Me siento devastado al escuchar esas palabras, «no soy suficiente». Es un pensamiento que me ha atormentado durante tanto tiempo y a veces es como si el mundo fuese tan deprisa, donde no llego a la Meta ni pegando un esprint. Me hace sentir pequeño e insignificante, como si no fuera lo suficientemente bueno para nada. A veces me siento tan abrumado por ese sentimiento que no puedo ni siquiera levantarme de la cama. Me pregunto por qué tengo que sentirme así y por qué no puedo superar esta sensación de inferioridad.
Intento recordarme a mí mismo que soy valioso y que merezco amor y respeto. Pero cuando las cosas se ponen difíciles, es difícil creerlo. Me siento como si estuviera luchando en una batalla que nunca voy a ganar. Me siento inadecuado y siempre estoy buscando la aprobación de los demás. Por momento levanto la cabeza, me pongo los tapones que utilizo para dormir y callo esa voz de mi ego que me recuerda cuando era pequeña.
Una vez fui a mi fisio, con apenas 10 años por los dolores en mi espalda, y cuando me senté mientras redactaba su informe, me pregunto:
¿Porque no te sientes suficiente? Me quede sin respuesta, preguntándome, el cómo podría saberlo, a fecha de hoy comprendí que nuestro cuerpo refleja todo aquello que nos atormenta. No tenía respuestas y tampoco las preguntas perfectas. Pero esos dolores me han acompañado el resto de mi vida.
Me sentiré suficiente, cuando saque las notas que se espera de mí.
Me sentiré suficiente, cuando sea bueno en mi equipo de danza.
Me sentiré suficiente, cuando mis padres y mis profesores me digan que están orgullosos de mí.
Me sentiré suficiente, cuando encuentre un trabajo.
Me sentiré suficiente, cuando encuentre a alguien que me quiera como yo a él.
Me sentiré suficiente, cuando me compre una casa, luego un coche y consiga ahorrar lo suficiente como para vivir tranquila.
Me sentiré suficiente, cuando emprenda y todo fluya….
Y así todo el rato….
El problema es cuando nuestra valía, depende de las aprobaciones externas. ¿Y qué ocurre si eso nunca ocurre? O aún peor. Cuando todo lo anterior mente dicho lo he conseguido, pero sigue sin ser suficiente, y termino por no disfrutar de los procesos. A veces incluso pedir ayuda no es suficiente.
A veces, me bloqueo pensando delante de un ordenador llorando como Maria Madalena, diciendo … ¿Y ahora qué?
Pero sé que tengo que seguir luchando. Tengo que encontrar la fuerza para seguir adelante y superar esta sensación de no ser suficiente. No puedo permitir que esta sensación me detenga y me impida alcanzar mis sueños y metas, ahora que ya las tengo “casi claras” porque no estamos educados para soñar, no sea que, desde la protección, soñar alto significa batacazo al canto. Tengo que recordarme a mí misma que soy suficiente y que puedo hacer cualquier cosa que me proponga.
Todavía tengo un largo camino por recorrer, pero sé que con perseverancia y el apoyo desde el amor que me tengo a mi misma, puedo superar esta sensación de no ser suficiente en este mundo tan competente.
Es entonces cuando transito mi tristeza, me fumo un cigarro ficticio, me seco las lágrimas, abrazo a esa niña que no se sintió suficiente con 10 años, saco mi lista de logros. Y le recuerdo a mi ego de eneatipo 2 “aquella que necesita amor” (Borja Vilaseca), que mi genio tipo es un infinito que lo da todo por la docencia y el crecimiento persona con un 99% estrella con ascendentes cuadrado que todo lo quiere perfecto (Tony Estruch). Y por tanto si consigo llegar a profundizar tanto en mi forma de ser y comprendo que se me da bien, no me queda otra que aprender a vivir en sintonía conmigo mismo, marcándome una hoja de ruta de la cabeza a los pies conectando por medio con lo que siento.
Me pongo una buena dosis de mi nueva propia “vacuna»: la del autoconocimiento a través de la neurociencia, la inteligencia emocional y el mindfulness. Y rezo o mejor dicho medito, para que me salve de una crisis existencial antes de que mis dolores, el gobierno o esta sociedad me devore en vida.
EN RESUMEN
Un alto porcentaje de pacientes acuden a la consulta del pediatra por un problema que tiene una raíz emocional o psicosocial. Para este tipo de pacientes, el pediatra, en muchas ocasiones, no tiene conocimiento suficiente y el sistema público de salud ofrece alternativas escasas. Los conocimientos que la neurociencia, la inteligencia emocional y el mindfulness aportan acerca del funcionamiento de la mente del ser humano permiten un empoderamiento de este, convirtiéndose en dueño de su vida y en responsable de su felicidad, lo que repercute en una mejora en su salud física, emocional y mental. El autoconocimiento, una nueva «vacuna» para la prevención de muchas enfermedades con base emocional.