el contexto de la discapacidad es un concepto que nos invita a profundizar en la reflexión y el diálogo. Cuando recibimos la noticia de que nuestro hij@ tiene una discapacidad, a menudo nuestros pensamientos se proyectan hacia el futuro, y lo que más tememos es la dependencia. Lamentablemente, con frecuencia, la discapacidad se asocia con la idea de que la persona será dependiente de por vida, y ese miedo es lo que más nos inquieta.
Sin embargo, cuando llega el momento en que debemos permitir que nuestros hijos con discapacidad avancen hacia la independencia, dudamos en otorgarles ese espacio. Este conflicto interno es natural, pero es esencial superarlo.
Entonces, ¿qué determina la autonomía? En gran medida, depende de que les enseñemos a hacer todo lo que puedan por sí mismos. Siempre hay algo más que pueden aprender a hacer, y la pregunta que debemos plantearnos es: «¿Qué estoy haciendo yo, que mi hijo puede hacer por sí mismo?».
Con demasiada frecuencia, evitamos enseñarles nuevas habilidades por miedo al fracaso o a que les ocurra algo malo. La falta de tiempo o paciencia a menudo también nos lleva a que hagamos las cosas por ellos, incluso cuando podrían hacerlas por sí mismos. Este comportamiento representa un obstáculo para que la persona con discapacidad alcance la independencia.
Además, tendemos a tomar decisiones por ellos, en lugar de permitirles tomar sus propias decisiones. Desde lo que deben comer o cómo vestirse, hasta dónde deben ir y con quién estar. Estas decisiones deberían ser compartidas y en muchos casos, permitirles tomar sus propias elecciones. A veces, este proceso nos aterra, ya que implica que pueden tener opiniones diferentes a las nuestras. No obstante, enseñarles a tomar decisiones desde temprana edad, incluso en situaciones limitadas, les permitirá aprender a expresar sus deseos, entender lo que es importante, cómo cuidarse, pedir ayuda cuando lo necesiten, y desarrollar habilidades cruciales para toda la vida.
El fomento de la autonomía en diversas áreas de la vida conduce a una mayor responsabilidad y autoconfianza. Es un proceso que requiere tiempo, paciencia y apoyo constante.
Te invito a reflexionar sobre lo que estás haciendo por la persona con discapacidad:
- Observa que puedes dejar de hacer tú.
- Permítele experimentar
- Déjalo equivocarse, de los errores se aprende
- Ten paciencia
- Demuestra confianza
Siguiendo estos principios, allanamos el camino hacia la independencia y la autonomía, permitiendo que cada individuo, independientemente de su discapacidad, alcance su máximo potencial y disfrute de una vida plena y autónoma.