Invalidar la emoción es desacreditar, negar o ignorar lo que uno o los demás sienten. Los adultos tendemos a invalidar a los niños de pequeños, y también nos hemos convertido en adultos que no dan crédito a sus sentimientos, creen que exageran o que lo que ocurre no es suficiente para sentirse así.
Cuando el niño se cae y se raspa la rodilla, el adulto le dice: “no es para tanto”; “ya pasó” o “eso no ha sido nada…”. Los padres lo hacen con afán de evitar el malestar a los hijos, naturalmente no quieren que estos sufran, pero realmente el mensaje que se envía es: “eso que sientes es exagerado” o “no deberías sentirte así”. A las personas muchas veces se nos hace difícil entender algo que nosotros no sentimos. Si tengo miedo a las arañas entiendo perfectamente a quien lo sufre, pero me costará entender que otra persona tenga miedo a los zapatos (por decir algo poco lógico) y muy probablemente tenderé a minimizar sus sentimientos de miedo.
No queremos que los niños entren en contacto con el malestar, lo intentamos evitar por todos los medios, el problema es que eso no es nada adaptativo para ellos, puesto que la vida está llena de malestar. Si nos hubiesen enseñado algo de gestión emocional entenderíamos que necesitamos aprender y aceptar tanto las emociones agradables como las no agradables. ¿Acaso en la vida no tenemos que lidiar con el miedo, el dolor o la ansiedad? Si no aprendemos de pequeños a lidiar con las emociones desagradables, de mayores no seremos capaces de hacerles frente de forma saludable.
A lo largo de los años muchas personas aprenden que hay emociones que son bien recibidas y otras no tanto. De ahí que muchos de mis pacientes (o nosotros mismos) en algunas situaciones se vean autosaboteándose: “no debería ponerme así porque no me llame…”; “soy una intensa”; “no es tan grave como para sentirme así…” o “estoy exagerando…”.
Si nos hubiesen dicho desde el principio que las emociones nos dan información muy importante de lo que necesitamos, prestaríamos más atención a lo que sentimos y cogeríamos esa información tan valiosa para tomar decisiones en pro de nuestro bienestar emocional.
Validar las emociones es reconocer lo que sentimos sin juicio. Identifico, reconozco y acepto lo que siento porque seguramente me está avisando de que algo que ha ocurrido (aunque sea malo) tiene que ver con nuestros valores.
“Entiendo que me siento triste cuando alguien no me responde a un mensaje porque para mí es importante la conexión con los demás”.
BEATRIZ FONSECA DE SIMÓN