La microbiota intestinal es un complejo ecosistema con una gran variedad de especies y diferentes estructuras genómicas que, gracias a nuevos estudios en biología molecular, hemos empezado a comprender su importantísimo papel en nuestra salud. Estos microorganismos pesan en una persona adulta entre 1 y 2 kg. A veces bromeo invitando a los pacientes a tomar antibióticos destrozando tu microbiota para adelgazar estos últimos 2 quilitos que te molestan.
No me hacen caso.
Las bacterias que componen nuestra microbiota intestinal fabrican péptidos antimicrobianos para competir con los patógenos del intestino pero también fabrican vitaminas, ácidos grasos de cadena corta y, lo más curioso, fabrican más del 80% de los neurotransmisores que encontramos en nuestro cerebro. Hoy en día toda la comunidad científica ya está de acuerdo en la importancia que tienen las bacterias intestinales en el desarrollo de nuestro sistema inmune y nuestra conducta y estado de ánimo.
Con los avances en tecnología meta genómica y usando técnicas de secuenciación 16S rRNA, ahora empezamos a ampliar nuestro conocimiento en la composición microbiana y la diversidad genética del complejo ecosistema que reside en nuestro intestino. Desde la infancia hasta la edad adulta. En hombres y mujeres.
Las bacterias de nuestro intestino no son malas. El desarrollo del sistema inmune depende de ellos y de su correcta colonización.
La alteración de la microbiota intestinal provoca problemas de salud no sólo en el intestino como las enfermedades inflamatorias intestinales, el colon irritable, el estreñimiento o la diarrea, sino también problemas de sobrepeso, obesidad, diabetes tipo 2, Sd. metabólico, autismo, trastorno ansioso depresivo, entre otros. Si te pregunto con qué tratas estos problemas es probable que todavía tu médico especialista no te haya recomendado ningún cambio alimenticio o medicamento para mejorar tu microbiota… ¿Por qué?
La historia de tu microbiota comienza aquí
Mientras estás en el vientre materno ya empiezas a recibir de la zona orofaríngea de la madre, sí de la boca, las primeras bacterias en tu líquido amniótico y en la placenta (Jiménez et al, 2008; Wassenaar and Panigrahi, 2014) . ¿La madre gestante tenía periodontitis y encías sangrientas? o ¿tenía un equilibrio bacteriano en la boca que determina una mejor inmunidad ya desde el nacimiento?
Con el nacimiento continuamos nuestra particular colonización bacteriana. Así, una parte por vía vaginal nos aportará bacterias procedentes de la flora vaginal y fecal de la madre por proximidad pélvica. Y una parte por cesárea nos aportará las bacterias procedentes de la piel de la madre y de los utensilios utilizados en el quirófano.
Al nacer tenemos todavía una baja diversidad bacteriana y predominan las bacterias del corte proteobacteria y actinobacteria. Poco a poco, y durante los primeros años de vida, la microbiota será cada vez más diversa con la aparición y dominancia de otros cortes bacterianos: los Firmicutes y los Bacteroidetas.
Durante la lactancia e introducción de los alimentos, la colonización de nuestro intestino aumentará y seguirá mejorando la diversidad bacteriana que será clave para el desarrollo inmune y neurológico del niño.
Actualmente se intenta imitar la leche materna replicando las leches infantiles de fórmula con fibra soluble prebiótica que ya encontramos de forma natural en la leche materna, como los galacto-oligosaccharidas (GOS) y fructo-oligosaccharidas (FOS) que son componentes de los alimentos no digeribles que favorecen selectivamente el crecimiento y actividad de una o más especies bacterianas de nuestro intestino. La idea es mejorar especialmente las Bifidobacterias spp., Influenciar el equilibrio de la microbiota, el pH del intestino, aumentar la producción de los beneficiosos ácidos grasos de cadena corta (SCFA) que nos protegen contra los patógenos y que beneficia a la salud del recién nacido ya que la lactancia de fórmula, respecto a la materna, condicionaría al niño a tener problemas de alergias o piel atópica porque tienen un nivel de Bacteroides, Clostridium y Enterobacteriaceae en el intestino. Si no pudieras dar el pecho a tu hijo te recomiendo estas leches de fórmula con FOS y GOS.
Y esto condiciona tu microbiota, efectivamente. El mejor escenario para un óptimo desarrollo de la microbiota seria: el niño que en su etapa intrauterina tuvo a una madre gestante con la boca sana, que nació a cabo por una vía vaginal sana, que tuvo lactancia materna, no fue sometido a tratamientos antibióticos en los primeros años de vida y creció en un ambiente rural.
Durante la vida adulta, la microbiota está determinada por la interacción entre las características genéticas y la dieta de cada uno de nosotros, con nuestro entorno (tóxicos, medicamentos…).
Durante la vejez se ha comprobado que la microbiota cambia poco, salvo en los ancianos que viven en asilos. Estos abuelos o abuelas que viven en asilos y toman distintos medicamentos para tratar una o varias patologías suelen tener un mayor deterioro cognitivo e inmune, y está asociado a una dieta menos variada que condicionará una menor diversidad bacteriana y desequilibrio entre los cortes y especias bacterianas.
Tu microbiota y tu sistema inmune van cogidos de la mano
Las células de nuestro sistema inmune innato tienen unos receptores (TLR y NOD) que reconocen a nuestras bacterias como bacterias propias fabricando unos inmuno-mensajeros (citoquinas) que inducen la fabricación de linfocitos T reguladores. Gracias a estos receptores la inmunidad reconoce a los patrones moleculares asociados a microorganismos patógenos (PAMP) y así el sistema inmune sólo ataca a los patógenos. Ep !, que soy buena, se dicen entre sí!
Los recién nacidos tienen poca diversidad bacteriana y poca cantidad de células dendríticas, linfocitos B, T4, T8 y T- Reguladores y pocos anticuerpos Ig A porque las placas de Peyer del intestino son pequeñas y todavía necesita más diversidad bacteriana para que éstas fabriquen sustancias antimicrobianas e interactúen con las mucosas del intestino y el sistema inmune.
Siempre tenemos activo el sistema inmune, todo el día, todas las horas y todos los minutos, siendo constantemente estimulado por los microorganismos y por sus componentes de membranas que tenemos en el intestino y también por los tóxicos y los residuos alimenticios, respondiendo concomitantemente con la fabricación de citoquinas de uno u otro tipo, según lo presentado en el intestino, que condicionará que nuestra inmunidad vaya en una dirección u otra.
¿Cómo conseguir un equilibrio en tu mucosa intestinal?
Si quieres una buena mucosa protectora que te prevenga de reabsorber tóxicos y patógenos de tu intestino hacia la circulación sanguínea, necesitas tener las bacterias que te ayudan a fabricar buenos niveles de Ig A.
Si no existe ningún microorganismo que dé trabajo ni estrés a nuestro intestino, lo normal es que nuestro sistema inmune esté en un estado crónico de constante activación y fabricación de citoquinas inflamatorias (IL-1β, tumor necrosis factor alpha (TNF-α) e IL-18 (Heumann et al, 1994; Ulevitch and Tobias, 1995) por el reconocimiento de componentes bacterianos por parte de los macrófagos del sistema inmune y la consecuente estimulación de los linfocitos T. Estas citoquinas mantienen el sistema inmune del intestino y el de todo el organismo en un estado de guardia.
Las bacterias Bacteroides fragilis tienen el polisacárido A (PSA) que induce los linfocitos T riegos del colon (Round and Mazmanian, 2009) cuando existe una inflamación tras ser reconocido por el TLR2 de las células dendríticas (DC) del sistema inmune innato .
Los Clostridium gracias a la producción de SCFAs (Atarashi et al, 2011) también aumenta los T-reguladores en tejidos sanos e inflamados (Surana and Kasper, 2014) .
Hoy sabemos que tenemos equilibrio de las mucosas del intestino si tenemos 1 kg de LPS (Lipa polisacáridos). Los LPS son un componente de las membrana externa de las bacterias gram negativas del intestino (Bested et al, 2013).
En nuestra edad adulta hay que tener presente mantener una dieta con presencia de microorganismos sanos, tomando alimentos fermentados variados: kéfir de agua o kéfir de oveja o cabra, té kombucha, yogur o queso de oveja o de cabra, confitados, chupruto , kimchi, aceitunas, chocolate, cerveza, fermentados de las legumbres como los derivados de la soja como el miso, temphe, yogur de soja, salsa de soja o natto … así siempre estarás bien acompañado y tu sistema inmune bien equilibrado.
Abre la puerta de tu nevera y… ¡empezamos!
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