La cara B de la evolución
Cuando atravesamos noches oscuras del alma, cuando no nos resistimos a experimentar el dolor más profundo, incluso cuando bajamos al infierno a conversar con nuestros demonios para acordar la paz, comprender el juego, mirar de frente a los temores, y así regresar libre, eligiendo desde dentro qué alimentar, puede haber un cierto sabor agridulce, una sensación de fracaso, sin embargo, es una fase necesaria. Y aunque parezca lo contrario, también es amor, y entrega, también desde ahí se sirve al colectivo, el aprendizaje no es el prototipo de la New Age, de la espiritualidad endulzada, que solo muestra la cara amable, el resultado, la sonrisa, la abundancia, la cúspide del logro.
Todos aquellos que hayan pasado un proceso espiritual, pueden constatar que la gratitud profunda nace en la oscuridad, en ausencia de amor, de claridad, de fe, de confianza, cuando el vacío se lo traga todo… Y en la NADA aparece un rayo de luz que viene del interior, de la esencia que no desaparece, de la verdad que sostiene, de la semilla que contiene todo, y de nuevo la vida se reinicia y renace, abundante, fértil, libre de lo que ya no sirve, de lo obsoleto, de lo innecesario, y se pasa de lo pesado a la ligereza, de lo denso a lo sutil, de la materia al espíritu, de la mecánica a la mística; Y ahí, en ese lugar inhóspito, es cuando aparece esa gratitud, que no nace de colmar un interés propio o material, sino por la rendición del yo (ego), la entrega a la vida sin condiciones, y la devolución de esta, en forma de paz, armonía y equilibrio.
Hacer de la vida un propósito, convertir el dolor en amor.
¡Buen viaje también hacia la cara B de la evolución, querid@s Endomag@s!
“Ningún árbol, crece hasta el cielo sin que sus raíces alcancen el infierno” – Carl Jung