Con todo el respeto hacia las personas que lo están pasando mal y reconociendo los acontecimientos muy graves que estamos viviendo, también me permito buscar aspectos positivos a esta situación. Lo llevo dentro, tengo una tendencia optimista como resultado de mis creencias: yo de cada situación aprendo algo. Entonces me pregunto ¿qué estoy viendo de mí a través del coronavirus?
Tengo que estar confinado
Por culpa del virus, me obligan a quedarme en casa: yo solo nunca lo había conseguido, quizás porque no me lo había propuesto. Siempre he ido corriendo de una cita a otra, cumpliendo mil obligaciones, llenando cada día con incontables tareas aparentemente imprescindibles y repitiendo mi mantra preferido: “no tengo tiempo”. “No tengo tiempo ni para mí”. Pero ¿quién en mi vida es más importante que yo?
Tomo consciencia
Me doy cuenta que a lo mejor, he estado huyendo. ¿Para qué correr tanto si no? Lo que pasa es que, de lo único que he conseguido huir, es de mí mismo. Me he abandonado. A día de hoy, soy un desconocido para mí mismo porque no tomo el tiempo de escucharme y cuidarme. Podría seguir con la huida en casa: el whatsapp, los vídeos, la pereza son una tentación. Pero no, decido enfrentarme a mí mismo.
¿Qué siento?
Con la aparición del COVID-19, surge una amenaza externa terrible que lo cuestiona todo. Se toman acciones drásticas y totalmente inéditas. Escucho que estamos en guerra, que hay que luchar, que hasta el 60% o el 80% de la población se va a infectar… Me invaden miedos de todo tipo: miedo al virus, miedo a sufrir, miedo a lo que no veo, miedo a perder, miedo al otro, miedo a que me falte, miedo a lo desconocido, etc.
La joya del corona
Tirando del hilo, descubro el mayor regalo que me ofrece esta situación: realmente no le tengo miedo al virus y los demás miedos son secundarios. Lo que despierta en mí todo esto es el miedo que le tengo a la muerte. Mejor dicho: ¡TENGO MIEDO A MORIR, A DESAPARECER! Miedo no, pánico y terror. Lo descubro como si fuera algo nuevo.
No soy inmortal
Mi muerte es un hecho inevitable: un día voy a morir, no estaré, mi cuerpo se va a descomponer. Peor aún, dentro de 4 generaciones, nadie se acordará de mi nombre, ni mis descendientes si los tengo. Lo sé porque no sé casi nada de mis bisabuelos. Como mucho saldrá mi nombre en una tumba o en un árbol genealógico. No puedo aceptar eso. ¡Socorro! Yo quiero morir lo más tarde posible ¡Ahora no! Con 100 años mínimo… ¡Por favor! Dios, la ciencia o quien sea, ¡dame más años de vida!
Voy a morir…
Esa es la cruda realidad. Bueno, es la realidad sin más. El coronavirus me devuelve a la cara un hecho natural, evidente e ineludible que repudio con todas mis fuerzas. Quiero olvidarlo, me resisto, me hago el sueco, lo niego, huyo. En vano. No tengo consciencia de ello, pero el miedo a morir impregna toda mi vida, está en cada célula de mi cuerpo: es el motor de mi vida. ¿Cómo estar en paz y ser feliz con semejante compañero de viaje?
La sociedad del miedo a la muerte
Todo a mi alrededor gira en torno al miedo a la muerte.
- ¿Para qué trabajamos y nos sometemos? Para ganarnos la vida y sobrevivir porque tenemos miedo a morir.
- ¿Con qué finalidad no nos atrevemos? Para que no nos pase nada porque tenemos miedo a morir.
- ¿Para qué soñamos con ser famosos y realizar algo grande? Para seguir vivos después de nuestra muerte porque tenemos miedo a morir.
- ¿Para qué nos protegemos de mil maneras posibles? Para evitar peligros externos porque tenemos miedo a morir.
En estas condiciones, nunca estaremos en paz, nunca seremos felices.
«Un hombre no debería tener miedo a la muerte, debería tener miedo a no empezar nunca a vivir.» Marco Aurelio
El primer día del resto de mi vida
Entiendo que he sido educado en una cultura que dramatiza la muerte y la considera como un final abrupto; me han enseñado a vivirla con muchísima tristeza, angustia y dolor. Sin embargo, es posible tener otra perspectiva. Me toca a mí cambiar la percepción tan limitante que me han trasmitido de la muerte. Hoy decido prescindir del miedo a la muerte.
Transformo mi miedo a la muerte
Al fin y al cabo, no es diferente de otros miedos: se trata de un programa más de mi subconsciente. Por eso, personalmente utilizo PSYCH-K® y las 2 alternativas que ofrece:
1- Transformo situaciones traumáticas relacionadas con la muerte. Incluyo aquí las situaciones problemáticas que me está generando el COVID-19.
2- Integro creencias potenciadoras para sustituir los programas actuales de miedo. Algunas de las frases que he elaborado son:
- Comprendo la muerte en su esencia.
- Acepto plenamente mi propia muerte.
- Estoy en paz con mi muerte.
- Confío en el proceso de la muerte.
- Vivo la muerte de una forma segura y serena.
- Siempre estoy acompañado y apoyado durante el proceso de la muerte.
- Tengo todos los conocimientos para morir bien.
Se acabó la carrera
Con estos cambios, no pretendo hacer desaparecer el miedo a la muerte de un día para otro. Son semillas que he sembrado y sé que todo se va a poner en marcha ahora para que se cumplan. Ya me iré observando, sin expectativas y sin obsesión, para ver si quedan aspectos por transformar. De entrada, siento más paz y un gran alivio. ¡Ojalá más personas transformaran su miedo a la muerte para construir ese mundo de paz que todos anhelamos!
Doy las gracias a la situación actual por el aprendizaje que me brinda: el coronavirus hace aflorar mi mayor miedo y me permite sanarlo. Estas reflexiones me conectan con la lectura el año pasado de un gran libro, las Meditaciones de Marco Aurelio, una obra muy recomendable por la sabiduría que demuestra y las muchas referencias que hace a la muerte.
Si quieres saber más sobre los procesos de PSYCH-K®, te invito a visitar mi página web.